Los dragones forman parte de la cultura china desde antes incluso de que existiera China como nación. Cada año, en toda China se celebra un festival para honrar el despertar del dragón, señor del agua en movimiento. Esta larga tradición marca la llegada de la lluvia que nutrirá la siguiente cosecha y recibe el nombre de “longtaitou” que quiere decir “el dragón levanta su cabeza”. Este año, las celebraciones se festejaron el pasado 10 de marzo, es decir, el segundo día del segundo mes lunar según el calendario chino tradicional. Pero ¿qué convierte al dragón en un icono tan fundamental?
En la antigua tradición china, el dragón es una criatura mística dotada de características celestiales. Es el más noble de los animales y en su calidad de comandante de las aguas, dirige el clima, lo que resulta fundamental para una civilización básicamente agraria como la china.
Al mismo tiempo, encarna el pináculo insondable de la fuerza perfecta y la libertad. En la nomenclatura china de las cuatro direcciones, un Dragón Azul administra el este, es decir, la vasta extensión del Océano Pacífico. Para los antiguos chinos, ésta era fuente inagotable y lugar de retorno de todos los arroyos y ríos de la Tierra. Por otra parte, los gobernantes tomaron el dragón amarillo de cinco garras como símbolo exclusivo de la Majestad Imperial. Este animal y su color también representaban el centro, es decir, a la propia China.
Los gobernantes chinos tomaron el dragón amarillo de cinco garras como símbolo exclusivo de la Majestad Imperial. En la imagen, ropajes del emperador chino Qianlong (1736-1796). Museo Grassi de Leipzig, Alemania. (Public Domain)
“Sé que las aves pueden volar, que los peces pueden nadar y las bestias correr”. “¡Pero los dragones! Nunca sabré cómo cabalgan el viento y las nubes en el cielo”, indicó el famoso maestro de la moral secular Confucio.
Estas palabras de Confucio nos hablan de la importancia del dragón en la cultura china. Al mismo tiempo, su declaración es una valoración directa del sabio Lao Tse, contemporáneo suyo, cuya enseñanza de la filosofía taoísta conforma una de los más famosas obras intelectuales realizadas en China.
Las teorías chinas de la estrategia y de las leyes naturales hacen hincapié en la superioridad de “lo sin forma”. Mientras que el tigre, conocido como el rey de las bestias, se considera que posee el yin primordial, o poder terrenal, y todavía está limitado a una base terrena, la fuerza del dragón es una energía invisible, un yang celestial que brota del agua y del clima y reina sobre ellos. Del mismo modo, los difusos y abstractos principios del taoísmo se basan en la no-intención y la comprensión de la esencia de las cosas en lugar de estar apegados a las formas.
La fuerza del dragón es una energía invisible, un yang celestial que brota del agua y del clima y reina sobre ellos. En la imagen, dragón azul chino, emergiendo de las aguas. Jardín chino de San Petersburgo, Rusia. (Public Domain)
En dos reuniones con Lao-Tse, Confucio percibió la profundidad del “viejo maestro” (significado literal del nombre de Lao-Tse). Confucio sabía que sus propias enseñanzas, que eran suficientes para exponer los principios morales que rigen los asuntos seculares, siempre seguirían siendo un subconjunto de la sabiduría de los que lo dejan todo de lado para cultivar el Dao o Camino.
Esencia de un pueblo
La mayoría de pueblos chinos posee sus propios santuarios dedicados a los dragones, que se utilizan para atraer la lluvia y cosechas abundantes. Se dice que los dragones voladores actúan en los cielos como guardianes celestiales, o que tiran de carros divinos. Aparte del Dragón Azul del Este, dragones menores gobiernan las otras direcciones. Resumiendo: allí donde haya cielo o agua, habrá dragones.
Incluso antes de que China dispusiera de una cultura desarrollada, puede hallarse el dragón en tribus neolíticas anteriores a la civilización china tradicional. Los primeros ejemplos conocidos de estas criaturas místicas se pueden encontrar en objetos de jade de la Cultura Hongshan, que habitó la zona fronteriza del noreste de China y Mongolia hace unos 7.000 años.
Dragón neolítico de jade perteneciente a la Cultura Hongshan, recuperado en el año 1973 en las excavaciones arqueológicas de Sanxingtala. Museo Nacional de Beijing, China. (Public Domain)
Numerosos motivos y símbolos religiosos similares, que incluían la veneración al jade y a los dragones, se dieron en otras comunidades chinas ancestrales y se transmitieron a los imperios chinos posteriores.
De hecho, las tradiciones populares narran que los primeros gobernantes chinos eran en realidad dragones convertidos en humanos y enviados para gobernar a los hombres. Se dice que la civilización china surgió cuando el legendario Huang Di o Emperador Amarillo y sus descendientes lideraron a una tribu semi-nómada para atacar al pueblo Yan, con el que finalmente se fusionaron, formando juntos una cultura sedentaria, basada en la agricultura, que se estableció en el Valle del Río Amarillo.
Hasta el día de hoy aún existen varios nombres literarios para el pueblo chino, entre ellos los descendientes de Yan y Huang, así como otro que significa la posteridad del dragón.
Lo que resulta indudable es que el papel del dragón en la simbología imperial china encaja perfectamente con la abundante y cíclica dinámica que rige la historia de la civilización más longeva del mundo.
Parque de Huguang, situado en un lago volcánico de la ciudad de Zhanjiang, provincia de Guandong, China. (Emitchan/CC BY-SA 3.0)
Imagen de portada: Fotografía correspondiente a las celebraciones del Año Nuevo Chino en Sidney, Australia. (J Bar/Public Domain)
Autor: Leo Timm – La Gran Época
Este artículo fue publicado originalmente en La Gran Época y ha sido publicado de nuevo en www.ancient-origins.es con permiso.
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