El 1 de marzo Argentina firmó un acuerdo con los fondos buitres que se burla de las resoluciones de la ONU sobre las deudas soberanas y se parece mucho a una extorsión.
Los buitres dictaron sus condiciones a cambio de una rebaja del 25 %.
Argentina, Grecia, África… Los fondos buitres planean como aves carroñeras sobre las presas que les proporcionan las férreas leyes del hipercapitalismo, en la más pura tradición del capitalismo salvaje que marcó el apogeo de la sociedad industrial occidental desde la conquista del Far West americano y el saqueo colonial de los demás continentes.
(Revisión de este fenómeno, en particular del papel perverso de los fondos Elliot del multimillonario Paul Singer)
Argentina tercer país de Sudamérica que sufre los rigores del formalismo jurídico de Estados Unidos y su orden ultracapitalista
La sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos de junio de 2014, que ordenaba a Argentina regular sus deudas con los acreedores a la tasa nominal y no a la tasa efectiva, nos recuerda la naturaleza básicamente depredadora de los fondos buitres.
Argentina es el tercer país latinoamericano, después de Perú y Nicaragua, que sufre los rigores del formalismo jurídico de Estados Unidos y su orden ultracapitalista. En efecto, el continente sudamericano ha sido el primer coto de caza de esos fondos carroñeros. En 1999 Perú fue obligado por el Tribunal de Apelación de Nueva York a pagar 58 millones de dólares a los fondos buitres Elliot Associates por una deuda recomprada por solo 11 millones de dólares.
El mismo año una jurisdicción estadounidense condenó a Nicaragua a pagar 87 millones de dólares por una deuda recomprada por los fondos Leucadia por 1,14 millones de dólares, es decir, una plusvalía del 7.500 %.
La crisis de la deuda fue un golpe de suerte para los fondos buitres. Les brindó la posibilidad de recomprar por cantidades miserables las deudas impagadas de los países en desarrollo y después aumentar sus ganancias atacándolos judicialmente cuando esos países recuperaron un poco de oxígeno financiero.
Fue como si el cielo estallase sobre Argentina. Buenos Aires, que había basado todas sus esperanzas en el Tribunal Supremo estadounidense, vio confirmada su condena en el juicio que le enfrentaba a los fondos especulativos. El Tribunal rechazó implicarse en ese asunto, que tomó el aspecto de un psicodrama planetario. Argentina debe reembolsar 1.300 millones de dólares a esos fondos.
El fondo Elliot del multimillonario Paul Singer
Elliot es el más célebre de los fondos buitres. Fundado por el multimillonario estadounidense Paul Singer se ha hecho famoso por un golpe maestro: apoderarse de los títulos obligatorios argentinos cuando no valían casi nada debido a la bancarrota del país de 2001 y conseguir una sentencia favorable de la justicia estadounidense.
Los jueces de Nueva York han ordenado a Buenos Aires reembolsar al fondo con un interés del 100 % anual, no el precio que realmente pagó.
Más rocambolesco todavía, los jueces declararon que la única forma legal por la que Argentina podría librarse de esa sentencia era no pagar a ninguno de sus demás acreedores, es decir, declararse en bancarrota.
El colmo para un país que pasó por dos acuerdos de reestructuración de deuda en 2005 y 2010 y que después de dos años de negociaciones acaba de firmar un acuerdo para revisar su deuda con el Club de París (que reúne a Francia, Alemania, Japón…). Argentina, cuyas reservas internacionales bajan, teme tener que pagar mucho más de 1.300 millones de dólares si otros inversores se lanzan a aprovechar la brecha abierta.
África, la presa favorita de los fondos buitres y la «African Legal Support Facility»
También desde hace años África es la presa favorita de los fondos buitres, esos fondos de inversión privados que saquean legalmente recursos económicos vitales para el desarrollo de los países del Sur. Su método consiste en adquirir en el mercado secundario de la deuda, a precios muy bajos y a sus espaldas, las deudas de los países en desarrollo para después obligarlos por la vía judicial a reembolsarlas a un alto precio, es decir, el montante inicial de la deuda más intereses, penalizaciones y diversos gastos judiciales.
