El siguiente texto es una intervención de Aleksandr Zinoviev en el seminario teórico “Lecturas Marxistas”, celebrado del 27 al 29 mayo de 2003 en el Instituto de Filosofía de la Academia de las Ciencias de Rusia, y publicado en la colección “El fin de la prehistoria de la humanidad: el socialismo como alternativa al capitalismo“, Omsk, 2004, pp. 207-215.
Han pasado 50 años desde la muerte de Stalin. Sin embargo, Stalin y todo lo que está vinculado a su acción no es algo que pertenece al pasado lejano e indiferente a las personas.
Todavía están vivos bastantes representantes de generaciones para las cuales la época de Stalin continúa siendo su época, independientemente de la forma en cómo la encararon.
Pero lo más importante es que Stalin pertenece al grupo de aquellas personalidades históricas que permanecen eternamente como hitos importantes de nuestra época para todas las futuras generaciones.
Por lo tanto, la fecha redonda de medio siglo es sólo un pretexto para abordar temas que son eternamente actuales.
En este ensayo no pretendo analizar hechos y acontecimientos concretos de la época y de la vida Stalin, sino sólo su esencia social.
La época de Stalin
Para realizar una caracterización objetiva de la época de Stalin es necesario en primer lugar determinar su lugar en la historia del comunismo ruso (soviético). Hoy en día puede considerarse como un hecho la existencia de cuatro períodos en la historia del comunismo ruso: 1) el nacimiento; 2) la juventud (o maduración); 3) la madurez; 4) la crisis y el fallecimiento.
El primer período abarca los años entre la Revolución de Octubre de 1917 y la elección de Stalin como Secretario General del Comité Central del Partido en 1922 o hasta la muerte de Lenin en 1924. Este período se puede definir como leninista, por el papel que en él desempeñó Lenin.
El segundo período abarca los años siguientes hasta la muerte de Stalin, en 1953, o hasta el XX Congreso del Partido en 1956. Este es el período de Stalin.
Se inicia entonces el tercer período que termina con la llegada al poder de Gorbachov en 1985. Este es el período de Jruschov-Brezhnev.
Y el cuarto periodo, iniciado con la conquista del poder por Gorbachov, termina con el golpe anticomunista en agosto de 1991, encabezado por Yeltsin, y la destrucción de el comunismo ruso (soviético).
Después del XX Congreso del PCUS (1956) se estableció firmemente la idea de que el período de Stalin fue un período horrible, y que el propio Stalin fue el más atroz de todos los criminales de la historia humana.
Hoy en día sólo se acepta como cierta la denuncia de las heridas del stalinismo y de los defectos de Stalin. Los intentos de abordar objetivamente este período y la personalidad de Stalin son considerados como apologismo del stalinismo. Incluso así, me atrevo a desviarme de la línea denunciatoria y hablar en defensa, no de Stalin y del stalinismo, sino de su comprensión objetiva.
Creo que tengo este derecho moral, porque en mi juventud fui un antistalinista convencido. En 1939 fui miembro de un grupo terrorista que intentaba llevar a cabo un atentado contra Stalin. Fui detenido por intervenir públicamente contra el culto de Stalin y hasta su muerte hice propaganda antistalinista clandestinamente.
Tras la muerte de Stalin suspendí esta actividad, guiándome por el principio de que en un león muerto hasta un burro puede dar coces. El fallecido Stalin no podía ser mi enemigo. Los ataques contra Stalin dejaron de ser castigados, se hicieron habituales e incluso fueron alentados.
Además de eso, en esa época yo ya me había enderezado en el enfoque científico de la sociedad soviética, incluyendo la época de Stalin. A continuación expongo las principales conclusiones a las que llegué tras muchos años de investigaciones científicas.
Lenin y Stalin
En los años de Stalin, la ideología y la propaganda soviética presentan a Stalin como “el Lenin de hoy”. Hoy creo que esto justo. Naturalmente que hay diferencias entre Lenin y Stalin, pero lo principal, sin embargo, es que el stalinismo fue la continuación y el desarrollo del leninismo, tanto en la teoría como en la práctica de la construcción del comunismo real.
Stalin hizo la mejor exposición del leninismo como ideología. Fue un fiel discípulo y continuador de Lenin. Cualesquiera que hayan sido sus relaciones personales concretas, desde el punto de vista sociológico, forman una personalidad histórica única. Único caso en la historia. No conozco otro caso en el que una figura política de semejante dimensión haya llevado literalmente a la posición divina a su predecesor en el poder, como hizo Stalin con Lenin.
Después del XX Congreso del PCUS se comenzó a confrontar a Stalin con Lenin, y a considerar el stalinismo como una desviación del leninismo. Stalin efectivamente se “desvió” del leninismo, no en el sentido de haberlo traicionado, sino en el sentido de que contribuyó de una forma tan importante que podemos legítimamente hablar de stalinismo como un fenómeno particular.
La revolución política y social
El gran papel histórico de Lenin consistió en haber elaborado la ideología de la revolución socialista, haber creado una organización de revolucionarios profesionales, orientada a la conquista del poder, haber dirigido la fuerzas para la toma y conservación del poder cuando surgió la oportunidad, haber evaluado la situación y asumir el riesgo de tomar el poder, haber utilizado el poder para destruir el sistema social existente y organizar a las masas para la defensa de las conquistas de la revolución contra los contrarrevolucionarios y los intervencionistas.
En resumen, consistió en haber creado las condiciones para la construcción del régimen social comunista en Rusia.
Sin embargo, este régimen en si se formó después de su muerte, en el período de Stalin, se formó bajo la dirección de Stalin. El papel de estas figuras es tan enorme que se puede afirmar categóricamente que sin Lenin la revolución socialista no habría vencido, y que sin Stalin no habría surgido la primera sociedad comunista de la historia de gran dimensión.
Un día, cuando la humanidad, en nombre de su auto-preservación, vuelva a ver el comunismo como la única vía para evitar el colapso, el siglo XX será llamado el siglo de Lenin y de Stalin.
