El planeta está viviendo la sexta extinción de la vida

El libro ‘Naturaleza en riesgo’ busca explicar la constante pérdida de biodiversidad.

Foto: Archivo particular

En la primera extinción, hace 500 millones años, registros fósiles muestran que desapareció el 60 % de todos los géneros.

“Se estima que un tercio de todos los corales que forman arrecifes, un tercio de todos los moluscos de las aguas dulces, un tercio de los tiburones y las rayas, un cuarto de todos los mamíferos, un quinto de todos los reptiles y un sector de todas las aves están cayendo en el olvido”.

Las anteriores no son palabras menores. Se trata de un fragmento del libro La sexta extinción de la periodista Elizabeth Kolebert, ganadora del premio Pulitzer de no ficción del año pasado, que advierte sobre el inminente y progresivo final de la vida en la Tierra, a través de 13 capítulos en los que explica por medio de la historia de especies insignias cómo se está dando tal muerte progresiva.

El libro desarrolló un concepto que cada vez toma más fuerza en el ámbito científico: la hipótesis de que la biodiversidad del planeta está en un proceso paulatino de pérdida, tal como se vivió en otros momentos de la historia, como cuando se extinguieron los dinosaurios, hecho considerado como la quinta extinción de la vida y que se dio hace 66 millones de años. (Lea también: Bosque de niebla de San Antonio, tesoro de la biodiversidad)

Buscando probar tal planteamiento, investigadores del Institute for the Environment y de las universidad es de Standford y Florida (EE. UU.), y Autónoma de México, en un estudio publicado el año pasado en Science Advances, estimaron que incluso en las proyecciones más conservadoras, las especies del planeta están desapareciendo cien veces más rápido de lo que sería normal en un periodo entre extinciones masivas.

Y aunque no es la primera vez que la Tierra enfrenta la muerte extendida de sus flores y animales, en este caso la transformación no responde a un cambio natural, sino que obedece a la intervención directa del ser humano.
En un intento por explicar las dimensiones de esta ‘sexta extinción’, pero ahora para el caso de nuestro país, pues Kolebert ya lo describió para el mundo, el último libro del Banco de Occidente Naturaleza en riesgo explora ecosistema por ecosistema en Colombia para explicar cómo se da tal pérdida en cada uno de ellos.

El biólogo David Rivera Ospina, encargado de la investigación detrás de la publicación, es igual de tajante que la periodista americana: “La degradación ambiental en su conjunto ha llevado a que la biosfera esté en una situación muy crítica. Si no disminuimos esa dinámica posiblemente vayamos hacia el colapso”. (Además: La biodiversidad marina, clave en el desarrollo del país)

Antes de narrar los detalles para las regiones colombianas, Rivera explica que el escenario actual es muy disímil al que hace cientos de millones de años enfrentaba el mundo.

“El planeta estaba en formación. La atmósfera no era estable, el mar empezaba a consolidarse, los volcanes estaban muy activos. Y eso llevó en unas ocasiones a perder hasta el 90 por ciento de la biota que existía en ese momento. ¿Qué pasó? ¿Cómo hizo la naturaleza para, a partir de los poco sobrevivientes, volver a crear la vida? Eso ocurrió no una sino cinco veces”. (Vea: Las cinco extinciones en el planeta).

El investigador colombiano insiste en que otra de las diferencias entre lo que vivimos hoy y esos hitos en la prehistoria de la Tierra es la velocidad a la que se están dando estas desapariciones de especies.

“La historia del pasado nos dice que ocurrieron muchos eventos de extinción, pero que la naturaleza encontró la manera de reorganizarse. Pero eso no sucedió en cientos o en miles de años, sino en millones de años. El fenómeno de ahora es mucho más corto”, precisa.

Por la aceleración de tales cambios, muchas especies no van a tener el tiempo para adaptarse a las nuevas condiciones, afirma el científico, quien agrega que el concepto de sexta extinción no se puede reducir al fenómeno de cambio climático, sino que se debe entender como la conjugación de muchos factores como el desarrollo económico, el crecimiento de la población humana y la degradación y contaminación de los ecosistemas.

