Amnistía Internacional, otra ONG del Departamento de Estado

Con el cuento de los Derechos Humanos (DDHH) se nos ha querido envolver en una amplia y perceptiva operación de propaganda para encubrir crímenes de guerra y apoyar otanismos por doquier.
Para este propósito, el Departamento de Estado usa vallas publicitarias en forma de ONGs como Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
Una nueva arremetida de Amnistía Internacional (AI) contra Venezuela se expresa en la campaña Acción Mundial Emergente. El documento dicta acciones, una especie de qué hacer para ONGs, en torno al enrarecido caso Tumeremo.
El planteamiento de esta organización globalizada obedece directamente a los dictámenes del Departamento de Estado, y por ende a la lírica de la «crisis humanitaria» en su concepción destituyente. Por lo que hay que revisar el prontuario elemental de este agente no-estatal.
AI se define como un movimiento a nivel global que vela por los intereses humanitarios más desinteresados. Desde 1962, cuando el abogado inglés Peter Benenson dio letra al primer comunicado en forma de anécdota periodística sobre un acontecimiento en el contexto del Portugal de Salazar, y apareció el primer reclamo que parecía genuino y cobró un saldo organizativo que más bien fue salto. Corporaciones financieras e instituciones gubernamentales acomodaron el curso hacia los intereses del Departamento de Estado gringo y otros grupos de decisión. Y con una consigna clara heredada de Benenson: «El modo más rápido de ayudar a los presos de conciencia es [con] la publicidad» (cursivas MV).
Entonces, por más que AI tape mediáticamente sus financistas con un manto de publicidad, la mentira sale aun cuando las ONGs quieran mantener un estatus público de «independiente». Juegan en las sombras en el contexto de la agenda mundial, dictada desde el Pentágono y otros centros militares repartidos en Occidente.
Dos entidades legales, Amnesty International Limited y Amnesty International Charity Limited, se encargan de recibir el financiamiento para la repartición de los recursos a sus operadores. Siempre bajo la lírica DDHH entendida desde los think-tanks dominantes junto a lobbys corporativos y parlamentarios. AI opera en más de 150 países, donde compila expedientes para justificar «guerras humanitarias» y maquillar, o defender (en este caso es lo mismo debido a que es propaganda), las invasiones de la OTAN en su despliegue militar-territorial.
No sólo distorsiona selectivamente la opinión global en torno a la situación de DDHH y su concepto, sino que direcciona recursos y moviliza operadores constantemente en el marco de las misiones de DDHH, sobre todo en países que no siguen las directrices del Departamento de Estado, las centrales de inteligencia y el financierismo fascista. Aún AI es referencia obligada debido al factor ideológico y fáctico de quienes toman las grandes decisiones en el seno de la oligarquía global.
Uno de los financistas más importantes de AI es el sicario financieroGeorge Soros.
Especulador criminal, cuya razón de existencia es acumular y expandirse, utiliza Open Society Foundations como fondo de distribución. Recursos y capitales para ONGs en puntos clave como Ucrania, Rusia, Medio Oriente y sus aledaños, Venezuela, Cuba y Europa en su totalidad sirven para el despliegue. El gobierno británico y la Comisión Europea también son dos financistas importantes.
Debido a que AI es una extensa valla publicitaria, está en alquiler para el «mercado» de la banca, el trono y la banda presidencial. Sus reportes se basan en presuntos testimonios compilados por grupos de oposición a gobiernos proBrics y en procesos de emancipación, debido a que se enmarcan en los intereses imperiales. Ha tenido en sus altos cargos a ex operadores políticos del Departamento de Estado como Suzanne Nossel, quien fue directora ejecutiva de AI en EEUU. Ejerció funciones de secretaria de Hillary Clinton en 2012-2013 y y Nossel fue quien acuñó el término Smart Power para los think-tanksdemócratas y afínes. Zbigniew Brzezinski, quien fuera el cerebro geopolítico de Obama, se convirtió en consultor de la dirección ejecutiva de AI.
El investigador Tony Cartalucci califica a AI de afrenta a la verdadera lucha por los DDHH y la define como actor propagandista del Departamento de Estado. Con base en la Declaración Universal los Derechos Humanos de 1948, la lucha de esta organización va acorde con puñados de dólares, pero sobre todo con lo dictado desde EEUU y Europa. Para AI, los DDHH son un medio que sirven a intereses ajenos a lo que pregonan. Los DDHH como mercancía.