Distingo la revolución política de la revolución social. En la revolución rusa ambas se fusionaron. En el periodo de Lenin prevaleció la primera, mientras que en el período de Stalin fue la segunda la que pasó a primer plano.
La revolución social no consistió en la liquidación de las clases de los capitalistas y propietarios, en la liquidación de la propiedad privada de la tierra, de las fábricas y empresas, de los medios de producción. Este fue sólo el lado negativo, destructor, de la revolución política. La revolución social, como tal, por su contenido positivo, constructor, significó la creación de una nueva organización social de las masas de muchos millones de la población del país.
Este fue un grandioso proceso sin precedentes de integración de millones de personas en colectivos comunistas, en una nueva estructura social con nuevas relaciones entre las personas, un proceso de formación de muchos cientos de miles de células de trabajo, de un tipo nunca visto antes, y de su unificación en un todo único tampoco nunca antes visto.
Este fue un grandioso proceso de creación de una nueva forma de vida para millones de personas, con una nueva psicología e ideología.
Quiero hacer una especial mención a la siguiente situación. Tanto los críticos como los apologistas del stalinismo conciben este proceso como si Stalin y sus compañeros se hubiesen limitado a concretar los proyectos marxistas-leninistas. Este es un profundo error. No había ningún proyecto de éstos. Había ideas generales y consignas que podían ser interpretadas, y que fueron en realidad interpretadas, como se suele decir, a izquierdas y derechas.
Ni Stalin ni sus seguidores disponían de tales proyectos. Lo que sucedió fue creación histórica, en el pleno sentido de la palabra. Los constructores de la nueva sociedad tenían ante sí tareas concretas en el establecimiento del orden social, en la lucha contra la delincuencia, contra los desamparados, en garantizar la alimentación y el alojamiento de las personas, en la construcción de escuelas y hospitales, en la creación de medios de transporte, en la construcción de fábricas industriales para la producción de bienes de consumo necesarios, etc.
Actuaron de acuerdo a las necesidades vitales, en función de los medios y condiciones existentes, en función de las leyes sociales objetivas, de las que no tenían la mínima noción, pero con las que tuvieron que enfrentarse en la práctica, actuando según el principio de la experimentación y el error. No pensaron que, de ese modo, estaban creando las células del nuevo organismo social con su estructura natural y sus relaciones sociales objetivas, independientes de su voluntad.
Su acción tuvo éxito en la medida en que, de una u otra forma, tuvieron en cuenta las condiciones objetivas y las leyes de la organización social. En última instancia, Stalin y sus camaradas actuaron de acuerdo con la necesidad vital y las tendencias objetivas de la vida real, y no en función de ningún dogma ideológico, como les imputan los falsificadores de la historia soviética.
Las riquezas materiales y culturales creadas en los años de Stalin fueron tan inmensas que, en comparación, las riquezas heredadas de la Rusia prerrevolucionaria parecen una gota de agua en el océano.
Todo lo que fue nacionalizado y socializado después de la revolución tuvo en realidad mucha menos importancia que lo que se suele decir. La base material y cultural de la nueva sociedad tuvo que ser creada desde cero después de la revolución, utilizando el nuevo sistema de poder.
Con el tiempo, las tareas concretas que obligaron a los constructores de la nueva sociedad a llevar a cabo la colectivización, la industrialización y otras iniciativas de gran escala, pasaron a un segundo plano o fueron completadas. Sin embargo, el aspecto social, no concienciado y no planificado, se reveló como uno de los principales logros de este período de la historia del comunismo ruso.
Quizás el resultado más importante de la revolución social, que atrajo al lado del nuevo régimen a la inmensa mayoría de la población, ha sido la formación de colectivos laborales, gracias a los cuales la gente accedía a la vida pública y sentían que la sociedad y las autoridades miraban por ellas. La propensión de las personas a la vida colectiva, sin patrones y con la participación activa de todos, era algo nunca antes visto en lugar alguno.
Las manifestaciones y las asambleas eran voluntarias. Las personas las encaraban como fiestas. A pesar de todas las dificultades, la ilusión de que el poder en el país pertenecía al pueblo se imponía a todo en aquellos años. El fenómeno del colectivismo era entendido precisamente como un indicador del poder popular. Poder popular, no en el sentido de la democracia occidental, sino en el sentido literal.
Los representantes de los estratos más bajos de la población (que eran la mayoría) ocupaban los niveles más bajos del escenario social y participaban en el espectáculo social no sólo como espectadores, sino como actores. Los actores que estaban en los más altos niveles del escenario y en los papeles más importantes, en su gran masa, estaban también en el nivel del resto del pueblo. La historia nunca había conocido una dinámica vertical de la población como la vista en aquellos años.
La colectivización y la industrialización
Existe la firme idea de que los koljoses fueron una repugnante invención de Stalin basada en puras consideraciones ideológicas. Esto es un disparate increíble. La idea de los koljoses no es una idea de Marx y nada tiene que ver con el marxismo clásico. No fue introducida en la vida a partir de la teoría. Nació en la propia vida real y no en el comunismo imaginario. La ideología solamente fue utilizada como medio de legitimar esta creación histórica.
La colectivización no resultó de una mala intención, sino que fue una trágica inevitabilidad. En cualquier caso, el proceso de emigración de la gente a las ciudades no podía ser capturado. La colectivización se aceleró. Sin ella, este proceso se arrastraría, probablemente de forma aún más dolorosa, durante varias generaciones.
Pero la situación estaba lejos de proporcionar a la dirección soviética la posibilidad de elegir. En las condiciones históricamente creadas, la elección de Rusia era vivir o morir. Y en lo que respecta a las vías de supervivencia no había ninguna elección. Stalin no fue el artífice de la tragedia rusa, sino sólo su intérprete.