Colombia es vulnerable

Al ser un país de regiones y diversos paisajes, la extinción se aproxima a cada uno de ellos de acuerdo con sus particularidades.

Según la investigación de Naturaleza en riesgo, ecosistemas como los páramos tienden en un futuro a quedar como islas dispersas que se irán fragmentando. Este cambio podría ser aprovechado por los productores agrícolas para subir sus cultivos a altitudes que en el pasado eran exclusivas de áreas de conservación. (Lea: La reserva biológica desconocida que esconden los océanos)

En otros casos, como en el hábitat de desierto, estos valles secos podrían experimentar procesos de aridización que pondrán en jaque a especies como el melocactus, una planta de forma cilíndrica que yace semienterrada y está en riesgo de desaparecer.

Pero no se trata solo de valles secos y bosques húmedos, según una investigación de la Pontificia Universidad Javeriana y Conservación Internacional, más de la mitad de los 82 ecosistemas continentales identificados en Colombia se encuentra en mal estado debido a la arrasadora transformación de su fauna, flora y suelos por acciones de los seres humanos.

Si están en crisis los hábitats están también en jaque las especies que viven en ellos. La investigación del Banco de Occidente, por ejemplo, informa que, para el caso de la selva húmeda del Amazonas, 66 plantas de las más de 8.500 existentes en esta región se encuentran en riesgo de desaparecer.

Caso similar le ocurre a especies icónicas como guacamayas y loras . “Estudios de la Universidad Nacional encontraron que con extraer tan solo el 3 por ciento de los ejemplares adultos la tasa de crecimientos se vuelve negativa; con extracciones mayores al 10 por ciento, la probabilidad de extinción en los siguientes 100 años oscila entre 52 por ciento y 100 por ciento”, detalla el informe.

Otros ecosistemas como el bosque seco también están afectados. Se estima que ha sido talado en un 90 por ciento y en lo poco que queda, 116 de sus plantas están en algún grado de amenaza.

En nuestros ríos la situación no es muy diferente. De las 53 especies de peces de agua dulce, que actualmente se encuentran bajo algún grado de amenaza en el país, el 60 por ciento se registra en la cuenca del río Magdalena, el 24,5 por ciento en la cuenca del Amazonas y cerca del 23 por ciento en la cuenca del Orinoco.
Una de las tantas especies que ejemplifica esta tragedia es el bagre rayado del Magdalena, el cual ha presentado una disminución de las capturas del 90 por ciento en los últimos 30 años.

David Rivera Ospina, investigador del libro, insiste en que no se puede generar la idea de que la extinción es imposible de frenar. “Hay que hacer más conscientes a los ciudadanos de que estamos atravesando el fenómeno de la extinción, para que actúen contra la destrucción del planeta”, concluyó.

Un planeta que se resiste a morir

La primera extinción que vivió el planeta Tierra ocurrió hace 500 o 480 millones de años. Registros fósiles muestran que el 60 por ciento de todos los géneros desapareció. La hipótesis más aceptada es que se debió a los fenómenos climáticos. Por razones similares, entre hace 408 y 360 millones de años, este evento se volvió a dar. En el noroccidente de Australia, entre el 60 por ciento y el 85 por ciento de los organismos constructores de arrecifes dejaron de existir.

Luego, hace 250 millones de años, la historia se repitió por tercera vez. Se perdió el 95 por ciento de la vida marina y del 70 por ciento de los vertebrados terrestres. Los científicos consideran este evento como la más grave crisis biótica de la historia y explican que algunas de sus causas fueron el impacto de asteroides, erupciones explosivas, liberación excesiva de metano, caída de niveles de oxígeno.

La cuarta extinción se dio hace 200 millones de años cuando el único gran continente era Pangea. Se estima que murió el 52 por ciento de los géneros marinos y el 80 por ciento de los cuadrúpedos terrestres, los corales, las esponjas, los bivalvos, y muchos anfibios y reptiles.

La última gran extinción se dio hace 65 millones de años y terminó con los dinosaurios. Por ese tiempo, las temperaturas superaron de 6 a 14 grados Celsius las actuales y el mar ascendió unos 300 metros sobre el nivel que tiene hoy.

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