Pirámide_interiorEl incidente de la Torre de Babel llevó a un inesperado final la era más larga de Paz en la Tierra que el Hombre pueda recordar. La cadena de acontecimientos trágicos que desencadenó aquel incidente tuvo, según creemos, una relación directa con la Gran Pirámide y sus misterios. Para resolverlos, vamos a ofrecer nuestra propia teoría acerca de cómo se planificó y se construyó esta singular estructura, que más tarde sería sellada y violentada desde fuera.
A los muchos enigmas referentes a la construcción y al propósito de la Gran Pirámide de Gizeh, se añadieron dos más tras su terminación. Todas las teorías relacionadas con ellos, al estar basadas en la suposición de que la pirámide era una tumba real, muestran imperfecciones y deficiencias. Y es que creemos que las respuestas no se encuentran en los relatos de los faraones, sino en los de los dioses.
Las distintas referencias que, sobre la Gran Pirámide, aparecen en los escritos de los cronistas clásicos griegos y romanos atestiguan la familiaridad que se tenía en sus tiempos con la entrada de la piedra giratoria, el pasadizo descendente y el foso subterráneo. No se sabía nada de todo el sistema superior de pasadizos, galerías y cámaras, dado que el pasadizo ascendente quedó taponado con tres grandes bloques de granito y camuflado con una piedra triangular, para que nadie que bajara por el pasadizo descendente llegara a sospechar que existía una entrada a un pasadizo superior.
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A lo largo de los muchos siglos que siguieron, se llegó a olvidar incluso la ubicación de la entrada original; y cuando, en el 820 d.C, el califa Al Mamun decidió entrar en la pirámide, sus hombres forzaron una entrada a través de un túnel, sin rumbo fijo a través de las piedras. Sólo después de que oyeran caer una piedra en algún lugar dentro de la pirámide fue cuando orientaron el túnel en dirección al sonido, llegando al pasadizo descendente. La piedra que había caído era la piedra triangular que ocultaba la entrada al pasadizo ascendente, con lo que quedó al descubierto el tapón de granito. Incapaces siquiera de mellar los bloques de granito, los hombres atravesaron la piedra caliza a su alrededor, descubriendo al fin el pasadizo ascendente y las partes internas superiores de la pirámide. Como atestiguan los historiadores árabes, Al Mamun y sus hombres lo encontraron todo vacío.
Tras limpiar de escombros el pasadizo ascendente -trozos de caliza que, de algún modo, se habían deslizado por su suelo hasta el tapón de granito-, consiguieron arrastrarse hasta el extremo superior del pasadizo. Al salir de este túnel cuadrado, pudieron ponerse de pie, pues habían llegado al enlace del pasadizo ascendente con el pasadizo horizontal y la Gran Galería. Después, siguieron el pasadizo horizontal, llegando a la cámara abovedada de su extremo (que exploradores posteriores llamarían «Cámara de la Reina»); estaba vacía, al igual que su enigmática hornacina. Volviendo al cruce de pasadizos, treparon por la Gran Galería; sus surcos, precisamente tallados, ahora agujeros y huecos vacíos, les ayudaron a trepar, tarea harto difícil debido a la resbaladiza capa de Polvo blanco que cubría el suelo y las rampas de la galería. Treparon hasta el gran escalón que se eleva en el extremo superior de la galería y que se nivela con el suelo de la Antecámara; al entrar en ésta, se encontraron con que no estaban los rastrillos que bloqueban la entrada. Se arrastraron hasta la cámara abovedada (llamada más tarde la «Cámara del Rey»); estaba vacía, salvo por un bloque de piedra vaciado (apodado «El Cofre»), pero tampoco aquí había nada.
Cuando volvieron al cruce de los tres pasadizos (el ascendente, el horizontal y la Gran Galería), los hombres de Al Mamun se percataron de que, en el lado occidental, había un agujero en el sitio donde la piedra correspondiente de esa rampa había sido hecha pedazos. Aquel agujero llevaba, través de un corto pasadizo horizontal, a un conducto vertical que los árabes supusieron que era un pozo. Cuando bajaron por este «pozo» (como al final se le llamó), se encontraron con que no era más que la parte superior de una larga y sinuosa serie de conductos conectados (60 metros), que terminaba con un empalme de casi dos metros en el pasadizo descendente, conectando así las cámaras y los pasadizos superiores de la pirámide con los inferiores. Las evidencias indican que la abertura inferior se bloqueó y se ocultó para todo aquél que bajara por el pasadizo descendente, hasta que los hombres de Al Mamun bajaron por el Pozo y abrieron su fondo.