Los koljoses fueron un mal, pero no por mucho un mal absoluto. Sin ellos, en las condiciones existentes, habría sido imposible la industrialización, y sin la última nuestro país habría sido destruido a lo largo de los años 30, si no antes.
Pero, en sí mismos, los koljoses no tenían apenas defectos. Una de las seducciones del comunismo real, y uno de sus logros, consistió en liberar a la gente de la ansiedad y la responsabilidad asociadas a la propiedad. A pesar de los koljoses hayan desempeñado este papel de forma negativa para decenas de millones de personas, los jóvenes pudieron convertirse en tractoristas, mecánicos, contables, jefes de brigada, etc.. En torno a los koljoses surgieron cargos “intelectuales” en los clubes, puestos médicos, escuelas, estaciones de máquinas y tractores.
El trabajo conjunto de muchas personas se transformó en vida social, y el hecho en si de interactuar proporcionaba diversión. Las reuniones, conferencias, charlas, las sesiones de propaganda y otros eventos de la nueva vida ligados a los koljoses hicieron la vida de la gente más interesante de lo que era antes. En el nivel cultural en el que estaba la gran masa de la población, todo esto tuvo una gran importancia, a pesar de la pobreza y el formalismo de estas iniciativas.
Igual que la colectivización, también la industrialización de la sociedad soviética fue mal entendida. Su aspecto más importante, precisamente el aspecto sociológico, escapó del campo de visión tanto de los apologistas como de los críticos del stalinismo.
Los críticos analizaron la industrialización, en primer lugar, a partir de criterios de la economía occidental, como económicamente no rentable (un absurdo, según sus conceptos) y, en segundo lugar, como un voluntarismo dictado por consideraciones ideológicas. En cuanto a los apologistas, pasaron por alto el hecho de que aquí nació el fenómeno cualitativamente nuevo de la super-economía, gracias a la cual la Unión Soviética, en un plazo sorprendentemente corto, se convirtió en una gran potencia industrial. Lo más espantoso es que también pasaron por alto el papel que desempeñó la industrialización en la organización social de las masas de la población.
La organización del poder
En los últimos años, por un lado, se llevó a cabo la integración de los diferentes pueblos dispersos por un vasto territorio en un solo organismo social. Por otro lado, se llevó a cabo la diferenciación interna y la complejidad estructural de este organismo. Este proceso generó necesariamente la expansión y densificación del sistema de poder y de administración de la sociedad.
En las nuevas condiciones también dió origen a las nuevas funciones de poder y de administración.
Fue precisamente en la época de Stalin que se formó el sistema estatal y partidario de poder y administración. Pero este sistema no surgió inmediatamente después de la revolución. Su creación tomó muchos años, a pesar de que el país necesitaba ser gobernado desde los primeros días de la existencia de la nueva sociedad. ¿Como era, entonces, gobernado?
Por supuesto que antes de la revolución existía el aparato estatal ruso. Pero este fue destruido por la revolución. Sus fragmentos y la experiencia laboral fueron utilizados para la creación de la nueva máquina del Estado. Pero eso no era suficiente, se necesitaba algo más. Este otro medio de administración del país, en las condiciones de la destrucción que siguieron a la revolución y a la creación de un sistema normal de poder, fue el poder popular nacido con la revolución.
Al utilizar la expresión “poder popular” o “poder del pueblo” no le atribuyo ningún sentido valorativo. No comparto la ilusión de que, supuestamente, el poder popular es una cosa buena. Me refiero sólo a una determinada estructura de poder en determinadas circunstancias históricas y nada más.
Estas son las principales características del poder popular. La inmensa mayoría de los cargos de dirección, de los niveles inferiores a la propia cúpula, eran ocupados por personas de las capas inferiores de la población. Hablamos de millones de personas.
El dirigente oriundo del pueblo, en su actividad, se dirige directamente al mismo pueblo, ignorando el aparato oficial. Para las masas populares el aparato oficial se presenta como algo que les era hostil y como un obstáculo para su líder dirigente. Esto dio lugar a métodos de dirección voluntarios. Esto era porque el dirigente tiene libre albedrío para manipular al personal del aparato inferior del poder oficial, transferirlos, arrestarlos.
El dirigente aparecía con un líder del pueblo. El poder sobre la gente era sentido directamente, sin ningún tipo de escalones intermedios y camuflajes.
El poder popular es la organización de las masas de la población. El pueblo debe estar organizado de una determinada manera, para que sus líderes puedan dirigirlo de acuerdo a su voluntad. La voluntad del líder no tiene peso sin la correspondiente preparación y organización de la población. Para esto había ciertos medios, todo tipo de activistas, pioneros, trabajadores de choque, héroes.
La gran masa de la gente es en principio pasiva. Para movilizarla y orientarla en la dirección precisa es necesario seleccionar una parte activa relativamente pequeña. Esta parte necesita ser estimulada, tener algunas ventajas y ser investida de poder real sobre el resto de la población.
Y en todas las instituciones surgieron grupos informales de activistas, que en la práctica tenían bajo vigilancia y control toda la vida del colectivo y de sus miembros. Dirigir las instituciones sin su apoyo era prácticamente imposible. Los activistas eran habitualmente personas con una posición social relativamente baja, y a veces la más baja.
A menudo eran entusiastas desinteresados. Pero, poco a poco, este cuadro de activistas de base se convirtió en una mafia, que aterrorizaba a todos los empleados de la institución y daba indicaciones acerca de todo. Pero tenía el apoyo del colectivo y de los líderes de arriba. En esto residía su fuerza.
En el sistema de Stalin, el poder superior no era el aparato estatal, sino el supraestatal, disociado de cualquier norma legislativa. Se componía de grupos de personas, cuya posición en el grupo y la parte del poder que tenían dependían personalmente del jefe (líder). Estos grupos se formaron en todos los niveles de la jerarquía, comenzando en la cúpula, encabezada por el propio Stalin, hasta el nivel de las regiones y empresas.
