Los Guerreros Jaguar y Águila, sin lugar a dudas, fueron los hombres más temibles del antiguo mundo mesoamericano. Por 200 años, estas fuerzas de élite azteca dominaron y aterrorizaron a sus vecinos para forjar un enorme imperio. Solo una potencia extranjera, proveniente del otro lado del océano, fue capaz de conquistarlos en un encuentro devastador.
La guerra jugaba un papel central en la sociedad azteca, impulsando su economía y religión. Independientemente de su actividad cotidiana —ya fuera artesano, mercader o agricultor—, cada varón recibía un entrenamiento militar básico desde temprana edad. Los mexicas creían que volverse un gran guerrero era el deber de cada hombre, pues solo así podría «alimentar al Sol con la sangre de sus enemigos». Capturar a un rival era a veces más prioritario que su muerte inmediata, por eso los prisioneros de guerra eran llevados ante el regente para ser sacrificados en ceremonias rituales. Cada captura hecha en batalla acercaba al guerrero a ascender de jerarquía y trepar peldaños en la sociedad. Una eficiente organización en conjunción con el férreo entrenamiento y determinación de los guerreros, era garantía absoluta que éstos volverían a casa con una contundente victoria. Y, si bien los aztecas no poseían un ejército permanente, los soldados del imperio respondían rápido cuando se los requería. Cada pueblo proveía aproximadamente un complemento de 400 hombres para las campañas, liderados por experimentados señores de la guerra y bajo un estandarte propio que los distinguía de los demás. En total, para las campañas militares de mayor escala, podían llegar a movilizarse hasta 200.000 hombres, divididos en grupos de 8.000 (25 divisiones).
¿Quiénes podían aspirar a convertirse en Guerreros Jaguar o Águila?
El Imperio azteca estaba organizado en torno a un gobierno central regido por un emperador. Las castas sacerdotales y guerreras, constituidas principalmente por nobles que disfrutaban de un alto estatus social, le seguían en importancia. Los guerreros formaban el núcleo profesional del ejército y su jerarquía y reputación dependían de los logros en batalla. Asimismo, existían dos órdenes militares de élite, la de Guerreros Águila (en náhuatl: cuāuhpilli) y la de Guerreros Jaguar (en náhuatl: ocēlōpilli), cada una caracterizada con uniformes y armaduras de algodón que recordaban a esos aguerridos animales. Estas dos órdenes afamadas admitían tanto a nobles como a plebeyos, sin embargo, los nobles, cuyos títulos eran hereditarios, superaban con mucho a los otros, porque poseían mayores oportunidades de distinguirse en la milicia.
Ilustración de guerreros aztecas en el Códice Mendoza
Para iniciarse como Guerrero Jaguar, el aspirante debía capturar entre cuatro y seis enemigos vivos —que posteriormente serían sacrificados—. Los Guerreros Jaguar solían enviarse al frente de la batalla durante las campañas militares, mientras que el Guerrero Águila era explorador, espía y mensajero. Para alcanzar este último estatus, debía capturar doce enemigos vivos en dos campañas consecutivas, es decir, seis en una y los otros seis en la siguiente. La vestimenta del Guerrero Águila variaba según su rango y el contexto de uso ya fuera ceremonial o militar, pero estos generalmente representaban el coraje y la fuerza física que se presumía desplegaba en el campo de batalla. Los escudos también representaban el rango en la milicia, eran coloridos y cubiertos de plumas. En la pierna el guerrero llevaba una banda de piel, y para cubrir su cabeza, una cabeza de águila a modo de casco o sombrero ricamente decorado con plumas. Tenían por dios, caudillo y patrón al Sol. En cambio, los Jaguares estaban ataviados con trajes hechos con la piel de este felino y se asociaban a la noche, estableciendo así una armónica dualidad con sus colegas emplumados.
Representación de trajes y armaduras de guerra azteca. Códice Mendoza
Tras su iniciación en el cuerpo, los Águilas y los Jaguares gozaban de muchos privilegios. Como en el caso de otros guerreros de alto rango, estaban exentos del pago de tributos. Además podían tener concubinas, comer carne humana habitualmente, beber octli (una bebida alcohólica) en público, y cenar en el Palacio Real. Los pocos guerreros que alcanzaban este estatus desde sus humildes orígenes recibían también tierras; y sus hijos podían heredar la condición de nobles. Cada orden tenía su propia casa en el palacio real de Tenochtitlán, allí Águilas y Jaguares celebraban consejos de guerra con el monarca y sus oficiales.
Conquistadores conquistados
La conquista española del Imperio azteca comenzó en febrero de 1519, y constituyó uno de los eventos más significativos de la colonización de América. Los feroces guerreros mexicas presentaron una valiente resistencia, pero sus armas primitivas no fueron competencia para aquellas portadas por los conquistadores, que supieron, además, aliarse con pueblos nativos enemigos para paliar su intrínseca inferioridad numérica.
Ni los Jaguares volverían a rugir, ni las Águilas a gritar…
Que se necesitaba?
Ser un asesino que goza de arrancarle el corazon a otro aún vivo y comerselo.
Los aztecas eran un pueblo «parasito» que vivia de IMPUESTOS ý cobraban estos VIA LA VIOLENCIA EXTREMA
Casi nadie esta enterado de una de sus «proezas» que fué capturar a la hija de un jefe opositor al sistema tributario azteca, a la vista de su padre estando viva la desollaron y un «guerrero» se vistió con la piel de la muchacha, bailando obscenidades para burlarse del que osó desafiar no pagar el tributo.
En fin, cada quien tiene sus «heroes» y como la historia la escribe el vencedor…. y a este ultimo, no quiere echarse en contra a sus gobernados…solo cuenta y adorna lo que le conviene, y desaparece lo que evidencie lo contrario, ya tuvo 500 años para hacerlo.
No sabía esa historia; gracias Visitante.
Se requería principalmente dejar de ser … totalmente humano, … y al parecer tenían facilidad para ello.