Por Juan Ignacio Garzón
Frente a la invasión masiva de las pantallas de todo tipo ante la mirada de los niños de esta generación, los adultos debemos tomar consciencia de ciertas cuestiones alrededor de este tema. No es para alarmarse, para asustarse ni para dramatizar. Lo que debemos es hacer algo al respecto.
Muchos dirán que la tablet, el celular y la TV para los niños son un mal necesario, que es lo que tocó vivir a esta generación, que no se puede tener un hijo en una burbuja, que no sé qué otra cosa ponerle para que se calle, y un sinnúmero de etcéteras.
Antes que nada, quiero decirles que yo he transcurrido todo lo que menciono en este artículo, ha sido mi propia experiencia con el tema, no soy un purista ni alguien que habla desde la teoría. Hablo desde mi práctica y experiencia como padre.
La televisión
En un niño, la capacidad interna de imaginación y creatividad forman parte de su desarrollo saludable. Por ejemplo, jugar con un palo e internamente “ver” un avión. Tomar muñecas e internamente verlas hablando, jugando, vistiéndose. Escuchar un cuento e internamente ver lo que ocurre. Estas experiencias, en el futuro, formarán adultos espontáneos y creativos, ya que la creatividad proviene de captar ideas utilizando los sentidos internos. La TV parcialmente anula estos aspectos dado que no permiten la imaginación y anulan los sentidos internos, ya que es exactamente lo opuesto: todo está dado, no hay lugar para nada. No hay acto creativo ni espontáneo, ni imaginación. Todo está resuelto allí. Según diversas investigaciones, la TV produce déficit de atención en los escolares.
Por otro lado, debemos concientizarnos del contenido de la TV, por ejemplo, el género infantil es el segundo con mayor violencia injustificada y gratuita [1]. La violencia se intenta embellecer y hacer divertida. Para el género pre-adolescente, simplemente los invito a mirar un programa de TV y analizar en profundidad el contenido..
Los niños menores de 7 u 8 años, no tienen filtros en general al momento de percibir la realidad, y menos al momento de ver tele, con lo cual absorben el contenido y lo toman como real.
Tablet, juegos electrónicos y celulares
Los dispositivos móviles y juegos electrónicos son utilizados por los niños principalmente como entretenimiento. Utilizados en exceso generan principalmente una adicción y ansiedades. Dependiendo del género de los juegos, genera violencia. [2] [3]
Concienticémonos de que los juegos de hoy día son específicamente diseñados para ser adictivos. Se disfrazan de juegos de ingenio, cuando en general fueron pensados fundamentalmente para ser ganados mediante la perseverancia (es decir: mayor tiempo en el dispositivo, para generar mayores ingresos publicitarios).
Diversas asociaciones recomiendan el no-uso de la TV y dispositivos móviles o la reducción a lo indispensable [3] [4].
¿Entonces?
Bueno, contestando la pregunta original. ¿Qué podemos hacer? La respuesta que encontré, es que la TV, tablet y demás sean excepciones y no reglas. Con el tiempo pude comprender que estos dispositivos dejaban a mis hijos en estados de ansiedad, enojo y malestar que perduraban hasta el día siguiente. No fue fácil ver esto, por mucho tiempo no podía tomar consciencia, simplemente veía que era “otra rabieta más”, después comencé a encontrar un vínculo entre la permanencia frente a la TV y/o juegos electrónicos y ciertas actitudes de mis hijos.
Debemos apuntar al no-uso de estos dispositivos, ya que no son realmente necesarios para el desarrollo saludable de los niños, y sólo son usados por los niños que no encuentran otra forma de disfrute, y los adultos que… tampoco!
Disfrutar, disfrutar, disfrutar!
Para comenzar este proceso, tenemos que entender, que el problema somos los adultos y los niños son la consecuencia. No tienen un problema los niños aburridos (este artículo es una lectura fundamental para profundizar este tema), tampoco los niños que no saben qué hacer. Somos nosotros el problema.
¿Por qué?
Los dispositivos móviles actúan como una excitación de nuestros sentidos. De hecho, nuestra vida hoy día está rodeada de elementos que buscan el disfrute material, mediante los sentidos. Tanto en el tema que tratamos, como en aspectos como la alimentación. La TV cada vez brinda una experiencia más excitante, los teléfonos cada vez son más brillantes, poderosos, rápidos. Se busca lo llamado “experiencia del usuario” y las empresas compiten por conseguir la mejor.
Sin embargo, la excitación de nuestros sentidos y el disfrute real, no están vinculados en absoluto.
La palabra disfrutar proviene del latín, y está compuesta por el prefijo dis (separación o repartición por múltiples vías, también intensificación como aquí) y fructus (fruto). Es decir, significa sacar la fruta; o bien gozar del producto de algo. El fruto es símbolo del resultado de algún trabajo o alguna inversión.
Entonces, ¿se disfruta la TV? Claro que sí! Al momento de comprarla ya que implicó un esfuerzo económico que se ve reflejado en un hermoso aparato. Pero, ¿se disfruta ver la TV? La respuesta es que únicamente cuando estamos apreciándola como un arte, lo cual puede ser ver una buena película, o un partido de fútbol, pero debemos entender que hay un límite difuso entre una costumbre (poco saludable) de tenerla prendida varias horas, o sentarse específicamente a ver algo en particular. Los niños, en general, no buscan apreciar artísticamente una película. El asombro, la tristeza, la diversión y demás sentimientos que transmite la TV deberían reemplazarse por vivencias y experiencias reales de estas emociones en ellos. Esto mismo se puede extender a cualquier dispositivo móvil.