Las principales palancas del poder eran el aparato del Partido y el Partido en su conjunto, los sindicatos, el Komsomol, los órganos de seguridad del Estado, las fuerzas de orden internas, el mando militar, el cuerpo diplomático, los jefes de las instituciones y de las empresas que ejecutaban tareas estatales de especial relevancia, la élite científica y cultural, etc. El poder estatal (los soviets) se subordinaba al poder supraestatal.
Un componente importante del poder de Stalin era lo que se comenzó a designar como “nomenclatura”. El papel de la “nomenclatura” fue muy exagerado y falseado por la propaganda anti-soviética. ¿Qué era realmente la nomenclatura? En los años de Stalin integraban la nomenclatura funcionarios del partido especialmente seleccionados y fiables desde el punto de vista del poder central, que aseguraban la dirección de grandes masas de personas en las diferentes regiones del país y en las diversos esferas de la vida de la sociedad.
La situación de la dirección era relativamente simple. Las directrices generales eran claras y estables, los métodos de dirección primitivos y estandarizados, el nivel cultural y profesional de las masas dirigidas era bajo, las tareas de la actividad de las masas y las reglas de su organización eran relativamente simples y más o menos uniformes.
De este modo, prácticamente cualquier dirigente del partido integrado en la nomenclatura podía con igual éxito dirigir la literatura, el territorio de toda una región, la industria pesada, la música, el deporte. La principal tarea de una dirección de este tipo era promover y mantener la unidad y la centralización de la dirección del país, familiarizar a la población con las nuevas formas de interrelación con el poder y resolver a cualquier precio algunos problemas importantes de Estado.
Las represiones
La cuestión de las represiones es de suma importancia para la comprensión tanto de la historia de la formación del comunismo ruso, como de su esencia en cuanto a sistema social. Aquí coincidieron factores de naturaleza diversa, vinculados no sólo a la esencia del régimen social comunista, sino también a las condiciones históricas concretas, así como las condiciones naturales de Rusia, sus tradiciones históricas y el carácter del material humano existente.
Se había producido la Guerra Mundial [I]. El imperio ruso se derrumbó (en esto los comunistas fueron lo menos culpables). Se hizo la revolución. En el país reina la desorganización, la destrucción, el hambre y la miseria, florece la criminalidad.
Se da una nueva revolución, esta vez socialista. Sigue la guerra civil, la intervención, las insurrecciones.
Ningún poder podría establecer el más elemental orden social sin represiones en masa. La propia formación del nuevo régimen social fue acompañada literalmente por una ola de críminalidad en todos los ámbitos de la sociedad, en todas las regiones del país, en todos los niveles de la jerarquía en formación, incluyendo en los órganos poder, administrativos y punitivos. El comunismo llegó a la vida como una liberación de las masas, no sólo de las cadenas del antiguo régimen, sino también de los más elementales factores de contención.
El desorden, el fingimiento, el robo, la corrupción, el alcoholismo, la prevaricación en cargos públicos, etc., que florecieron en la época anterior a la revolución, se convirtieron literalmente en reglas generales del modo de vida de los rusos (ahora soviéticos).
Las organizaciones del Partido, el Komsomol, los colectivos, la propaganda, los órganos de educación, etc. hicieron esfuerzos titánicos para cambiar esta situación. Y, de hecho, se avanzó mucho. Pero serían impotentes sin los órganos punitivos.
El sistema de Stalin de represiones en masa surgió como una medida de autodefensa de la nueva sociedad, en relación a la epidemia de criminalidad generada por un conjunto de circunstancias. Este sistema se convirtió en un factor activo permanente de la nueva sociedad, un elemento necesario para su autoconservación.
La revolución económica
Sobre la economía de la época de Stalin, decir que se procedió a la colectivización y a la industrialización se queda corto. En este período fue creada una forma específicamente comunista de la economía, que incluso llamaría supereconomía.
Estas son sus principales características. En los años de Stalin fue creado un gran número de colectivos laborables de base (células), que en su conjunto dieron origen a una supereconomía específicamente comunista. Las células no eran constituídas espontáneamente, por la voluntad individual, sino por decisión de las autoridades. Éstas decidían las tareas de las células, el número y qué trabajadores debían contratar, la remuneración y todos los demás aspectos de su actividad.
Este no era resultado del arbitrio total de las autoridades. Éstas tuvieron en cuenta la situación existente y las posibilidades reales. Las células económicas se integraban en el sistema de otras células, es decir, eran parte de grandes uniones económicas (tanto por ramas como territoriales), y en última instancia de toda la economía en su conjunto. Naturalmente que tenían algún autonomía en su actividad. Pero en lo esencial estaban limitadas a las tareas y condiciones de las mencionadas uniones.
Por encima de las células económicas se creó una estructura jerárquica en forma de red, constituída por instituciones de poder y administrativas, que aseguraba la coordinación de su actividad. Esta estructura fue organizada según el principio del mando y subordinación, así como el de la centralización. En Occidente le llamaron economía de mando y la consideraban como algo pernicioso, contraponiendo su economía de mercado, glorificada como el bien por excelencia.
La supereconomía comunista organizada y administrada desde arriba tenía un objetivo determinado. Este consistía en lo siguiente: en primer lugar, asegurar al país los recursos materiales que les permitiesen sobrevivir en el mundo circundante, mantener su independencia y acompañar el progreso; en segundo lugar, garantizar a los ciudadanos del país los medios necesario para la existencia; en tercer lugar, garantizar trabajo a todas las personas aptas, como fuente principal, y para la mayoría la única, de existencia; en cuarto lugar, incorporar a toda la población apta para el trabajo en la actividad laboral en colectivos de base.
Este objetivo estaba vinculado orgánicamente a la necesidad de planificar la actividad de la economía, desde las células de base hasta la economía en su conjunto.
De ahí los famosos planes quinquenales de Stalin.
La planificación de la economía soviética suscitó una irritación particularmente fuerte en Occidente y fue objeto de todo tipo de burla.
