Hay renuncias difíciles, sobre todo cuando se trata de dejar atrás a personas que nos han importado y a las que les hemos importado. Sin embargo, hay determinadas situaciones o momentos en la vida en los que debemos llenarnos de valor para dar ese paso. Si hemos dejado de importarle a una persona, si esa persona ya no mira en nuestra dirección, mantenernos atado a ella solo nos hará sufrir y nos impedirá seguir nuestro camino. Por eso, lo mejor que podemos hacer es renunciar a ella.
Renunciar a una persona por respeto a ti
La vida es como un tren, en el cual vamos conociendo a diferentes personas. Con algunos pasajeros solo intercambiaremos un breve saludo, con otros estableceremos una relación más profunda y puede que nos acompañen durante gran parte del camino.
Sin embargo, no podemos obligar a esas personas a acompañarnos hasta nuestro destino final, algunos decidirán que es mejor bajarse en su propia estación y es probable que poco a poco dejemos de ser significativos para ellos. En ese caso, mantenernos aferrados a su recuerdo nos impedirá conocer a otras personas interesantes que pueden volver a traer alegría e ilusión a nuestra vida.
De hecho, en muchos casos renunciar a las personas a las que hemos dejado de importarles es una cuestión de respeto hacia nosotros mismos. Cuando la otra persona no se preocupa por nuestras necesidades y hemos dejado de ser una prioridad en su vida, no hay razón para que nos aferremos a esa relación porque de esta manera solo nos haremos daño.
Cuando damos continuamente sin recibir nada a cambio, corremos el riesgo de quedarnos estancados en una relación que no nos aporta más que sufrimiento y frustración. Si amamos sin ser amados o nos aferramos a personas que ya han rehecho su vida sin guardar un espacio para nosotros, nos quedaremos atados al pasado y, lo que es aún peor, nos negaremos la posibilidad de ser felices.
Por eso, en algunas ocasiones renunciar a una persona es un acto de amor propio, implica darnos una oportunidad para que nuestras heridas cicatricen y poder empezar de nuevo. Después de todo, recuerda que todo final también es un nuevo inicio.
Las señales que indican que has dejado de importarle a alguien
Hay ocasiones en las que, aunque hemos dejado de importarle a la persona que está a nuestro lado, esta no nos abandona, al menos físicamente, quizá porque no se atreve o porque está vinculada a nosotros por otros lazos más difíciles de romper. Tal es el caso de muchas relaciones de pareja en las que uno de los miembros ha dejado de amar al otro pero no se atreve a terminar la relación. En esos casos, nuestra implicación emocional, nuestro deseo de que todo funcione y de que nada cambie, nos impide ver la realidad, nos impide darnos cuenta de que hemos dejado de importarle al otro.
En esos casos, ambas personas terminan sufriendo. Uno porque se siente atado a alguien por quien ya no siente nada y el otro porque experimenta un gran vacío emocional ya que sus necesidades no son satisfechas en la relación. Por eso, es importante aprender a reconocer las señales del distanciamiento emocional que indican que hemos dejado de importarle a otra persona:
– Has dejado de ser una prioridad para esa persona, probablemente porque sus intereses y metas han cambiado y ya no coinciden con los tuyos.
– Esa persona no se preocupa por tus necesidades, sobre todo desde el punto de vista afectivo, por lo que comienzas a experimentar sentimientos de soledad y abandono, aunque estés a su lado.
– Eres la parte más entregada de la relación, mientras que el otro simplemente se limita a recibir lo que le das, mostrando muy poco compromiso.
– Esa persona no tiene en cuenta tus ideas y criterios, sino que toma decisiones unilaterales por ambos, casi siempre dirigidas a satisfacer sus propias necesidades.
– Esa persona comienza a humillarte, criticarte o alejarse sin ninguna razón aparente. Estar a su lado ha dejado de ser una fuente de felicidad para convertirse en un calvario.
¿Cómo renunciar a alguien que fue importante para nosotros?
Renunciar a alguien que fue importante para nosotros es difícil. Ante todo, debemos ser conscientes de lo que significa la palabra “renunciar”, que no es más que apartar de forma voluntaria lo que tenemos o podríamos tener. Significa desistir de un empeño, prescindiendo de esa persona. Por tanto, renunciar implica tomar conscientemente la decisión de apartarse de alguien, eliminándole de nuestros planes de futuro.
Cuando tomamos una decisión consciente de apartarnos de alguien que ya solo nos causa sufrimiento, retomamos de cierta forma el control sobre nuestras vidas y esa renuncia es menos dolorosa. Obviamente, eso no significa que será sencillo ya que normalmente estamos muy implicados emocionalmente y no podemos borrar a esa persona de un plumazo de nuestra mente.
De hecho, la meta no es olvidar, sino lograr vivir sin esa persona, reconstruyendo nuestro proyecto de vida sin ella. No se trata de hacer borrón y cuenta nueva sino de aprender la lección y seguir adelante, convirtiéndonos en personas más resilientes que se dan otra oportunidad para crear nuevos lazos emocionales con personas que aporten más a nuestra vida y nos permitan crecer a su lado.