La labor de la policía de Chicago está infestada por el racismo. Así lo concluye un estudio oficial.
Sin excusas. De las 404 personas que sufrieron los disparos de los agentes entre el 2008 y el 2015, un 74% eran afroamericanos, en una ciudad donde representan el 33% de la población.
Tres de cada cuatro a los que aplicaron las pistolas eléctricas resultaron ser negros, mientras que a estos les correspondió el 72% de los arrestos en las calles que no acabaron en investigación alguna o en el 46% de las paradas de tráfico durante el 2013.
“Los agentes no tienen en cuenta la santidad de la vida cuando se trata de personas de color”, subraya el documento. Aporta más de un centenar de cambios para acabar con el uso del exceso de fuerza contra negros e hispanos.
“La cuestión ahora ya no es si tenemos racismo.
La pregunta en este momento es: ¿qué hacemos?”, se cuestionó ayer el alcalde demócrata Rahm Emanuel, amigo y mano derecha del presidente de EE.UU., Barack Obama, al inicio del primer mandato.
Todavía resuenan en Chicago los dieciséis disparos que acabaron con la vida del adolescente negro Laquan McDonald.
El policía Jason Van Dyke acribilló en trece segundos a ese joven de 17 años. Ocultaron el caso más de un año.
Hasta que el pasado noviembre, al mayor Emanuel no le quedó más opción que hacer público el vídeo del coche patrulla en el que se certificaba la brutalidad injustificada.
A bastante distancia, lo que descartaba una agresión inminente, Laquan portaba un pequeño cuchillo.
Aquellas estremecedoras imágenes provocaron graves altercados en las calles de la urbe de Illinois, el procesamiento del uniformado Van Dyke –el primero en varias décadas–, el cese del jefe del segundo cuerpo de policía más grande de Estados Unidos, sólo por detrás de Nueva York, y que el propio alcalde sintiera en su nuca el aliento de los que reclamaban su cabeza política.
Frente a esta situación de acoso ciudadano, el alcalde convocó un grupo de trabajo, racialmente diverso, comandado por Lori Lightfoot –presidenta de la junta policial de la ciudad– y con la supervisión de Deval Patrick, ex gobernador de Massachusetts.
“La comunidad ha perdido la confianza en el Departamento de Policía”, señala el informe. “Existen cuantiosas pruebas de que los ciudadanos de color, en particular los afroamericanos, han sufrido desproporcionadamente experiencias negativas con los agentes por un largo periodo”.
La elaboración de este documento coincide con una época volátil, con un incremento sustancial del crimen y, dicen, un decaimiento de la moral policial.
El número de defunciones violentas ha subido un 84% en estos meses del 2016 si se compara con el 2015. Se han registrado 575 tiroteos y 125 muertos hasta marzo, por 290 y 68 homicidios en el mismo periodo del año anterior.
Lightfoot remarcó que el informe “es un modelo para el cambio”. Pero Charlene Carruthers, de la organización Black Youth Project 100, desconfió de ese grupo de trabajo y del alcalde.
Este miércoles, Eddie Johnson, afroamericano, tomó posesión como nuevo jefe del cuerpo de la policía. Se comprometió a acabar con el racismo en su tropa.
http://carlosagaton.blogspot.com.es/2016/04/la-policia-de-chicago-un-cuerpo.html