“El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer)”.MilanKundera[1]
Pensar a la especie desde un punto de vista global, ha sido y es un verdadero reto para la antropología. El intento por comprender al sapiens en su totalidad, ha conllevado a la acuñación de nociones que incurren en generalizaciones (entre las que destacan, Cultura, Sociedad, Economía, etc.), agotando y limitando la comprensión teórica de la especie, desde una visión compleja.
Hablar de “conflicto originario”, permite observar aquellos aspectos psíquicos, sociales y culturales, que permitieron la conformación de unidades sociales con una organización específica, para garantizar la supervivencia de la especie. Llamaré infancia de la humanidad[2], siguiendo las explicaciones del psicoanálisis, a la etapa entre el desarrollo del conflicto originario, y la posterior organización social.
Siguiendo las reflexiones de Morin (2008), cuando existe una posibilidad de estrechez física y emocional entre la pareja, condicionado por las características biológicas del sapiens, se inicia una etapa de individualización y de erotización del rostro, situación que desembocará una serie de vinculaciones afectivas qué van a estar relacionadas con aspectos biológicos y psicosociales que serán un punto importante para comprender la complejización de la psique humana y entender que se entiende por conflicto originario.
“Finalmente, hombre y mujer se hallarán frente a frente en la copulación, la conversación, la cohabitación y, por encima del centro de atracción/relación constituido por las partes sexuales, el rostro se erigirá en nueva zona de atracción/relación, especialmente a través de esta fabulosa boca que es a un mismo tiempo el órgano de la palabra, del comer, del respirar, del besar” (Edgar Morin, 2008, p.182).
La relación Madre-Hijo, es de vital importancia para reconocer este proceso de vínculo afectivo que se genera en las sociedades pretéritas, y que va a permitir el desarrollo psíquico del individuo, transfiriendo[3] estas características reprimidas del inconsciente del niño en su primera infancia a su futura pareja. Para Freud (2006), la infancia se divide en distintas etapas del desarrollo sexual, que van a ser el sustento de la vida psíquica del sujeto y de la conformación de los contenidos del inconsciente. La primera fase, denominada fase oral, se corresponde con la succión del pecho de la madre por parte del niño. Será el inicio de una vinculación afectiva entre Hijo/Madre, en donde se comienza a configurar los deseos reprimidos del inconscientes y el yo.
Para Freud (2006), esta succión del niño genera un vínculo de dependencia en el infante, por la satisfacción alimentaria, que luego alcanzará dimensiones sexuales. Situación que permitirá el desarrollo psicológico y el reconocimiento afectivo entre Hijo/Madre, y la configuración de los componentes psicosexuales de la personalidad contenidos en el inconsciente, además de la sana configuración de la estructura psíquica[4]del individuo. En este sentido Morin (2008) indica: “Así pues, sexualidad, erotismo y ternura se coagularán y combinarán y su síntesis sublime será el amor” (p.183).
Estas contradicciones, permitirán y serán el sustento de la conformación del yo, siendo el inicio de la primera vinculación afectiva que da origen a lo social. Coetáneamente a este hecho, la mujer inicia un proceso de identificación con un hombre específico de la horda[5], hecho asociado a las tensiones y vinculaciones sentimentales, que va a permitir la erotización del rostro, (como se explica con anterioridad). Aquí se expande la vinculación Madre/Hijo, agregándole un nuevo miembro, el Padre.
A diferencia de la facilidad de identificación entre la Madre/Hijo, la identificación del padre responde más a elementos de carácter psicológicos y sociales, y a las afinidades o identificación de la madre con un Hombre en específico. Siendo una respuesta a la complejización de las relaciones sociales y la necesidad de cuidado que demanda el Hijo, Buchler (1982) indica: (…) “«Pater» y «mater» son, respectivamente, el padre social y la madre sociales; aquellos que asumen la responsabilidad del hijo” (p.51).
La adscripción del Padre/Hijo, pertenece a una complejización de los vínculos afectivos en las sociedadessapiens. Al existir una internalización del Niño de la figura Padre, comienza una serie de tensiones, conflictos y afectos asociados con la primera infancia y la influencia del ambiente sobre el Hijo, que permitirá comprender el inicio del desarrollo de afectos, vínculos y lazos sociales más fuertes, así como el mantenimiento de las relaciones sociales (Jung, 1990).