Los descubrimientos de los árabes y las posteriores investigaciones han levantado un montón de dudas. ¿Por qué, cuándo y quiénes taponaron el pasadizo ascendente? ¿Por qué, cuándo y quiénes crearon el sinuoso Pozo a través de la pirámide y de su lecho de roca?
La primera y la más persistente teoría explicaba los dos misterios con una sola respuesta. Manteniendo la idea de que la pirámide se construyó como tumba del faraón Keops, esta teoría sugería que, después de que su cuerpo momificado fuera situado en el «Cofre» de la «Cámara del Rey», los obreros hicieron deslizarse los tres grandes bloques de granito desde la Gran Galería por la pendiente del pasadizo ascendente, con el fin de sellar la tumba. De este modo, los obreros habrían quedado atrapados con vida en la Gran Galería. Pero, sin saberlo los sacerdotes, los obreros habían quitado la última piedra de la rampa y habían excavado el Pozo, abriéndose camino hasta el pasadizo descendente, para salir después por la puerta de la pirámide, salvando así la vida.
Pero esta teoría no soporta el más mínimo análisis crítico. El Pozo está compuesto por siete segmentos diferentes. Comienza con el segmento horizontal superior (A), que lleva de la Gran Galería hasta un segmento vertical (B), que conecta, a través de un segmento sinuoso C con un segmento vertical inferior D. Después, sigue un segmento largo, recto, pero muy inclinado (E), que lleva a un segmento más corto (F), inclinado en un ángulo diferente. Al final del F, un segmento que pretendía ser horizontal pero que, de hecho, está ligeramente inclinado (G), conecta el Pozo con el pasadizo descendente. Dejando aparte los segmentos horizontales de enlace A y G, el Pozo de verdad (segmentos B, C, D, E y F), a pesar de sus cambios de rumbo, cuando se contempla desde un plano norte-sur, se encuentra precisamente en un plano este-oeste paralelo al plano de pasadizos y cámaras de la pirámide; la distancia de separación, de alrededor de 1,80 metros, queda cubierta por el segmento A en la parte superior, y por el G en la inferior.
Mientras que los tres segmentos superiores del Pozo atraviesan unos 18 metros de mampostería de la pirámide, los segmentos inferiores atraviesan alrededor de 45 metros de roca sólida. Los escasos obreros que, según la teoría mencionada, hubieran quedado dentro de la pirámide para deslizar los tapones de granito no hubieran podido atravesar toda esa roca. Por otra parte, si la excavación se hizo desde arriba, ¿dónde están los escombros, que sólo podían llevar hacia arriba a medida que profundizaban? Con un Pozo de 70 centímetros de abertura media en la mayoría de sus segmentos, se habrían amontonado más de 28 metros cúbicos de escombros en los pasadizos y en las cámaras superiores.
A la vista de hechos tan poco probables, se propusieron nuevas teorías, basadas en la suposición de que el Pozo fuera excavado de abajo a arriba, sacando así los escombros de la pirámide a través del pasadizo descendente. Pero, ¿para qué? La respuesta es: un accidente. Cuando el faraón estaba siendo enterrado, un terremoto sacudió la pirámide, soltando prematuramente los tapones de granito. Como consecuencia de ello, los que quedaron atrapados con vida no fueron unos simples obreros, sino miembros de la familia real y sumos sacerdotes. Con los planos de la pirámide aún disponibles, los equipos de rescate hicieron un túnel hacia arriba, alcanzando la Gran Galería y salvando así a los dignatarios.
