El temor nunca debe paralizarnos, debe ser atendido cuando se presenta. No tiene fuerza por sí solo; es la ausencia de nuestra Luz lo que le da poder.
El temor es a lo desconocido, la cura es el conocimiento. Cuando el temor se presenta nos advierte que hay peligros, porque estamos entrando en un terreno desconocido. Nos está queriendo decir que estemos atentos, que prestemos atención.
Muchas veces el temor nos gobierna y nos paraliza de tal manera que damos la vuelta buscando seguridad en lo conocido. Dejamos de enfrentar esto que se presenta por temor a encararlo. La manera de que desaparezca es conociendo.
El origen del temor no está en nosotros. No generamos temor sin sentido, sino que se presenta porque no tenemos el conocimiento.
La base de muchos de los temores que invaden al hombre está en la fuerza con la que se aferra a su forma física. No quiere padecer en ningún momento, quiere que todo esté preparado y acondicionado para pasar sin lastimarse, sin dolor, y esa no es la realidad de la vida. Hay muchas cosas buenas, lindas y otras que no son tan buenas y hasta desagradables, pero más allá de eso son parte del camino.
En el camino encontraré partes que son llanas, limpias y me será fácil transitarlo. También es probable que encuentre rocas, espinos. Tengo que ir viendo cómo sorteo todo eso, si lo que entiendo es que tengo que avanzar.
Enfrentar lo que se presenta.
Si entendemos que estamos en un camino, tenemos que avanzar y movernos para ir tomando conciencia de lo que es estar vivo. No es simplemente dejarse llevar por la naturaleza, hay que enfrentar a conciencia todo lo que se presenta, y en la medida en que lo hacemos vamos obteniendo respuestas de la vida a partir de las experiencias. Estas respuestas nos dan una comprensión más profunda que la que teníamos hasta el momento. Con este conocimiento vemos un poquito más allá. Esto nos llama a dar otro paso para seguir avanzando, pero también aparece, probablemente, el temor diciéndonos: “¡Cuidado! Acá, donde estás, estás bien ¿para qué ir más allá? Puede haber peligros. Estos temores están muy difundidos dentro del terreno espiritual, y afectando a la mayor parte de la humanidad.
Detrás de lo físico y de lo material hay gente osada, dispuesta a hacer lo que sea para alcanzarlo. Pero tras lo espiritual no hay tantas personas y hay mucha ignorancia y duda, porque hay pocos con la conciencia de vida de lo que eso trata. Hay muchos hablando en función de conclusiones que han sacado, repitiendo lo que han leído, pero no hay tantos que hayan hecho la experiencia y se expresen desde ella.
Hay tanta duda al respecto de todo esto que aparece el temor, sumado a la creencia de que si no cumplimos las Leyes nos espera el infierno. ¿Nos imaginamos humanamente lo que podría ser el fuego eternamente, cuando no queremos ni quemarnos con un fósforo? Porque lo pensamos de esa manera, como si fuera algo físico. La realidad es que ese fuego tiene que ver con las pasiones de los hombres, en las que viven entregados de manera inconsciente del daño que se ocasionan espiritualmente. Sí, con cierto conocimiento o conciencia de los beneficios que se pueden obtener en el mundo. Entonces nos aprovechamos de todas estas pasiones, de todas estas emociones.
No enfrentar lo que en realidad es nuestra Esencia y vivir más entregados y sin tanto temor a las cosas que son del mundo, hace que nunca conozcamos lo que en esencia somos.
Resolver los problemas nos trae soluciones.
Hay complicaciones que aparecen en el camino a partir de que hay que resolver, a cada paso que se da, problemas que se presentan. Los que se presentan desde la naturaleza es algo que naturalmente tendremos que enfrentar, pero hay otros que son generados por nuestra inconsciencia o por nuestro egoísmo, y esto es innecesario. No hace falta que generemos más problemas que los que en realidad vamos a encontrar en nuestro camino.
Los problemas que la vida permite que en nuestro camino se presenten son aquellos que, enfrentándolos sin temor, les encontraremos solución. El temor se presenta para que no superemos el problema o nos afecte de tal manera que no podamos seguir viviendo en paz. Si superamos ese temor y enfrentamos el problema, le encontraremos la solución.
En el camino amoroso que tengo que recorrer, cuando busco las soluciones con Amor, el problema deja de estar presente en mi vida. En lugar de haber problemas que me distraigan, lo que tengo en mi interior, que me trae paz, es solución.
Si camino mi vida con Amor, estoy viendo amorosamente la vida de todos, y como en el Universo marca la Ley: “vivir en Compasión”, que es la consideración amorosa por toda forma de vida, no importa la forma que tenga o haya tomado, sino que desde el Amor la contemplo y la acompaño. Puedo hacerlo si tengo respuestas y soluciones.
Venimos a este mundo a conocernos…
No para criticar a los demás. Es más útil ver lo que hay en nuestro interior que estar viendo lo que hace el otro. Lo que el otro hace no lo puedo cambiar, lo que hay en mi interior sí lo puedo cambiar.
El camino que tenemos que recorrer es el del Amor. Para recorrerlo tenemos que disponernos a vivir de esa manera y a tomar, como debe ser, el Amor por sobre todas las cosas.
Cuando vivimos en Amor, estamos pensando que es algo que vive en todos y que necesitamos comprender a conciencia. Sabemos que vive en todos porque lo encontramos en nuestro interior, lo pudimos conocer y cuando lo conocimos, lo pudimos reconocer en los demás.
Ponerse último, ponerse detrás de todos, nos permite ver a los que marchan por delante, distinguir cuál es la necesidad de cada uno y estar prestos a ayudar. Caminar por delante no me permite ver a los que vienen detrás, y por lo tanto difícilmente entienda lo que es el servicio.
Ésta es una decisión que tenemos que tomar. Seamos sinceros. ¿Adónde nos gusta estar? ¿Nos gusta estar atrás para servir a los demás, o nos gusta estar adelante?
Para estar adelante hay que perder el temor y enfrentar lo que se presenta. Entonces desde ahí sentimos que tenemos fuerza, pero tenemos la fuerza de avanzar siguiendo nuestro impulso sin que nos interese la vida de los otros.
Para estar atrás también hay que perder el temor de lo que estén diciendo y pensando los demás sobre nosotros. Al temor siempre hay que enfrentarlo y superarlo conociendo. Conocemos haciendo la experiencia.
El temor no debe ser quien nos impida avanzar, y no es el temor en sí que puede hacer algo para impedirlo, sino nosotros que no lo enfrentamos.
No es fácil que desaparezcan el temor o los problemas. Los problemas, cuando aparecen, hay que resolverlos para que no existan más, si los hacemos a un lado nos van a perseguir.
Vivamos en función del Amor y todo comenzará a ser más fácil.
DANIEL FERMINADES
Fundación Impulso de una Nueva Vida