Hoy en ufopolis vamos a viajar a cinco lugares del sistema solar que nos impresionan por su belleza, sus características asombrosas, los misterios que puedan encerrar o la simple curiosidad de estar ante un emplazamiento único en todo lo que el hombre conoce del cosmos. ¿Os apetece estudiar estos enigmas con nosotros?
Los picos de la luz eterna de la luna
Empezamos con un lugar idílico y romántico como pocos. La sonda Clementine lanzada por la NASA, las naves del programa JAXA Selene y la SMART-1 de la Agencia Espacial Europea han localizado varias zonas de la luna, concretamente en los cráter Peary, Malapert y Shackleton en donde la luz solar incide prácticamente el 100% del tiempo y en donde la temperatura ronda los veinte grados centígrados todo el año, convirtiéndolos en lugares propicios para la instalación de bases en el futuro, además de sugerentes atracciones turísticas.
Esta inusual condición surge debido a que el eje de rotación de la luna está inclinado en relación a su órbita y a la de la tierra alrededor del Sol dejando varios lugares bañados sempiterna y poéticamente por la luz solar. ¿Os imaginais un lugar en la luna en donde siempre da el sol y la temperatura es primaveral? Quizá los humanos del futuro tengan a bien organizar excursiones a los picos de la luz eterna, un sugerente lugar único en el sistema de nuestro sol
Los océanos de diamantes de Neptuno y Urano
¿Os imagináis grandes océanos de diamante líquido… con inmensos icebergs de diamante? Según los últimos estudios realizados en la llamada “Máquina Z” en el Laboratorio Nacional de Sandía, ubicado en Nuevo México, Estados Unidos, al replicar las atmósferas de ambos planetas se dieron cuenta de que al estar a temperaturas tan frías y a una presión tan extrema existiendo alrededor de un 10% de carbono en su superficie, bajo la inmensa capa de nubes de cada uno de estos dos planetas debería haber inmensos océanos que estarían constituidos por una suerte de diamante en estado líquido con inmensos icebergs del mismo material en estado sólido de gigantescas proporciones.
No sería descabellado que los humanos del futuro decidieran realizar algún tipo de minería en estos dos planetas gemelas. Quizá valiera la pena el viaje…
El increíble cometa de seis colas
Desde el principio de los tiempos, los cometas han formado parte del imaginario colectivo de los seres humanos al respecto de la fascinación que suscita el cosmos al observar la bóveda celestial. Entre las más ilustres visitas contamos con el famoso cometa Halley o recientemente el Hale-Bopp, pero en la historia existe un incidente conocido como el cometa Klinkenberg-Chéseaux, observado durante 1743 y 1744 que a día de hoy sería una de las escenas más fascinantes que podría contemplar el ser humano en el cielo.
Fue descubierto a finales del noviembre de 1743 y mostró efectos dramáticos e insólitos a su paso. El cometa alcanzó el perihelio el 1 de marzo de 1744 cuando estaba a 0.222209 unidades astronómicas del sol y sobre ese tiempo era tan brillante como para ser observado a plena luz del día a simple vista.
En cuanto se alejó del perihelio, extendió una espectacular cola desarrollada en el horizonte, mientras la cabeza del cometa permaneció invisible debido al crepúsculo de la mañana. A principios de marzo de 1744, Chéseaux y otros observadores reportaron un fenómeno sumamente insólito: un abanico de seis colas separadas que sobrepasó el horizonte, un hecho único dentro de la ciencia que estudia este tipo de cuerpos.
Si esto hubiese ocurrido en la actualidad, habríamos podido dejarlo grabado para la posteridad en vídeos e imágenes. Una estampa increíble en un lugar errante del sistema solar… que además de moverse, se muestra de una forma espectacular a su paso por la tierra.
La isla mágica
Pocos planetas fascinan tanto como “el señor de los anillos” y sus 62 lunas, pero es Titán, la que nos deja uno de los grandes misterios del sistema solar. Jason Hofgartner, experto en Ciencias Planetarias de la Universidad Cornell habría descubierto un brillante objeto geológico nunca antes visto en la región de Ligeia Mare, el segundo mar más extenso del satélite.
Se trataría de la primera observación de un proceso geológico radical en este satélite y consta de laaparición y desaparición de una isla en una zona en donde no se conocían anteriormente perturbaciones derivadas de las mareas o los cambios estacionales. Las imágenes de la sonda Cassini de la NASA muestran una zona en donde un mar de metano líquido baña lo que parece ser un objeto o una zona geológica inestable que mengua y desaparece hasta emerger con la misma forma con el paso de los días.
Según la revista británica Astronomy Now de agosto de 2014 en donde se recogen los resultados presentados en la reunión de la Sociedad Astronómica Americana realizada en Tucson, Texas para debatir sobre tan singular descubrimiento, las imágenes espectrométricas de la Cassini muestran también lo que parecen ser más anomalías de este tipo en el mar más grande del planeta con el sugerente nombre de Mar de Kraken.
¿Existe algún tipo de objeto submarino bajo los mares de Titán o estamos simplemente ante un proceso desconocido en la biosfera de ese planeta capaz de hundir una isla entera en cuestión de segundos?
Iapetus, ¿un satélite artificial?
Por último, dentro de la exploración que hacemos de los numerosos cuerpos que habitan en nuestro sistema solar tenemos que observar a Iapetus, este singular satélite, del que el ex–asesor de la NASA Richard Hoagland sugirió que podría directamente haber sido construido por una avanzadísima civilización. Así como suena. Y no lo dijo porque sí. Hoagland se fijó en su forma, su geometría icosaédrica y una espectacular falla que rodea al satélite y que parece que ha sido producida por la mezcla de dos mitades diferentes dándole una singular forma de nuez que tiene el satélite.
El material empleado, en base a los distintos índices de refracción de ambos hemisferios habría sido, según Hoagland, una aleación de nanotubos de carbono, el material que más tensión soporta de los que se conocen a día de hoy y que podría ser la base sobre la que está construida la carcasa del planeta.
Y decimos carcasa, porque adicionalmente, Hoagland expone que al igual que ocurre en la luna, Iapetus dispone de grandes cráteres con una profundidad inferior a la esperable, siendo posible que existiera una parte interior mucho más dura que soportase cualquier tipo de impacto exterior.
Así mismo, junto con la gran cordillera de 20.000 metros y la conformación de icosaedros truncados, el descubrimiento de diferentes patrones geométricos cerca de la zona ecuatorial exponen prácticamente una versión geológica de la famosa “estrella de la muerte” orbitando Saturno según la hipótesis de Hoagland.
Si os ha gustado este artículo os invitamos a ver otras anomalías asombrosas que desarrollamos en diferentes videoprogramas, como el que hicimos sobre los estudios científicos sobre una guerra nuclear en Marte, el que hicimos sobre las anomalías que se están viendo en el corazón de Plutón y el de las primeras imágenes de unos supuestos seres invisibles al ojo humano orbitando la tierra. Esperamos que sean de su agrado.
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