La política R2P (la doctrina Responsabilidad Para Proteger), muy ligada a la dinámica de la OTAN y sus justificadores, es la divisa de AI. Arma expedientes a gobiernos, movimientos y organizaciones varias bajo la nomenclatura de los «presos de conciencia» e iguala a víctimas y victimarios en informes, como ocurrió con la Operación israelí Plomo Fundido contra el pueblo palestino. AI avala y hace caso omiso simultáneamente a invasiones militares y a las aplicaciones y métodos deGuerra No Convencional. Hizo campaña contra Yugoslavia, Irak, Libia, Siria y Venezuela.
Mientras el Departamento de Estado y aliados financian y organizan grupos terroristas en Medio Oriente, como sucedía en 2012 hasta la fecha, AI hacía propaganda como un medio más en contra de Rusia y Siria en una operación propagandística de largo alcance. El crimen endosado al otro como operación psicológica, como lo describe en otro artículo Cartalucci. La operatividad de AI consiste en lanzar misiones de observadores, que recopilan cierta información testimonial y listo, para que la ONG arme expedientes como lo hizo contra el gobierno de Assad sin ninguna prueba, repartiendo hasta 5 mil muertes de civiles por parte de las fuerzas de seguridad sirias y mirando para otro lado con respecto al papel de los yijadistas.
Las contradicciones en sus informes toman acento cuando se refieren a los «presos de conciencia» en Cuba, mientras los países financistas son más severos en su jurisprudencia con respecto a las asociaciones entre individuos o grupos que reciben financiamiento de entes foráneos para fines políticos o parapolíticos. Afganistán, mina de las amapolas, aún está ocupada por la OTAN, institución que tiene los servicios propagandísticos de AI a la mano.
Operando como ONG que denuncia los abusos del Estado venezolano a los DDHH, en 2014 se pronunció en favor de los guarimberos y Leopoldo López, nada extraño siendo AI una activa valla publicitaria de Wall Street. Las ONG en territorio venezolano replican lo enunciado por AI como cátedra, norma y doctrina, pues resulta que también funge de «manto teórico» e «independencia periodística» a los argumentos de Provea y Foro Penal Venezolano. Misión Verdad ha explicado los métodos y el verdadero papel de las ONG, sus hilos financistas con la NED, Open Society Foundations y demás instituciones y corporaciones al servicio del 1%.
El último Informe 2015-2016, capítulo Venezuela, se enmarca aún en ese momento destituyente con la defensa al Ken antipolítico encarcelado en Ramo Verde. Medios contrarrevolucionarios como El Nacional hacen eco de las declaraciones en el informe de AI hace tres días. Esto en el marco de la discusión en el seno de la Asamblea Nacional de la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional como acto de guerra.
La mercancía llamada DDHH toma otra vez la palestra mediática para repetir lo pensado y escrito por los think-tanks al servicio del Pentágono y la CIA, desde los laboratorios de guerra, y con el asedio financiero afincándose contra el país y sobre todo el pueblo venezolano. Amnistía Internacional juega un papel activo en los niveles internacionales, con lupa en regiones y zonas donde se están definiendo los futuros escenarios geopolíticos en el marco de la guerra mundial-corporativa en curso. Venezuela tiene una función nodal en ese esquema, donde se desarrolla un escenario golpista con la Asamblea Nacional de procenio político e institucional con la MUD de mayoría parlamentaria y la ofensiva económica del Ejecutivo conducido por el presidente Nicolás Maduro.
No es casualidad que lo redactado en el Informe mencionado fueran las exactas palabras que usara Obama para justificar mediáticamente laextensión por un año más del decreto de «emergencia nacional» contra el país. Cada reporte que promueva la «crisis humanitaria» será usado por los poderes fácticos en su afán golpista.
La propaganda contra Venezuela arrecia a medida que el chavismo da pasos estratétigos para desmontar la guerra. No hay que desatender los nudos imperiales que convergen con estas recursos de la Guerra No Convencional con rostro «ciudadano» que son las ONG como Amnistía Internacional.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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