“No nos importan los precios del petróleo. 30 dólares o 70, nos da igual”, afirmó hace poco Mohamed bin Salman, príncipe de Arabia Saudí. A pesar de ser responsable de las decisiones clave de la mayor potencia petrolera del mundo, sus palabras causan ciertas dudas, afirma The Economist.
Los bajos precios actuales del petróleo implican también pérdidas millonarias para Arabia Saudí. Aún más, la situación vigente empeoró la calificación del crédito de la superpotencia energética y la convirtió en un país emisor de deuda, lejos de su papel tradicional de acreedor.Sin embargo, el reino árabe no está dispuesto a ceder ante los productores de crudo que tienen mayores costes de extracción. En la reciente reunión en Doha, entre la OPEP y los productores que no integran la organización, fueron los saudíes los que bloquearon el acuerdo sobre la congelación de la producción.
La excusa saudí para el bloqueo fue que Irán no iba a suscribir el acuerdo. El país persa, ni siquiera presente en las negociaciones, acaba de reanudar los suministros de crudo a Europa tras un largo período de embargo petrolero y comercial encabezado por EEUU como represalia por su programa nuclear.
Tensiones regionales
Al socavar el acuerdo de congelación, el príncipe bin Salman espera no solo empujar las reformas económicas en su país, sino también debilitar a Irán, su principal rival en la región, según explica la revista británica.La postura de Arabia Saudí contradice la práctica histórica del comportamiento del país.
«Durante muchos años se nos dijo que la política petrolera saudí se basaba únicamente en los intereses comerciales y económicos. Sin embargo, lo que ocurrió en Doha parece ser una flagrante presión geopolítica sobre Irán», subrayó Jason Bordon, experto del Centro de Política Energética Global, de la Universidad de Columbia.
Por otro lado, la congelación de la producción puede tener poco sentido por sí misma. Los bajos precios ya conllevaron a una disminución de la producción de petróleo por parte de varios productores mundiales como Kuwait y Venezuela, y ponen en riesgo la industria petrolera de Nigeria, según el medio británico.
Problemas para los productores estadounidenses
Mientras tanto, EEUU —que vivió un verdadero auge de extracción de petróleo de esquisto o fracturación hidráulica- parece producir una ‘congelación’ real. Es muy probable que este año haya más casos de quiebra entre los productores de petróleo de esquisto estadounidenses que en 2015, señala el medio. Este método de extracción de petróleo, más caro que el convencional, solo es rentable cuando el precio del crudo se mantiene alto.Incluso las empresas que siguen extrayendo, acusan una falta de recursos para invertir en el mantenimiento de la producción. Como resultado, la producción estadounidense de petróleo de esquisto bajó 600.000 barriles por día en comparación con el período pico del año pasado.
Al fin y al cabo, resulta que los acontecimientos en EEUU ahora tienen un mayor impacto en los precios de petróleo que las maniobras políticas dentro de la OPEP, concluye el medio.