Esos depredadores financieros, mayoritariamente establecidos en paraísos fiscales, podrían haber recogido ya un mínimo de 2.000 millones de dólares.
Su siniestra empresa ha llevado ante la justicia a una decena de países africanos en unos 50 procesos.
Si no para neutralizar los ataques de los fondos buitres al menos para reducir sus efectos, se creó una estructura de apoyo, African Legal Support Facility (ALSF) –facilidad africana de apoyo jurídico- un fondo internacional iniciado por el Banco Africano de Desarrollo (BAD) para dar asistencia jurídica a los estados atacados por los fondos buitres.
Constituido el 29 de junio de 2009 en Túnez, este fondo no está destinado exclusivamente a los países africanos, sino que se pondrá a disposición de todos los Estados miembros del BAD (77 en total, 55 de ellos africanos) y también de los países no miembros que lo pidan, como los de América Latina, víctimas igualmente de los fondos buitres.
La evasión fiscal, una sangría importante
A los fondos buitres hay que añadir la evasión fiscal. Es una hemorragia sustancial infinitamente superior al presupuesto de gastos de infraestructura del continente. 90.000 millones de dólares en fraudes se van de África cada año para enriquecer a los ricos de los países occidentales, o se esconden en paraísos fiscales, empobreciendo otro tanto al continente, cuyo déficit anual de financiación de la infraestructura se eleva a 31.000 millones de dólares.
A las numerosas desgracias que padece el continente africano hay que añadir un mal más corrosivo y devastador: el vandalismo que África, más que cualquier otro continente, sufre frontalmente por los perversos efectos de la colonización, el despojo y la explotación.
La situación es tan alarmante que la Unión Africana ha invitado a los Estados miembros de la organización continental africana a tomar medidas para frenar la fuga de capitales, que se ha convertido en una hemorragia.
El flujo financiero no declarado por los países en desarrollo, cada año, es «casi diez veces la ayuda internacional anual y el doble de la deuda anual total de los países en desarrollo», señala un informe del Centro de Recursos Africanistas (CREA), publicado por la revista Afrique Asie en mayo de 2014.
Los multimillonarios de África
Otra incongruencia, África tiene 55 multimillonarios, un número superior incluso a las previsiones, ya que se trata de una «estimación base», según el fundador de la revista Ventures, Chi-Chi Okonjo, en su edición del 7 de octubre de 2013.
Nigeria es el país que más tiene, con 20 multimillonarios que en general han hecho fortuna con el petróleo. Después van Sudáfrica y Egipto con nueve y ocho multimillonarios, respectivamente, entre sus ciudadanos.
Aunque África cuenta cada vez más con personas muy ricas, sin embargo la crisis mundial y la pobreza no retroceden. El África subsahariana, con 205 millones de habitantes, vivía en un estado de extrema pobreza (con menos de 1,25 dólares diarios) en 1981, población que en 2010 había aumentado a 414 millones de personas, es decir, más del doble según el Banco Mundial.
Según Ventures, ciertas grandes fortunas del continente se niegan a hablar de su riqueza porque quieren permanecer en la discreción sobre sus negocios y sus relaciones, no siempre claras, con el poder. Esto explica quizá por qué la Lista Forbes 2012, que describe en algunas líneas la trayectoria de los mayores multimillonarios de África no da exactamente los mismos resultados.
Sin embargo ambas revistas están de acuerdo sobre el hombre más rico de África. Se trataría de Aliko Dangote, con una fortuna de 20.200 millones de dólares. Su imperio industrial comprende fábricas de harina, azúcar, otros productos alimentarios y cemento.
