«El hombre solitario es una bestia o un dios». Aristóteles
No somos bestias, y mucho menos, dioses. Las personas somos seres sociales; nos necesitamos (y nos queremos) los unos a los otros, las unas a las otras.
No me quiero remontar a los orígenes evolutivos de la especie. Voy a asumir queasí somos: nos necesitamos, nos debemos al colectivo; no existimos en tanto no lo hacemos con los demás.
Debo aclarar: esa asunción no es inocente; pretende ir en contra de uno de los principios fundacionales del liberalismo moderno, que sostiene que el individuo es la unidad primera y fundamental de cualquier análisis humano.
Considero que no es el individuo, sino el colectivo, un grupo de individuos, la unidad fundamental para cualquier análisis. No es esa la única posibilidad: elindividualismo metodológico existe y es, a priori, válido; simplemente no es la perspectiva que yo elijo.
Mi punto de vista tiene un problema: Si somos en tanto somos con los demás, ¿dónde queda nuestra individualidad? ¿Cuándo pasamos de ser sociales a ser «socio-dependientes»?
La respuesta, me temo, está entre el deseo y la necesidad: entre nuestro instinto de seres sociales y nuestras propias inseguridades que nos hacen depender.
Entre la necesidad y el deseo
La diferencia entre necesitar y querer a una persona es abismal, aunque no podamos (o quereamos) advertirla.
Por lo pronto «necesitar» y «querer» son palabras robadas a la economía: eso también es parte del liberalismo moderno, la mercantilización de las emociones humanas. Pero bueno, eso puedo aceptarlo porque son palabras con significados ya bien establecidos. Notar que otras palabras o expresiones como «valorar» o «apreciar» a una persona también denotan significados económicos. Es importante haberlo apuntado.
Sea por necesidad o sea por deseo (evitemos definir esos extremos) lo que está detrás, la contracara, es la soledad. Nuestra búsqueda de socialización es eso en definitiva: necesitar y querer estar y ser junto a otros. En otras palabras: socializamos porque necesitamos y queremos estar junto a otros.
Y de allí también surge el miedo: no poder, no saber, estar junto a otros. El miedo a la soledad es en sí mismo el miedo a no tener o perder los lazos de la socialización.
La diferencia entre estar y sentirse solo
No tener o perder esos lazos es diferente a sentir que no los tenemos o los perdimos. No es lo mismo estar solo que sentirse solo.
Aquí la cuestión se pone mucho más personal y no puedo hacer un análisis que pretenda ser de acuerdo entre todos los lectores. Cada uno sabe si está o se siente solo y yo no soy quién para decírselo.
Me voy a limitar a decir que, en general, las personas nos sentimos mucho más solas de lo que estamos realmente. Es muy difícil, casi imposible, perder todos y cada uno de los lazos de la socialización. Me atrevería a decir, entonces, que nunca nadie está completamente solo.
«La soledad eres tú, cuando tu espíritu no tiene con quien estar». José Durante
Pero también me atrevo a decir que alcanza con sentirse solo para, de hecho, estarlo, aunque sean cosas diferentes. Y allí es que la cosa era demasiado personal. No puedo avanzar mucho más sin revelar demasiado de mi misma o entrometerme demasiado en el sentir de los demás así que me voy a limitar a decir que debemos ser capaces de diferenciar la soledad como un estado social de la soledad como un estado mental o emocional. A ello viene la próxima parte del artículo.
El miedo a la soledad y cómo podemos superarlo
Hay tantas formas de sentirse solo como personas en el mundo. En lo personal, el sentimiento de soledad creo que se basa en la falta de confianza: me siento sola cuando no puedo confiar. Otras personas se sienten solas cuando se sienten incomprendidas, o excluídas o poco queridas. Cada uno debe saber cuándo se siente solo y por qué.
Cuando encontramos nuestro propio por qué encontramos la forma de superar el miedo a la soledad. Si yo me siento sola cuando no logro confiar, pierdo el miedo a la soledad cuando me animo a hacerlo.
Y esto dicho así parece simple, pero debe ser de las cosas más complejas que tenemos que enfrentar los humanos: nuestro propio miedo.
El miedo está asociado a lo desconocido, una vez que conocemos, que sabemos, que entendemos, podemos planificar, actuar y, eventualmente, superar el miedo.
Pero, ¿por qué tanto miedo a la soledad? Está bien, empezamos diciendo que es natural que necesitemos y queramos estar junto a otros, ¿pero por qué ello se vuelve objeto de pánico, angustia y estrés social?
El psicólogo y filósofo contemporáneo Erich Fromm dice algo que, en este punto, resulta clave:
«Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo».
¿Por qué no podemos simplemente tolerar la soledad? Me temo que los breves momentos de la vida en que toleramos la soledad solo lo hacemos porque somos optimistas: confiamos en que es un momento y que va a pasar y que nos vamos a dejar de sentir solos.
Nadie tolera la soledad indefinidamente. Nadie tolera la soledad si no le ve el fin o si no tiene esperanza.
«Nadie aprende, nadie aspira, nadie enseña a soportar la soledad». Friedrich Nietzsche
Enfrentar la soledad es ser ejemplarmente optimista: sobreponerse al miedo, superar la dificultad, aguantar el temblor.
Depiértame cuando pase el temblor
Aguantar y después soltar: tolerar y traspasar la soledad es, posiblemente, una buena máxima para vivir.
Dije al principio que no iba a dar premisas moralistas, pero más que moralista esto es una premisa ética: si estamos solos, acompañémonos.
De eso se trata la empatía: comprender que lo que vive el otro también lo vivo yo; eso ya alcanza para sentirnos un poco menos solos.
«La soledad es muy hermosa… cuando se tiene junto a alguien a quien decírselo».
Con esa frase del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer creo que resumo definitivamente lo que estuve tratando de decir.
Finalmente, y para esbozar algo parecido a una conclusión: no podemos estar solos porque solamente somos si lo hacemos junto a los demás.
Una vez escuché decir a alguien. No puedo estar solo/a porque no me aguanto…
jjj tendria doble personalidad.
Mi padre era asi, lo bueno, es que teníamos dos meses de vacaciones.inolvidable eso. Asi q lo q para unos es un mal, para otros es un bien. Saludos.
Yo creo que podemos sentirnos solos pero no estamos nunca verdaderamente solos.