Pero sin ningún fundamento. La economía soviética tenía sus deficiencias. Sin embargo, estas no eran resultado de la planificación en si. Por el contrario, la planificación permitió controlar estas deficiencias y lograr éxitos, los que, en esos años, eran reconocidos en todo el mundo como algo sin precedentes.
Es común pensar que la economía occidental es supuestamente más eficiente que la soviética. Desde el punto de vista científico, esta opinión es simplemente absurda. Es necesario distinguir criterios económicos y sociales en la evaluación de la eficiencia de la economía.
La eficiencia social de la economía se caracteriza por la capacidad de existir sin desempleo y sin la quiebra de empresas no rentables, por condiciones de trabajo más leves, por la capacidad de concentrar más medios y esfuerzos en la resolución de tareas a gran escala, entre otros aspectos. Desde este punto de vista, la economía de Stalin reveló precisamente la máxima eficacia, lo que constituyó uno de los factores de escala epocal y global.
La revolución cultural
El período de Stalin estuvo marcado por una revolución cultural sin precedentes en la historia de la humanidad, que involucró a millones de personas. Esta revolución fue una condición absoluta necesaria para la supervivencia de la nueva sociedad.
El material humano, heredado del pasado, no cumplía las exigencias de la nueva sociedad en todos los aspectos de su actividad vital, en particular, en la producción, en el sistema de administración, en la ciencia y en el ejército. Se necesitaban millones de personas instruidas y profesionalmente capacitadas. ¡En la resolución de este problema, la nueva sociedad demostró sus ventajas ante todos los demás tipos de sistemas sociales!
El bien más accesible en esta sociedad resultó ser aquel que era el menos accesible en el pasado histórico, es decir, la educación y la cultura. Se puso de manifiesto que era más fácil dar a la gente una buena educación y acceso a las cumbres de la cultura, que darles una vivienda adecuada, ropa y alimentos.
El acceso a la educación y a la cultura fue la mayor compensación por la mediocridad de las condiciones del día a día. La gente estaba dispuesta a soportar las dificultades de lo cotidiano desde que recibían educación y cultura.
Esta atracción de millones de personas era tan poderosa que ninguna fuerza en el mundo la podría detener. Cualquier intento de hacer retroceder al país a la situación previa a la revolución, era visto como la amenaza más terrible contra esta conquista de la revolución. En este contexto, las condiciones de lo cotidiano tenían un papel secundario. Sería necesario vivir en este tiempo para evaluar tal estado de espíritu.
Más tarde, cuando la educación y la cultura se convirtieron en un derecho adquirido, habitual y común, este estado mental desapareció y quedó en el olvido. Pero existió y desempeñó su papel histórico. No surgió por sí mismo, pero constituyó una de los logros de la estrategia social de Stalin. Fue creado intencionadamente, de forma manera sistemática y planificada.
Se consideraba que un elevado nivel educativo y cultural de la población era una condición necesaria del comunismo, de acuerdo con los fundamentos esenciales de la ideología marxista. En este punto, como en muchos otros, las necesidades concretas de la vida coincidían como los postulados de la ideología. En los años de Stalin, el marxismo como ideología correspondía a las exigencias del curso real de la historia.
La revolución ideológica
Todos los autores que escriben sobre la época de Stalin dedican mucha atención a la colectivización, la industrialización y las represiones en masa. Pero en esta época tuvieron lugar otros acontecimientos de enorme dimensión, sobre los que se escribe poco o son prácticamente omitidos. Entre ellos están en primer lugar la revolución ideológica.
Desde el punto de vista de la formación del comunismo real, no la considero menos importante que otro acontecimientos de la época. Aquí se trataba de la formación del tercer pilar de cualquier sociedad contemporánea, junto con el sistema de poder y la economía – una ideología estatal única (secular y no religiosa) y un mecanismo ideológico centralizado, sin el cual el éxito de la edificación del comunismo sería inconcebible. En los años de Stalin se definió el contenido de la ideología, sus funciones en la sociedad, los métodos de influir en las masas, la estructura de las instituciones ideológicas y las normas de su funcionamiento.
El punto culminante de la revolución ideológica fue la publicación de la obra de Stalin, “Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico“. Existe la opinión de que supuestamente esta obra no fue escrita por el propio Stalin. Pero aunque Stalin se haya apropiado de un trabajo de otro, la decisión de publicarlo tuvo un papel incomparablemente más importante que la redacción de este texto bastante primitivo desde el punto de vista intelectual.
Al hacerlo, se dio cuenta de la la necesidad de un texto ideológico de esta naturaleza, lo firmó y dio una gran papel histórico. Este artículo, relativamente corto, constituye una auténtica obra maestra ideológica (no sólo científica sino también ideológica) en el sentido pleno de la palabra.
Después de la revolución y de la guerra civil, al Partido que conquistó el poder se le impuso la tarea de imponer su ideología en toda la sociedad. De lo contrario, no conservaría el poder. En la práctica esto significaba trabajar ideológicamente las amplias masas de la población, crear para este fin un ejército entero de expertos, formar cuadros ideológicos, un aparato ideológico permanentemente activo, introducir la ideología en todas las esferas de la vida. ¿Y cuál era el punto de partida? Una población analfabeta de la que el 90% era religiosa. Un caos ideológico y la confusión en los medios intelectuales. Cuadros del Partido mal formados, escolásticos y dogmáticos, que se enredaban en todo tipo de corrientes ideológicas.
Conocían mal propio marxismo. Ahora, cuando se imponía la tarea vital de orientar el trabajo ideológico de las masas con un bajo nivel de instrucción y contaminadas con la ideología de la autocracia religiosa, los teóricos del Partido se revelaron completamente impotentes.
Se necesitaban textos ideológicos que permitiesen hablar a las masas de forma convencida y sistemática. El principal problema no era el desarrollo del marxismo como fenómeno abstracto de la cultura filosófica, sino la búsqueda de la manera más sencilla y viva de elaborar frases, discursos, consignas, artículos y libros marxistas.