Esta teoría, así como la ya descartada de los ladrones de tumbas que se pudieran abrir paso así al interior de la pirámide, falla, entre otros aspectos, por una cuestión de precisión. Con la excepción del segmento C, en el que la obra se perforó de un modo tosco e irregular, y la sección G, dos de cuyos lados cuadrados resultan toscos y no demasiado horizontales, el resto de segmentos son rectos y precisos, de fino acabado y de ángulos uniformes en toda su longitud. Un equipo de rescate (o unos ladrones de tumbas), ¿hubieran perdido el tiempo en hacer un trabajo tan perfecto y preciso? ¿Para qué molestarse en alisar los lados, cuando tal alisado hubiera hecho mucho más difícil trepar por el conducto?
A medida que aumentaban las evidencias de que ningún faraón había sido enterrado nunca en la Gran Pirámide, una nueva teoría iba ganando adeptos, la de que el Pozo se había hecho para permitir el examen de unas fisuras que habían aparecido en la roca como consecuencia de un terremoto. Los más elocuentes defensores de esta teoría fueron los hermanos John y Morton Edgar (The Great Pyramid Passages and Chambers), que, motivados por el celo religioso que veía en la pirámide la expresión pétrea de las profecías bíblicas, visitaron, limpiaron, examinaron, midieron y fotografiaron todos los rincones conocidos de la pirámide. En sus conclusiones, demostraron que el corto pasadizo superior horizontal del Pozo (A), así como la más elevada de las secciones verticales (B), formaban parte de la construcción original de la pirámide. También descubrieron que la sección vertical inferior (D) se había construido cuidadosamente con bloques de obra a su paso por una cavidad (apodada La Gruta) en el lecho de roca; esto sólo se pudo construir cuando la roca aún estaba al aire libre, antes de que se cubrirera la Gruta con los bloques de piedra de la pirámide. Es decir, también esta sección debía de ser parte -parte primitiva- de la construcción original de la pirámide.
Los hermanos Edgar teorizaron que, cuando se estaba construyendo la pirámide, ya por encima de su base, un potente terremoto agrietó el lecho rocoso en varios puntos. Con la necesidad de conocer el alcance de los daños para determinar si se podría seguir construyendo la pirámide sobre el agrietado lecho rocoso, los constructores perforaron la roca en lo que ahora son los segmentos E y F con el fin de inspeccionar en niveles profundos. Tras constatar que el daño no era grave, se prosiguió con la construcción de la pirámide; pero, para permitir la realización de inspecciones periódicas, se hizo un corto pasadizo (1,80 metros), el G, entre el pasadizo descendente y la sección F, para poder realizar la inspección entrando desde abajo.
Aunque las teorías de los Edgar (expuestas posteriormente por Adam Rutherford en Pyrarnidology) fueron aceptadas por todos los piramidólogos, así como por algunos egiptólogos, aún están lejos de resolver los enigmas. Si las secciones largas E y F eran pozos de inspección de emergencia, ¿por qué se construyeron de forma tan elaborada, de un modo que precisaba de tanto tiempo para su construcción? ¿Cuál era el propósito de las secciones verticales originales B y D? ¿Cuándo y por qué se atravesó la mampostería de forma tan irregular y sinuosa en la sección C? ¿Y qué hay de los tapones de granito? ¿Para qué se pusieron si no hubo funeral ni enterramiento? Para todas estas preguntas no ha habido una respuesta satisfactoria, ni de los piramidólogos, ni de los egiptólogos.
Sin embargo, en la ardua e infatigable medición y exploración de unos y otros se encuentra la clave de las respuestas, pues creemos que los segmentos esenciales del Pozo los hicieron, efectivamente, los constructores originales, pero no a posteriori ni como respuesta a una emergencia, sino como medida de previsión, para que sirvieran de directrices arquitectónicas en la construcción de la pirámide.
A lo largo de los siglos, se ha escrito mucho acerca de las increíbles proporciones y las notables relaciones geométricas de la Gran Pirámide. Sin embargo, debido a que el resto de las pirámides sólo tienen pasadizos y cámaras inferiores, se ha insistido en considerar todo el sistema superior como algo que se desarrolló en una fase posterior. Como consecuencia de ello, se prestó poca atención a determinados alineamientos entre los sistemas superior e inferior de la pirámide, que sólo tendrían sentido si ambos sistemas se hubieran planificado y ejecutado al mismo tiempo. Así, por ejemplo, el punto de la Gran Galería en el que el suelo se eleva abruptamente para formar el Gran Escalón (U), el eje central de la «Cámara de la Reina» (Q), y un nicho (R) que hay en el corto pasadizo horizontal inferior, están situados en línea, precisamente, con el eje central de la pirámide. Por otra parte, hay un enigmático escalón bajo (S) en el pasadizo horizontal superior que está alineado con el punto que marca el fin (P) del pasadizo descendente. Y aún hay más de estos alinemientos desconcertantes.
