1. La epidemia más peculiar de todos los tiempos
Cuando nos hablan de una epidemia, normalmente lo primero que pasa por nuestra cabeza es la imagen de la desgracia. La visión de miles de personas muriendo en las calles, de gente que sin esperanza mira al infinito mientras la magnánima muerte vuela sobre las calleslibrando a los hombres de su sufrimiento. A lo largo de la Historia, epidemia ha sido sinónimo de muerte, caos, destrucción y dolor, marcando con su impronta la memoria de los hombres.
Sin embargo, la epidemia que azotó Estrasburgo, Alsacia, en 1518, fue un tanto diferente. En esta región, que entonces hacía parte del Sacro Imperio Romano, ocurrió uno de los eventos más extraños e inexplicables de la Historia: de pronto, sin razón alguna, todos comenzaron a bailar.
2. Los orígenes de la epidemia de baile
La historia comenzó en algún día de Julio de 1518, cuando en esta población una mujer llamada Frau Troffea saltó a las calles y comenzó a bailar. Así, sin ninguna razón aparente, la mujer danzaba por las calles sin detenerse, a los ojos de los vecinos y transeúntes que se preguntaban para sus adentros qué pasaba con la señora.
Cuando los habitantes de Estrasburgo se fueron a dormir, la señora Troffea aún bailaba. Peor aún, al levantarse, la mujer seguía, incólume, con su incesante danza, como llamando a quien quisiera acompañarla. Hasta el momento, parecía que había enloquecido.
Pero luego comenzó a suceder algo muy extraño. Uno tras otro, varios vecinos comenzaron a unirse a la dama. Las calles de la ciudad se volvieron una especie de eterna pista de baile, un lugar en el que muchas personas desfogaban, como autómatas, sus pasiones reprimidas. Tras unos 4 o 5 días, Frau Troffea logró, por fin, dejar de bailar, pero para entonces más de 30 personas se le habían unido. Uno tras otro, nuevas personas se unían al jolgorio, y para finales del mes, los bailarines ya se contaban por centenares. Se calcula que entre 400 y 500 personas bailaron juntas en el momento cúspide de la epidemia.
3. Las curas a la epidemia
El diagnóstico de los galenos, llamados a solucionar la situación, era que la enfermedad se debía a la influencia de la “sangre caliente” (en este momento, se creía que en el cuerpo había 4 fluidos que regulaban los “humores”: sangre, bilis, bilis negra y flema). Sin embargo, el remedio habitual para estos sucesos (la sangría) no resultaría eficiente, por lo que el veredicto fue que los enfermos debían bailar hasta sanarse.
Aunque parezca risible, el asunto no se debe tomar a la ligera. Las personas que bailaban estaban verdaderamente trastornadas y eran físicamente incapaces de detenerse. Muchas personas (seguramente varias decenas) llegaron al punto de morir de cansancio, de ataques cardiacos o de deshidratación. La epidemia del baile cobró sus vidas a la población de Estrasburgo.
Con el tiempo, quienes sobrevivieron al esfuerzo lograron dejar el baile y volver a su vida cotidiana. Sin embargo, el año de 1518 pasó a la historia como el año en el que una epidemia de danzantes sacudió Estrasburgo.
4. “Coreomanía”
Aunque nos parezca absurdo, este evento no es sino la muestra más impresionante de una enfermedad bien conocida y documentada en la época. Con los primeros brotes hasta el siglo VII, la enfermedad no hizo sino aumentar su presencia hasta desaparecer, de súbito, en el siglo XVII. Los expertos actuales no se ponen de acuerdo sobre las características de la dolencia, y si se debía a causas fisiológicas, al surgimiento de sectas y grupos secretos o al fenómeno conocido como la Histeria Colectiva. En cualquier caso, el fenómeno, conocido como “coreomanía”, nos pone ante una sociedad con un comportamiento incomprensible para nosotros.
En todo caso, la coreomanía es la prueba de que el baile, llevado al extremo, puede considerarse una verdadera enfermedad epidémica.
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