Era necesario rebajar el nivel históricamente legado por el marxismo, de modo que pudiese convertirse en la ideología de la mayoría de la población, intelectualmente primitiva y poco instruída. Aunque rebajasen y vulgarizasen el marxismo, los stalinistas extrajeron de él su núcleo racional, aquello que era más esencial, además de todo lo demás.
¡Presten atención al caos ideológico que reina en la Rusia actual, reparen en las búsquedas infructuosas de una cierta “idea nacional”, en las interminables quejas sobre la falta de una ideología eficaz! ¡Sin embargo, el nivel de instrucción de la población es inconmensurablemente mayor de lo que era al comienzo de la época de Stalin, las investigaciones ideológicas implican enormes fuerzas intelectuales y existe una experiencia en esta área de muchas décadas de progreso mundial! Sin embargo, el resultado es nulo.
Para evaluar los méritos del stalinismo en esta área, basta con compara su época con la actual. Es cierto que con el tiempo el marxismo se ha convertido en objeto de burla.
Pero esto sólo ocurrió pasadas varias décadas y sólo en círculos intelectuales relativamente estrechos, en un momento en que la revolución ideológica de Stalin ya había cumplido su misión histórica.
Además, la ideología soviética, nacida en los años de Stalin, no murió de muerte natural, sino que fue simplemente rechazada como consecuencia del golpe de Estado anticomunista. El estado ideológico que la sustituye constituye una colosal degradación espiritual de Rusia.
La política de las nacionalidades de Stalin
Una de las innumerables injusticias en la evaluación de Stalin y del stalinismo es el hecho de lanzar sobre ellos la culpa por los problemas nacionales que surgieron como resultado de la destrucción de la Unión Soviética y del régimen social (comunista) soviético en los países de esta región. Sin embargo, fue precisamente en los años de Stalin donde se tomaron las mejores decisiones sobre las cuestiones nacionales, entre todo lo que era conocido de la historia de la humanidad. Fue precisamente en los años de Stalin que se inició la formación de una nueva comunidad humana, nacional y verdaderamente fraterna (en la orientación y tendencia principal).
Hoy en día, cuando la época de Stalin se convirtió en patrimonio de la historia, lo más importante no es buscar sus defectos, sino señalar los éxitos del internacionalismo realmente alcanzados. No puedo detenerme en este tema. Señalo sólo una cosa: para mi generación, creada en las posguerra, los problemas nacionales se consideraron resueltos. Comenzaron a ser inflados y provocados artificialmente ya después de la muerte de Stalin como uno de los medios de la “guerra Fría” de Occidente contra nuestro país.
Stalin y el comunismo internacional
El tema del papel internacional de Stalin y del stalinismo excede los límites de este artículo. Por eso hago sólo pequeñas observaciones. Stalin comenzó su gran misión de construcción de la sociedad comunista real refutando el dogma actual del marxismo clásico de que, supuestamente, el comunismo sólo puede ser construido de forma simultánea en los países avanzados occidentales, y proclamando la consigna de la construcción del comunismo en un sólo país.
Se dio cuenta de esto. Además, comenzó a utilizar deliberadamente los logros del comunismo en un sólo país para su difusión por todo el mundo.
Al final del gobierno de Stalin, el comunismo estaba realmente conquistando el planeta. La consigna del comunismo como el brillante futuro de la humanidad parecía real como nunca antes. Independientemente de la actitud que tenga hacia el comunismo y hacia Stalin, es indiscutible que ningún otro dirigente político tuvo tal éxito. El odio que perdura hasta nuestros días contra él se debe no tanto al mal que causó (muchos lo superaron en este aspecto), sino a su éxito personal sin precedentes.
El triunfo del stalinismo
La guerra de 1941-1945 contra la Alemania de Hitler fue la mayor prueba al stalinismo y a Stalin personalmente. Hay que reconocer como un hecho indiscutible que el stalinismo y Stalin resistieron esta prueba. La mayor guerra de la historia de la humanidad contra el enemigo más fuerte y más temido, tanto en el plano militar como en los restantes aspectos, terminó con una victoria triunfal de nuestro país.
El principal factor de la victoria fue, en primer lugar, el sistema social comunista, instaurado en nuestro país tras la Revolución de Octubre de 1917, en segundo lugar, el stalinismo como constructor de este régimen y Stalin personalmente, como dirigente de esta construcción y como organizador de la vida del país en los años de la guerra y comandante supremo de las fuerzas armadas del país.
Todas las batallas de Napoleón en conjunto parecen insignificantes en comparación con esta guerra de Stalin. Napoleón fue derrotado al final, mientras que Stalin tuvo una victoria triunfal, contra todo pronóstico de aquellos que daban una rápida victoria a Hitler. Se dice que los vencedores no son juzgados. Pero en lo que respecta a Stalin, todo se hace a la inversa. Una multitud de pigmeos de todo tipo hacen unos esfuerzos titánicos de falsificar la historia y robar este gran hecho histórico a Stalin y a los stalinistas.
Para mi vergüenza tengo que reconocer que compartí esta actitud hacia Stalin, como dirigente del país en los años de preparación para la guerra y en su trascurso, cuando era un anti-stalinista y testigo de los acontecimientos de estos años.
Pasaron muchos años de estudio, investigación y reflexión antes de la pregunta: “¿Qué habría hecho si estuviese en el lugar de Stalin?“, Me respondí a mí mismo: “No podría haberlo hecho mejor que Stalin“.
¿Los que están contra Stalin en relación a la guerra? Cuando oímos a tales “estrategas” (entre ellos, un poeta del siglo XIX escribió: “Cualquiera se considera estratega cuando ve la batalla desde fuera“), no conseguimos imaginar a una persona más estúpida, cobarde, etc., a la cabeza de un Estado que Stalin en esos años. Aparentemente, Stalin no preparó al país para la guerra. En realidad Stalin, desde sus primeros días en el poder, sabía que la agresión por parte de Occidente era inevitable. Con la llegada de Hitler al poder en Alemania concluyó que sería necesario luchar contra los alemanes. Incluso para nosotros, entonces alumnos de la escuela, esto era como un axioma. Stalin no sólo predijo sino que preparó el país para la guerra.