¿Serían todos estos alineamientos algo casual, puras coincidencias arquitectónicas, o son el resultado de una cuidadosa planificación y un preciso diseño? Como vamos a demostrar, estos y otros alineamientos no reconocidos hasta ahora emanan de la ingeniosa, y sin embargo sencilla, planificación de la pirámide. Y también demostraremos que los segmentos originales del Pozo no sólo formaron parte integral de la ejecución de la pirámide, sino también de su planificación.
Comenzaremos con el segmento D, porque creemos que fue el primero en construirse. Actualmente, en términos generales, se acepta que la prominencia rocosa sobre la que se erigió la pirámide se niveló de forma escalonada. La parte más baja de la roca, que se puede ver en el exterior, formó la línea base; la parte más alta de la roca está en el nivel de la Gruta; allí se puede ver la primera capa de la obra de la pirámide. El hecho de que el segmento D se encuentre por debajo de esta manmpostería, significa que tuvo que ser construido a través de la Gruta y el lecho rocoso antes de que se construyera nada por encima, es decir, antes que los segmentos A, B y C del Pozo. Y debido a que la única forma de hacer un túnel a través de la roca es desde la parte que da al aire libre, el segmento E, que comienza su descenso precisamente desde el extremo final del D, sólo pudo ser llevado a cabo tras la finalización del segmento D; el F tuvo que seguir al E, y el G llegó al final.
Es decir, hubo que construir el segmento D con gran precisión, a través de la Gruta y de la roca, antes que el resto de segmentos del Pozo. Pero, ¿por qué se ubicó en ese sitio? ¿Por qué es exactamente vertical? ¿Por qué no se continuó hacia arriba y se le dio la longitud que tiene?
¿Por qué, de hecho -algo que ha pasado completamente inadvertido-, el segmento E se encuentra inclinado con respecto al D y con respecto a la línea base en un ángulo exacto de 45º? ¿Y por qué el segmento E, si su única función era la de servir como conducto de conexión, no se prolongó hasta llegar al pasadizo descendente, en vez de girar en ángulo y formar así el segmento F? ¿Y por qué este segmento, el F -otro detalle inadvertido-, está inclinado con respecto al pasadizo ascendente en un ángulo exacto de 90º?
Para responder a estas cuestiones, nos tenemos que preguntar: ¿cómo pudieron diseñar y conseguir estas simetrías, estos alineamientos perfectos y estas notables relaciones geométricas los arquitectos de la pirámide? La solución que proponemos se puede ilustrar mejor con un dibujo; es un plano de distribución del interior de la pirámide que hemos trazado, así nos parece, como lo podrían haber trazado los propios constructores: ¡un sencillo, aunque ingenioso, plano arquitectónico que consigue esos impresionantes alineamientos, simetrías y perfección a partir de unas cuantas líneas y tres círculos!
La construcción de la pirámide comenzó con el nivelado de la prominencia rocosa sobre la cual se iba a elevar. Para darle a la estructura una mayor estabilidad, se cortó la roca al nivel de la base sólo cerca de la circunferencia de la pirámide; en su centro, la cara de la roca era más alta, se elevaba por niveles. Fue entonces, según creemos, cuando se eligió la Gruta -una deformación natural de la roca, o quizás una cavidad artificial- como punto en donde debían tener su inicio los alineamientos de la estructura.
Allí se situó el primero de los conductos, el D, verticalmente, a través de la Gruta -en parte atravesando la roca y en parte construido con bloques de obra. Su altura marca exactamente la distancia desde el nivel de la base, donde termina la roca y comienza la obra en el corazón de la pirámide.
Hace tiempo que se reconoce que el valor de n -el factor que gobierna las relaciones entre un círculo o una esfera, sus elementos lineales y sus proyecciones de superficie- se utilizó para determinar la circunferencia, los lados y la altura de la pirámide. Como se puede ver en nuestro dibujo, no sólo la cubierta de la pirámide, sino todo en su interior, se determinó con la ayuda de tres círculos iguales.