Marruecos cuenta con seis multimillonarios en el top 50: Othman Benjelloun, Miloud Chaabi, Anas Sefrioui, Moulay Hafid El Alami y Alamy Lazraq, así como el sorprendente Aziz Akhannouch. El ministro de Agricultura y propietario del grupo Akwa posee una fortuna estimada en 1.400 millones de dólares.
Ese conglomerado marroquí de varios miles de millones de dólares tiene intereses en el sector petrolero, el gas y los productos químicos, así como en medios de comunicación, inmobiliarias y hostelería. Pero es Othman Benjelloun quien permanece en lo alto de la clasificación, a la altura del rey, con 2.800 millones de dólares.
En el ámbito africano está clasificado en la décima posición mientras estaba el séptimo en 2012. El presidente del Banco Marroquí de Comercio Exterior (BMCE) y propietario de la RMA Watanya va seguido de Miloud Chaabi, que posee una fortuna estimada en 1.900 millones de dólares. El número dos de Marruecos aparece en la posición decimoséptima del continente frente a la duodécima un año antes.
La primera mujer en el puesto 24 de la clasificación
Según Ventures Folorunsho Alakija, también nigeriana, sería la mujer más rica de África, aunque en la lista Forbes aparece en la posición 24. Su empresa petrolera, Famfa Oil, explotaría uno de los bloques petroleros en alta mar más productivos de Nigeria.
Diseñadora de formación al parecer consiguió su título a un precio relativamente bajo en 1993 gracias a su amiga Maryam Babangida, esposa del antiguo dirigente militar Ibrahim Babangida.
En Sudáfrica los cinco mayores multimillonarios son blancos de más de 60 años. Hicieron fortuna en las finanzas y el comercio y sacan una gran parte de sus rentas de sus inversiones en el extranjero (Londres, Nueva York, Zúrich). Clasificado el quinto en Ventures y el segundo en Forbes, Nicky Oppenheimer debe su fortuna, estimada en 6.500 millones de dólares, a las minas de diamantes que heredó y de las que se ha desprendido recientemente.
El capitalismo «un gran porvenir en África condicionado a la globalización de las empresas africanas»
África dispone de un inmenso potencial propulsado por la demografía, la productividad y el capital: de los diez países del mundo que más crecen seis son africanos. En 2012 cinco superaron a China y 20 a la India mientras África todavía contribuye menos del 2 % al comercio mundial.
A pesar de esos inconvenientes «el capitalismo tiene un gran porvenir en África si las empresas africanas se globalizan». Esta sentencia categórica procede de tres series de «Boston Consulting Group» (BCG) en un informe de 2010 titulado The African Challengers.
Ocultando apenas su visión ultraliberal de África, la prestigiosa institución repite la cantinela del Consenso de Washington y su prolongación, el Consenso de Bruselas, tan desastrosos en costes humanos como en la economía occidental con sus cuatro prescripciones (privatización, desreglamentación, desregulación y flexibilización). «El desarrollo, la educación y el nivel de vida proseguirán si los países suprimen las barreras a las inversiones extranjeras», estima el informe sin preocuparse en absoluto del interés de las poblaciones o de la concordancia de sus intereses y los de las empresas.
El credo está en marcha: el futuro de África se basa en la globalización de sus empresas. Para Boston Consulting Group no hay ninguna duda, «el capitalismo produce ganancias y pérdidas y habrá ciertamente momentos difíciles en el camino para las empresas africanas» pero poco importa finalmente, puesto que «el futuro se presenta radiante para un continente que apenas comienza a ejercitar sus músculos capitalistas», predice el informe.