Entonces el camino se vislumbra un poco más claramente: la TV se puede reemplazar por actividades que generen un disfrute genuino de la vida y de nuestro tiempo.
Primer paso: adquirir nuevos hábitos
El objetivo es encontrar hábitos que disfrutemos. Vamos, un poco de creatividad! Cuando empecemos este trabajo interno, se nos presentarán solos. Tejer, hacer música, bailar, jugar, pintar, moldear arcilla, dibujar, escribir. Algo que genere entusiasmo. Pero deben ser actividades en casa, no afuera. Que el resto de la familia nos vea disfrutar de algo. Esto es un camino individual, aunque por supuesto puede ser compartido.
Mostremos nuestro disfrute, que no sea encerrado en un cuarto, sino en medio del living (donde no tape la tele, por el momento claro!).
Segundo paso: pasar tiempo de calidad con nuestros hijos
No se trata de cantidad, sino de calidad. No podemos pasar tiempo de calidad si no disfrutamos la actividad. Entonces, aunque sean 5 o 10 minutos por día, disfrutemos con ellos. Que nos vean reirnos, y nosotros a ellos. No para todos es fácil, yo muchas veces pasaba tiempo en “automático” con mis hijos, sin disfrutar realmente. Preferible que sea menos tiempo, pero con constancia diaria y real.
Tercer paso: eliminar mecanismos de premio / recompensa
La tele no es un premio. No ver la tele no es un castigo. Eliminemos este concepto. No se debe usar más como mecanismo de premio castigo. Más allá de que este mecanismo no es realmente útil y no debería emplearse (vereste artículo), menos aún si nos proponemos eliminar la tele y dispositivos electrónicos.
Cuarto paso: la batalla comienza…
En este punto, comenzaremos a restringir el tiempo de dispositivos. Paulatinamente. Cada uno sabrá cuánto restringir. Pero que haya una restricción, que un límite comience a aparecer. Si ya había uno, apretemos un poco el cinturón. Recordemos, no estamos aquí para estar cómodos. La incomodidad cuesta pero es un mecanismo natural de aprendizaje y evolución.
Es nuestra tarea como educadores entender qué es lo que necesitan los niños. Un niño puede pedir e insistir la tele o tablet, pero no es lo que necesita. Simplemente por razones externas a él, adquirió un hábito y posiblemente una adicción, y actúa en consecuencia. Debemos mantenernos firmes, pero con muchísimo amor siempre, no los estamos castigando! Firmeza y amor, la receta fundamental de este paso.
Quinto paso: educación
Este es el paso cúlmine de en esta tarea.
Partamos de un ejemplo ¿Qué cuesta menos, con el niño de 4 o 5 años: lograr que se bañe solo o que lo bañe un adulto? ¿lograr que se lave él mismo bien las manos, o que se las lave el adulto?
¿Qué es más sencillo, ordenarle nosotros esos juguetes que dejó desparramados, o lograr el hábito de que él mismo los ordene?
Enseñar hábitos, nos exige esfuerzos considerables a los padres. No es sencillo en absoluto. Así que este quinto paso, nos demandará un esfuerzo y dedicación. Tomemos consciencia de este punto. Ya que si en el cuarto paso buscamos destruir parcialmente un hábito nocivo, este es el momento de construir. Y para ello emplearemos las herramientas adquiridas anteriormente.
¿Cómo?
Bueno, justamente si la tele coarta la creatividad, apagarla debe encenderla! Firmeza, amor, y ahora, creatividad. Debemos darles actividades cotidianas. Que limpien los vidrios de las ventanas, que preparen el puré, que pelen la zanahoria, que lustren los zapatos. No debemos ser sus payasos, no siempre es un juego. Entretenimiento es una palabra que no me gusta. Un niño tiene toda la capacidad para disfrutar de un acto tan simple como pisar la papa del puré y jugar al hacerlo. O llevar la pava de agua caliente a la cocina y verse reflejado en ella. Y luego tomar al gato y ver al gato reflejado en la pava. Cosas simples! Es fundamental que así lo sean, todos nosotros llevamos en forma innata la capacidad de divertirnos, y es antinatural necesitar tanta excitación para no aburrirse. Debemos re-educarnos y volver al disfrute de lo simple.
En este punto de educación, debemos estarles encima, y dedicarles tiempo. Puede ser hecho paulatinamente, cada uno elegirá en función de sus posibilidades.
Sexto paso: Punto Final
En un momento dado, se puede dar el paso de eliminar algunos dispositivos de la casa. Yo lo he hecho con la tablet (salvo para la música!), juegos en celulares y el cable TV, y los resultados fueron mucho menos dramáticos que lo esperado. Comencé estableciendo un día “permitido” pero luego tomé conciencia de que estaban continuamente esperando ese día. Así fue que luego de un tiempo establecimos como familia claramente el “no se juega más”. No fue difícil, simplemente ellos en el fondo de su Ser saben lo que necesitan, y cuando nos piden e insisten es su capa “superficial” la que lo hace, pero al poco tiempo su verdadero Ser toma el mando de la niñez . Todo niño, en el fondo desea una infancia plagada de recuerdos, travesuras, juegos, corridas, dibujar, dibujarse, saltar la soga. La tele no llena nuestra infancia de vivencias, es tiempo perdido. Y del más valioso del mundo.
http://pediatrics.aappublications.org/content/132/5/958.full-text.pdf