Con instrumentos teodolíticos situados dentro del conducto D se trazó la línea vertical clave, cuya función pronto describiremos. Pero, primero, se trazó con estos instrumentos una línea horizontal roca/obra, sobre la cual se situaron los centros de los tres círculos. El primero de éstos (Punto 1) estaba en D; mientras que los Puntos 2 y 3 se situaron donde su círculo intersecaba la línea, sirviendo como centros de otros dos círculos superpuestos.
Claro está que, para trazarlos, los arquitectos de la pirámide tuvieron que decidir cuál debía ser el radio más adecuado. Los investigadores de la Gran Pirámide siempre se han visto frustrados en sus intentos por aplicar a sus perfectas proporciones cualquiera de las unidades de medida del antiguo Egipto -ni el codo común de 24 dedos, ni el codo real de 28 dedos (525 milímetros). Hace alrededor de tres siglos, Sir Isaac Newton llegó a la conclusión de que tanto en la construcción de la pirámide, como en la del arca de Noé y el templo de Jerusalén, se utilizó un enigmático «Codo Sagrado» de 641 milímetros. Tanto los egiptólogos como los piramidólogos aceptan ahora estas conclusiones, al menos en lo que respecta a la pirámide. Según nuestros propios cálculos, el radio adoptado para los tres círculos supuestos era de 60 de tales codos sagrados; siendo el número 60, no por casualidad, el número base del sistema matemático sexagesimal de los sumerios. Esta medida de 60 codos sagrados es la dominante tanto en longitudes como en alturas de la estructura interior de la pirámide, así como en las dimensiones de su base.
Tras seleccionar el radio, se trazaron los tres círculos; y, entonces, la pirámide comenzó a tomar forma: donde el segundo círculo intersecara el nivel de la base (Punto 4), el lado de la pirámide se tenía que elevar con un ángulo de 52° -un ángulo perfecto, porque es el único que incorpora las proporciones de tc en la pirámide.
Desde la base del conducto D, se perforó el conducto E hacia abajo, con una inclinación exacta de 45° con respecto a ;. La línea teodolítica proyectada desde E hacia arriba, intersecando el círculo 2 en el Punto 5, proporcionó la inclinación de la línea para el lado de la pirámide, marcando también el nivel de media área -sobre el cual tendrían que situarse la Cámara del Rey y la Antecámara (la línea 5-U-K)- y dónde tendría que terminar la Gran Galería. Proyectada hacia abajo, la pendiente E determinaría el punto P, donde tendría que terminar el pasadizo descendente, y la vertical de P determinaría la posición del escalón 5 en el pasadizo horizontal.
Si observamos el tercer círculo, veremos que su centro (Punto 3) marcaba la línea central vertical de la pirámide. En el punto en donde esta línea intersecaba la línea de media área, se situó el gran escalón, marcando el final de la Gran Galería y el comienzo del suelo de la Cámara del Rey. También determinaba la posición de la Cámara de la Reina (Q), que estaba situada exactamente en la línea central. Conectando el Punto 2 con el Punto U, se obtenía la línea del suelo del pasadizo ascendente y de la Gran Galería.
Después se perforó el conducto F, a partir del final del conducto E, de tal modo que su prolongación intersecara la línea de suelo ascendente 2-U en ángulo recto (90°). Desde su intersección con el primer círculo (Punto 6), se trazó una línea a través del Punto 2, hacia arriba, hasta llegar al lado de la pirámide (Punto 7). Así se delineó el pasadizo descendente, el cruce con el pasadizo ascendente (en el Punto 2) y la entrada a la pirámide.