Los «leones» más fuertes que los «tigres» o el BRIC
Los autores explican que la visión de una África «que ha estado en lo más bajo durante mucho tiempo y será difícil de remontar algún día» en la actualidad está superada. El continente tuvo un crecimiento económico del 5,3 % entre 2000 y 2008. En 2009, cuando las economías occidentales y en menor medida las asiáticas y sudamericanas retrocedían, África aumentó su PIB un 2 %. Entre 2000 y 2010 las exportaciones crecieron de forma constante. «En términos de esperanza de vida, alfabetización y nivel de vida, los «leones» africanos son comparables a los países del BRIC o a los «tigres asiáticos»» y «la facilidad para hacer negocios es similar», escriben. Entre los «leones africanos», seleccionados por factores socioeconómicos, como el PIB, figuran Argelia, Egipto, Libia, Mauritania, Marruecos, Túnez, Sudáfrica y Botsuana.
Corrupción
Dos casos ilustran esta aguda forma de gangrena africana: Senegal, en cuanto que su presidente, Abdoulaye Wade, fue un universitario brillante que profesaba el marxismo y su comportamiento contradictorio en su paso al poder.
Y Guinea Ecuatorial cuyo presidente, llegado tardíamente a la riqueza petrolera, ha desarrollado un comportamiento de «nuevo rico».
En Senegal los fondos conseguidos de forma ilícita por Karim Wade se estiman en 700.000 millones de FCFA. Una fortuna amasada por medio de comisiones en varias sociedades activadas en Senegal en los sectores del transporte aéreo y marítimo.
Por otra parte la justicia embargó 47.000 millones a una exsenadora del PDS, Aida Ndiongue. 47.675 millones de FCFA descubiertos por los investigadores en siete cofres, cuentas bancarias y empresas pertenecientes a esta mujer de negocios próxima al expresidente Abdoulaye Wade, entre otras cosas «joyas por un valor estimado de 15.000 millones de FCFA».
En Guinea Ecuatorial, en septiembre de 2011, la justicia francesa incautó 15 coches de lujo (Ferrari, Maserati, Porsche, Bentley…) pertenecientes todos a Teodoro Nguema Obiang (TNO), apodado «Teodorin», hijo del presidente de Guinea Ecuatorial.
En febrero de 2012 fueron tres camiones llenos de artículos de lujo como muebles de época, obras de arte y miles de botellas de vino.
Las transferencias de fondos
Los emigrantes africanos transfieren cada año 40.000 millones de dólares a sus países de origen, pero la falta de información, de competencia y de regulación impide que ese dinero actúe plenamente en el desarrollo. Según la ONG Overseas Development Institute (ODI), África pierde entre 1.400 y 2.300 millones en gastos excesivos de transferencias.
«El África subsahariana es la región más pobre del mundo pero paga los gastos de transferencia más altos. Los gastos son de media el 12 % sobre las transferencias de 200 dólares estadounidenses, lo que equivale casi al doble de la media mundial», precisa esta ONG con base en Londres.
La ODI cita «la falta de competencia» para explicar los altos precios, ya que solo dos empresas de transferencias de fondos, Western Union y MoneyGram, controlan el mercado de los envíos al extranjero.
«Esta sobretasa en las transferencia desvía recursos que las familias necesitan para invertir en educación, sanidad y construcción de un futuro mejor. La sobretasa debilita un vínculo vital para cientos de miles de familias», estima Kevin Watkins, el director de ODI.
El informe calcula que alinear los gastos de transferencias de dinero de las personas africanas a la media mundial generaría rentas suficientes para financiar la escolarización de unos 14 millones de niños, es decir, casi la mitad de los niños no escolarizados en el África subsahariana, y para suministrar agua potable a 21 millones de personas.
El hecho es que el 64 % del mercado de las transferencias está controlado por Western Union y MoneyGram. Debido a la ausencia de competencia las comisiones están en torno al 10 % de media en África. Incluso pueden llegar al 25 % frente al 5,6 % de media en el resto del mundo.
La Agencia de las Naciones Unidas propone transformar las oficinas de correos en puntos de retirada, pero la mayoría de ellas no tiene derecho a hacerlo ni los medios necesarios. El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) acaba de firmar un acuerdo con la Unión Postal Universal (UPU) para trabajar en este sentido.