Pero una cosa es organizar y movilizar los recursos existentes para preparar el país para guerra. Otra es crear estos recursos. Para crearlos, en las condiciones de la época, era necesario industrializar el país, pero para la industrialización era necesario realizar la colectivización de la agricultura, era necesario efectuar la revolución cultural e ideológica, era necesario dar instrucción pública a la población y muchas otras cosas. Para todo esto fueron necesarios unos esfuerzos titánicos durante muchos años. Dudo que otra dirección del país, diferente de la de Stalin, consiguiese llevar a cabo esta tarea. La dirección de Stalin lo consiguió.
Se convirtió en algo común acusar a Stalin de haber descuidado el comienzo de la guerra, de no haber creído aparentemente las advertencias de la contrainteligencia, de haber confiado en Hitler, etc. No sé si tales afirmaciones son resultado de algún idiotismo intelectual o de una deliberada ignominia. Stalin preparó el país para la guerra. Pero no todo dependía de él. Simplemente no fue posible prepararnos adecuadamente. Por cierto, los estrategas que manipulaban a Hitler, así como el propio Hitler, no estaban locos. Estaban decididos a derrotar a la Unión Soviética antes de que esta estuviese mejor preparada para rechazar la agresión. Todo esto es banal.
¿Es posible que uno de los estrategas políticos más eminentes de la historia de la humanidad no haya comprendido estas banalidades? Las comprendió. Pero apostaba al mismo tiempo en el “juego” de la estrategia mundial y buscaba a toda costa posponer el inicio de la guerra. Admitamos que en esta etapa de la historia fue derrotado. En contrapartida compensó sobradamente este fracaso con otros pasos. La historia no acabó aquí.
Stalin es considerado culpable de la derrota del ejército soviético a comienzos de la guerra, y de muchas más cosas. No voy a entrar a analizar este tipo de acontecimientos. Enuncio sólo una conclusión general.
Estoy convencido de que, en cuanto a la comprensión de la situación en su conjunto en todo el mundo en los años de la II Guerra Mundial, incluyendo la parte de la guerra de la Unión Soviética contra Alemania, Stalin estaba por encima de todos los grandes políticos, teóricos y líderes militares, que de una u otra manera participaron en la guerra. Sería exagerado decir que Stalin previno todo y planeó todo el curso de la guerra. Naturalmente que se hicieron previsiones y planes elaborados. Pero hubo muchas cosas imprevistas, no planificadas y no deseadas.
Esto es evidente. Pero aquí lo importante es lo siguiente: Stalin evaluó correctamente la situación y consiguió utilizar en aras de la victoria hasta nuestras grandes pérdidas. Pensaba y actuaba, se puede decir, como Kutuzov (Comandante supremo de las fuerzas armadas rusas en 1812. Derrotó a los ejércitos de Napoleón en la Guerra Patria de 1812-1813, y liberó Polonia y Alemania de la ocupación francesa). Era la estrategia militar más adecuada a las condiciones concretas y reales, y no idealizadas, de aquel período.
Incluso admitiendo que Stalin se dejó engañar por Hitler al comienzo de la guerra (algo que no creo), la verdad es que utilizó admirablemente el hecho de la agresión hitleriana para atraer a su lado la opinión pública mundial, lo que jugó un papel determinante en la división de Occidente y en la creación de la coalición anti-Hitler. Algo similar ocurrió con otras situaciones difíciles para nuestro país.
Los méritos de Stalin en la Guerra Patria de 1941-1945 son tan significativos e indiscutibles, que sería un gesto de elemental justicia histórica devolver su nombre a la ciudad del Volga, donde tuvo lugar la batalla más importante de la guerra. El quincuagésimo aniversario de la muerte de Stalin sería una ocasión apropiada para ello.
Stalin y Hitler
Uno de los medios de falsificación y descrédito de Stalin y el stalinismo es identificarlos con Hitler y, por lo tanto, con los nazis alemanes. El hecho de que entre estos dos fenómenos existan similitudes no es razón para su equiparación. Sobre esta base se puede acusar de stalinismo a Brezhnev, Gorbachov, Yeltsin, Putin, Bush, y muchos otros. Es cierto que hubo una influencia. Pero la influencia de Stalin en Hitler fue mayor que la del segundo en el primero. Además, aquí actuó la ley social de la asimilación mutua de adversarios sociales. Tal asimilación fue señalada en su época por los sociólogos occidentales en las relaciones entre el sistema soviético y occidental. Me refiero a la teoría de la convergencia (aproximación) de estos sistemas.
Pero lo principal no reside en la similitud entre el stalinismo y el nazismo (y el fascismo), sino en sus diferencias cualitativas. El nazismo (y el fascismo) es un fenómeno que surge en el contexto del sistema occidental (capitalista) y en sus esferas política e ideológica. Mientras que el stalinismo es una revolución social en los propios cimientos del sistema social y la fase inicial de la evolución del sistema social comunista, y no sólo un fenómeno político e ideológico. El odio que los nazis (fascistas) tenían al comunismo no es una casualidad. Los dueños del mundo occidental alentaron el nazismo (fascismo) por ser anticomunista, un medio de luchar contra el comunismo.
No se debe olvidar que Hitler sufrió una derrota vergonzosa y Stalin obtuvo una victoria sin precedentes en la historia. No estaría de más que los actuales antistalinistas pensaran en las condiciones concretas en que esto sucedió y la enorme influencia que esta victoria tuvo sobre la humanidad y el curso de la historia mundial.
Si se quiere hacer analogías entre figuras históricas, entonces, el continuador de Stalin fue el gigante histórico Mao Tse-tung, y el continuador de Hitler, el pigmeo histórico Bush hijo. Sin embargo, esta profunda analogía, que nos podría llevar muy lejos, es silenciada por los antistalinistas.