Así, los conductos D, E y F, y los tres círculos, hicieron posible la mayor parte de los detalles esenciales de la Gran Pirámide. Sin embargo, faltaría por determinar el punto en donde debería terminar el pasadizo ascendente y comenzar la Gran Galería, así como dónde habría que situar el nivel del pasadizo horizontal que lleva a la Cámara de la Reina. Y según creemos, es aquí donde entró en juego el conducto B. Hasta ahora, nadie ha señalado el hecho de que su longitud es exactamente igual a la de D, y que marca exactamente la distancia entre el nivel de la entrada y el nivel del pasadizo horizontal. B se situó allí donde la línea ascendente intersecaba el círculo 2 (Punto 8). Su prolongación vertical marca el comienzo del muro elevado de la Gran Galería; la distancia desde el Punto 8 al Punto 9, donde la línea de D interseca la línea horizontal de 8, es el lugar de la grandiosa intersección.
El segmento B, conectado en el Punto 8 con los pasadizos a través del corto segmento A, permitió así a los constructores de la pirámide completar su interior. Una vez hecho esto, los segmentos del Pozo dejaron de tener utilidad arquitectónica o funcional, y la entrada a ellos se cubrió, colocando allí una piedra ajustada con forma de cuña.
Los segmentos D, E y F también desaparecieron de la vista cuando la obra de la pirámide se elevó sobre su base rocosa. Quizás se construyó entonces el segmento G, para permitir la extracción de los teodolitos de los segmentos D-E-F o para hacer comprobaciones de última hora. Finalmente, en el punto donde el pasadizo descendente conectaba con este segmento G, se cubrió la abertura con un bloque de piedra ajustado, con lo que estos segmentos inferiores desaparecieron también de la vista.
La pirámide se terminó, con todos sus segmentos ocultos del Pozo; todos menos uno, que, como hemos visto, no tenía ninguna función o propósito en la planificación y construcción de la pirámide.
La excepción la constituye el irregular e insólito segmento C, extrañamente sinuoso, que toscamente atraviesa la caliza dejando muchos bloques de piedra rotos y con salientes. ¿Cuándo, para qué y cómo se hizo esta enigmática sección?
Creemos que esta sección no existía aún cuando la pirámide fue terminada. Como expondremos, se hizo precipitadamente con posterioridad, cuando se encerró vivo a Marduk en la Gran Pirámide. No hay duda de que se encerró vivo a Marduk en la «Montaña Tumba»; los textos que se han encontrado y traducido así lo atestiguan. Otros textos mesopotámicos arrojan luz sobre la naturaleza de su delito. Y todos juntos nos permiten llegar a una reconstrucción plausible de los acontecimientos.
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Desterrado de Babilonia y Mesopotamia, Marduk volvió a Egipto y se estableció en Heliópolis, potenciando su papel como «centro de culto» suyo al reunir sus objetos personales celestes en un santuario especial, al cual los egipcios peregrinaron durante mucho tiempo después.
Pero, al intentar reestablecer su hegemonía en Egipto, Marduk se encontró con que las cosas habían cambiado desde que se fue de allí en su intento de golpe de estado en Mesopotamia. Aunque Toth, según parece, no planteó una lucha por la supremacía, y Nergal y Gibil estaban lejos del centro de poder, un nuevo rival había aparecido mientras tanto: Dumuzi. Hijo menor de Enki, cuyos dominios tenían fronteras con el Alto Egipto, estaba mostrándose como un pretendiente al trono de Egipto.
Y por detrás de sus ambiciones no había otra que su novia Inanna/ Ishtar -otro motivo para las sospechas y la antipatía de Marduk.
El relato de Dumuzi e Inanna -él, hijo de Enki; ella, nieta de Enlil-es algo así como un antiguo relato de Romeo y Julieta. Al igual que en el drama de Shakespeare, también aquí hay un final trágico de muerte y venganza.
La primera presencia de Inanna/Ishtar en Egipto se menciona en el texto de Edfú que habla de la Primera Guerra de la Pirámide. Llamada aquí Ashtoreth (su nombre cananeo), se dice que apareció en el campo de batalla entre las fuerzas de Horus. El motivo de su inexplicable presencia en Egipto pudo ser el de la visita a su novio Dumuzi, a través de cuya región estaban pasando las fuerzas de combate. Por un texto sumerio sabemos que Inanna había ido a visitar a Dumuzi («El Pastor») a su lejana región rural. Aquí se nos cuenta que Dumuzi estaba esperando su llegada y deja constancia de sus tranquilizadoras palabras ante una novia desconcertada por un futuro en una tierra extranjera:
EL ARCA DE LOS DIOSES