Existen otras soluciones. Kenia es uno de los pocos países que autoriza a las instituciones de microfinanzas para operar con los envíos de fondos. En toda África esos puntos son únicamente el 3 % de los lugares donde se pueden retirar los fondos. Abrirlos al mercado de las transferencias sería suficiente para doblar el número de ventanillas, según el FIDA. Sobre todo, en vez de un simple mecanismo de consumo «eso crearía una dinámica local de ahorro y de microcrédito que daría otra dimensión a la economía», estima la institución.
A la vista de la sentencia relativa a Argentina podemos apostar fuertemente a que surgirán nuevos fondos buitres dispuestos a lucrarse como en el «negocio de la deuda». Ciertamente la African Legal Support Facility no estará en condiciones de auxiliar a todos los países apresados por las garras de los fondos buitres por lo que deberán tomarse otras medidas para detener la hemorragia y finalmente erradicar a esos depredadores.
La lucha contra los fondos buitres debe librarse por todas partes, tanto en el Sur como en el Norte. Para que sea eficaz los estados deben adoptar inmediatamente leyes dirigidas a frenar las actuaciones letales de los depredadores, una gangrena que no podrían compensar las importantes transferencias de los emigrantes africanos a sus lugares de origen, del orden de 40.000 millones de dólares anuales, es decir, la suma equivalente a los intereses de la deuda pagados anualmente por África a sus acreedores.
Otra herida de la economía africana, la pérdida de tierras de cultivo
Desde 2006 casi 20 millones de hectáreas de tierras de cultivo han sido objeto de negociaciones en el mundo, ya que de ahora a 2050 la producción agrícola deberá crecer un 70 % para responder al aumento de la población, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Y esta ofensiva sobre las tierras no está exenta de abusos. Se impone el nuevo encuadramiento de los inversores, que presenta el riesgo de desequilibrar los países que son sus objetivos a la manera del coreano Daewoo en Madagascar.
A los fondos soberanos de estados deseosos de garantizar su aprovisionamiento, entre ellos los países del Golfo y China, se añaden los inversores privados, locales o extranjeros. La compra de tierras se aceleró con la crisis alimentaria de 2008. Arabia Saudí puso en marcha una empresa pública para financiar a las empresas privadas del reino que compran tierras en el extranjero.
En Malí los nuevos cultivos benefician sobre todo a los inversores libios. La concesión de 100.000 hectáreas a la empresa Malibya, vinculada al exdirigente libio Muammar Gadafi, hizo mucho ruido «las tierras de los libios están al principio de los canales de riego, tomarán el agua antes que nosotros».
Los productores temen también las intenciones de los chinos de desarrollar la caña de azúcar, glotona de agua. China cultiva ya 6.000 hectáreas y controla la azucarera Sukala, resume Mamadou Goïta, de la ONG maliense «Afrique verte».
Fondos buitres, evaporación de rentas, corrupción, despilfarro de las transferencias de fondos de los emigrantes, pérdida de tierras de cultivo, ¿está condenada África a seguir siendo eternamente el tonel sin fondo de las Danaides?
René Naba es periodista y escritor. Fue responsable del Monde arabo musulman en el servicio diplomático de AFP y posteriormente asesor del director general de RMC Medio Oriente, responsable de información, miembro del grupo consultor del Instituto Escandinavo de los Derechos Humanos y de la Asociación de Amistad euro-árabe.
Es autor de las siguientes obras: L’Arabie saoudite, un royaume des ténèbres (Golias); Du Bougnoule au sauvageon, voyage dans l’imaginaire français (Harmattan); Hariri, de père en fils, hommes d’affaires, premiers ministres (Harmattan); Les révolutions arabes et la malédiction de Camp David (Bachari) y Média et Démocratie, la captation de l’imaginaire un enjeu du XXIme siècle (Golias).