Fueron realizadas con estalagmitas dentro de una cueva hace 176.000 años
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Los neandertales se han propuesto asombrarnos una y otra vez, quizá porque nos empeñamos en verlos como una especie inferior. En la cueva de Bruniquel, cerca de Toulouse (Francia), se conocían ya unas estructuras circulares creadas con estalagmitas a más de 300 metros hacia el interior de la cueva. La realización de numerosas dataciones precisas del lugar permite ahora afirmar que son obra de neandertales, ya que se construyeron hace nada menos que 176.000 años, época en que eran los únicos homínidos que poblaban Europa. Las estructuras, aparte de probar la exploración de cuevas mucho antes de lo que se pensaba, muestra también el dominio del fuego, del que se han hallado también evidencias. Un apasionante descubrimiento que nos abre nuevas preguntas, ¿qué les llevó a adentrarse en un lugar tan profundo y extraer y desplazar más de dos toneladas de estalagmitas?
Uno de esos hallazgos es descrito ahora en la revista Nature. A 336 metros de profundidad, los investigadores hallaron hasta 400 estalagmitas cortadas y acumuladas en cuatro anillos, y en torno a las cuales se han detectado restos de fuego. Para el equipo esto obviamente no es fruto de la casualidad.
Al datar su antigüedad, los expertos calculan que esta composición tiene unos 176.000 años, periodo que corresponde con la presencia de los primeros neandertales (Homo neanderthalensis) en Europa, y unos 140.000 años antes de la llegada del hombre moderno al continente.
«Hemos realizado cerca de 15 dataciones y todas apuntan a 175.000-176.000 años, y esto se debe a la calcita que recubre estas estructuras, que es un material muy antiguo. Pero en Europa, en esas fechas, solo había una especie del género Homo, los neandertales. Solo pueden haberlo hecho ellos», explica Jacques Jaubert, coautor del trabajo y profesor de Prehistoria en la Universidad de Burdeos en Francia.
Estas estructuras, denominadas “espeleofacts” por los científicos, acumulan un peso total de 2,2 toneladas y 112 metros de extensión. Los neandertales las alinearon en cuatro filas de círculos y las apilaron, después de arrancarlas de la pared de la cueva.
La realización de los anillos se planificó cuidadosamente, aseguran los investigadores, porque emplearon estalagmitas de tamaño similar. Para evitar derrumbes, apuntalaron las figuras. Además, en la zona han aparecido rastros de elementos para la construcción y rastros en las paredes de las que extrajeron las estalagmitas.
Además, el equipo realizó una fotogrametría 3D y una prospección arqueo-magnética para identificar las zonas calentadas y los focos hallados. «Estos análisis físicos confirmaron la presencia de material calentado», observa el investigador francés.
El uso del fuego
Este descubrimiento asombra a los investigadores ya que no solo es la evidencia más antigua de la capacidad constructora de los neandertales, sino también la de su control del fuego antes de la llegada del Homo sapiens a Europa. «Los neandertales circularon en las profundidades de las cuevas, han superado obstáculos como la oscuridad, y el miedo a lo desconocido gracias al alumbramiento con el fuego», señala Jaubert.
Pero el significado y función de esta composición es un misterio. «No se va a más de 300 metros bajo tierra por placer», exclama el científico francés. Al ubicarse en la profundidad de la cueva, donde apenas llega la luz, el equipo sugiere que podría tener fines rituales, pero no descarta que los neandertales utilizasen este espacio para almacenar el agua que se filtraba por las paredes.
Los científicos barajan varias hipótesis, aunque para ellos es la cuestión más complicada de resolver: «Pudo ser por razones económicas (poco probable), técnicas (préstamo de material, pero ¿cuál?), de almacenaje (pero ¿de qué aparte del agua?), o un refugio (pero ¿por qué tan lejos?)», se cuestiona Jaubert, para quien aún quedan muchas preguntas que responder.
En la oscuridad de la gruta, los homínidos necesitaban iluminar el camino para romper las estalagmitas y transportarlas. El análisis del terreno revela marcas de calor a partir de las que el equipo trazó un mapa de los puntos de luz simple.
En estudios anteriores, ya se habían encontrado vestigios de las dotes artísticas de los neandertales, pero la composición de estalagmitas de la cueva de Bruniquel es única por su antigüedad y ubicación. «Las primeras incursiones bajo tierra estaban ligadas al arte, como en el caso de la cueva de Chauvet hace 36.000 años. Pero este no es el caso en Bruniquel», destaca el experto.
Hasta ahora, la comunidad científica no tenía constancia de que los primeros neandertales pudiesen explorar el espacio subterráneo y mucho menos que tuviesen un sistema de iluminación tan sofisticado como para edificar en el interior de las cuevas. «Tenían un objetivo, organización, reflexión e ingenio técnico de construcción. Pero para este periodo, este tipo de estructuras es excepcional por no decir único», asevera el científico.
Los científicos consideran que el hombre neandertal vivía en una organización social compleja y sutil y anuncian nuevos análisis para esclarecer el sentido de estas misteriosas estructuras.