La desestalinización
La lucha efectiva contra los extremismos del stalinismo comenzó incluso durante la vida de Stalin, mucho antes del excesivamente exagerado informe de Jruschov en el XX Congreso del PCUS. Esta lucha se libraba en las entrañas de la sociedad soviética.
El propio Stalin notó la necesidad de cambios, y había evidencias suficientes para ello.
El informe de Jruschov no fue el comienzo de la desestalinización, sino el resultado de una lucha iniciada en las masas de la población. Jruschov utilizó la desestalinización del país, de hecho ya iniciada, en beneficio de su poder personal.
Al llegar al poder, en parte promovió el proceso de desestalinización, y en parte hizo esfuerzos para mantenerlo dentro de ciertos límites.
Después de todo, era una de las figuras de la cúpula dirigente stalinista. Los crímenes que tenía en la conciencia no eran menores que los de otros compañeros de armas de Stalin. Era un stalinista hasta la médula. Incluso la desestalinización se realizó con métodos proactivos stalinistas.
La desestalinización fue un proceso complejo y contradictorio. Es absurdo atribuirlo a los esfuerzos y a la voluntad de una persona, que tenía el intelecto de un cuadro medio del Partido y maneras de payaso.
¿Qué significaba la desestalinización en su esencia, desde el punto de vista sociológico?
El stalinismo como un conjunto particular de principios de organización de la vida del país, de las masas de la población, de la administración, del mantenimiento del orden, del trabajo ideológico, de la educación e instrucción de la población, etc., desempeñó un gran papel histórico, construyendo en condiciones extremadamente difíciles las bases de la organización social comunista y defendiéndola de la agresión externa. Pero se agotó, convirtiéndose en un obstáculo para la vida normal del país y de su evolución futura.
En el país, en parte gracias al stalinismo, y en parte a pesar de él, habían madurado fuerzas y condiciones para su superación. Superación simplemente en el sentido de la transición a un nuevo escalón superior de la evolución del comunismo.
En los años de Brezhnev este escalón fue denominado como socialismo desarrollado. Independientemente del nombre, en realidad se verificó una subida de nivel.
En los años de la guerra y de la posguerra las fábricas y las instituciones del país, en gran parte, ya no funcionaban a la manera de Stalin. Basta con decir que, a mediados del período de Brezhnev, el número de colectivos laborables en áreas estatales (empresas industriales, escuelas, institutos, hospitales, teatros, etc.) aumentó cientos de veces en comparación con los años de Stalin. Por lo tanto, la clasificación de los años de Brezhnev como años de estancamiento constituye una mentira ideológica.
Gracias a la revolución cultural de Stalin, el material humano del país cambió cualitativamente. En la esfera del poder y de la administración se formó un aparato de funcionarios del Estado y un aparato del Partido supraestatal más eficiente que el poder popular de Stalin, que se hizo superfluo. El nivel de la ideología estatal dejó de corresponder al creciente nivel de instrucción de la población. En resumen, la desestalinización se llevó a cabo como un proceso natural de maduración del comunismo ruso y de transición a un Estado rutinario maduro.
La destitución de Jruschov y su sustitución por Brezhnev se llevó a cabo como un espectáculo habitual en la vida ordinaria de la cúpula del Partido gobernante, como la sustitución de un grupo gobernante por otro. El “golpe” de Jruschov, a pesar de pertenecer él mismo a la cúpula, desde el punto de vista de sustitución de personas en el poder, fue sobretodo un golpe de Estado social.
En cuanto al “golpe” de Brezhnev, sólo alcanzó las más altas esferas del poder. No estaba orientado a cambiar el estado de cosas en la sociedad, creado en los años de Jruschov, sino sólo contra la absurda dirección de Jruschov, contra Jrushchov personalmente, contra la voluntariedad de Jruschov que se convirtió en aventurerismo.
Desde un punto de vista sociológico, el período de Brezhnev fue la continuación del de Jruschov, pero sin los extremistas del período de transición. Como resultado de la desestalinización, la dictadura comunista de Stalin dio paso a la democracia comunista de Jruschov y después de Brezhnev. Relaciono este período justamente con Brezhnev y no con Jruschov, porque el periodo de Jruschov fue sólo de transición al de Brezhnev. Es precisamente este segundo período el que constituye la alternativa al stalinismo, la alternativa más radical en el cuadro del comunismo.
El estilo de dirección stalinista era voluntarista: el poder superior trataba de forzar coercitivamente a la población a vivir y a trabajar de una manera determinada. Pero el estilo de dirección de Brezhnev resultó ser acomodado: el propio poder superior se acomodaba a las circunstancias objetivas creadas. Otra característica del brezhnevismo fue el hecho de que el sistema de poder popular de Stalin ha dado lugar al sistema administrativo-burocrático. Y la tercera característica fue la transformación del aparato del partido en la base, núcleo y esqueleto de la totalidad del sistema de poder y administración.
El stalinismo no se hundió como afirmaban, y aún hoy en día afirman, los antistalinistas, anticomunistas y antisoviéticos. El stalinismo abandonó la escena de la historia habiendo cumplido un gran papel y acabándose incluso en los años de la posguerra. Salió ridiculizado y condenado, pero mal entendido incluso en la época soviética.
Hoy en día, bajo las condiciones de un anticomunismo desenfrenado y de una imparable falsificación de la historia soviética, no es de esperar una comprensión objetiva del stalinismo. Los pigmeos exultantes del post-sovietismo, que destruyeron el comunismo ruso (soviético), silencian y tergiversar de todas las formas posibles los efectos de los gigantes del pasado soviético, con el fin de justificar su traición a ese pasado y aparecer ellos mismos como gigantes a los ojos de sus contemporáneos embrutecidos.
El blog, obviamente, no suscribe ciertas declaraciones del autor.
Traducido por “Cultura Proletaria” de hist-socialismo.net