La expansión del modelo Madre/Hijos, insertándole un nuevo componente el Padre, va a ser un punto coyuntural del conflicto originario. El Hijo percibe al Padre como un competidor por el cariño y afecto de la Madre, pero la afinidad de la Madre con el Padre será el punto de quiebre de esta tensión y el elemento mediador. El hijo identifica al mismo objeto de placer (la Madre), con objeto de displacer. Allí es donde actúa la educación y el condicionamiento ambiental, siendo el inconsciente el depósito de estos deseos reprimidos y la estructura psíquica la encargada de regularlos. (Freud, 2006).
La proximidad de la pareja será el factor que permitirá el acercamiento del Padre con el Hijo, y el inicio de la nucleación familiar. Tomando a Morin (2008), este núcleo se va a jerarquizar, dando así la siguiente organización Padre/Madre/Hijo, el Padre será el elemento decisivo que dará la conformación de la familia[6]. Puesto que la variabilidad de los vínculos afectivos en las sociedades, están condicionados por el contexto socio-histórico. Las relaciones parentales van a estar revestidas por el componente cultural, estableciendo relaciones de parentesco y familias diversas a lo largo de los espacios ocupados por elsapiens, que va a responder al tipo de sociedad y la organización de la misma. (Morin, 2008, Buchler, 1982, Lévi-Strauss,2008).
Con la finalidad de que la organización social no se dinamité, se establecen una serie de parámetros, que van a servir como modelo para el relacionamiento del individuo dentro de la sociedad (el Hijo). Se llamará a éste individuo “ego”[7]. Madre-Ego-Padre, será el principio de nucleación familiar dentro de la sociedad, hecho que se explica a partir del “conflicto originario”.
Para que no se rompa la familia y la relación Madre-Ego-Padre, existen una serie de prohibiciones que imposibilitan la relación a nivel sexual entre Madre/Ego. El incesto, principio que posibilita el intercambio de mujeres, la exogamia, y establece las prohibiciones sexuales del individuo, que en caso de ruptura se castigará con la expulsión, el exilio y por lo tanto la muerte. Freud (2007), se refiere a este aspecto:
(…) “Si, por ejemplo, el hombre forma parte de un clan cuyo tótem es el canguro y se casa con una mujer cuyo tótem es el emú (especie de avestruz), los hijos varones o hembras tendrán todos los tótems de la madre. Un hijo nacido de este matrimonio se hallará, pues, en la imposibilidad de entablar relaciones incestuosas con su madre y su hermana, pertenecientes al mismo clan” (p.11).
Las sociedades organizan estos lazos parentales, en conjunto con condicionamientos simbólicos que permitirán la organización de la unidad social y de la familia. Para que no exista una ruptura en el esquema presentando en el “conflicto originario” Madre/Hijos/Padre o Madre/Ego/Padre. Está articulación la explica Freud (2007), tomando la figura del tótem como regulador de dichas relaciones en las sociedades ágrafas australianas, en donde las relaciones de parentesco están fundamentadas bajo un sustento simbólico de carácter mágico-religioso. La expansión de los lazos sociales, permitirá una hipercomplejización del cerebro del sapiens. El sapiens construye a la sociedad para subsistir, sobrevivir y expandirse, y está la amolda a él.
Referencias Bibliográficas
- Buchler, Ira. (1982). Estudios de parentesco. Editorial Anagrama: Barcelona: España
- Freud, Sigmund. (2006). Esquema del psicoanálisis. Paidós: Argentina.
- Freud, Sigmund. (2007). El malestar en la cultura. Alianza Editorial: España.
- Freud, Sigmund. (2007). Tótem y tabú. Alianza Editorial: España.
- Jung, Carl. (1990). Las relaciones entre el yo y el inconsciente. Paidós: Argentina.
- Jung, Carl. (1983). La interpretación de la naturaleza y la psique. Paidós: Argentina.
- Kundera, Milan. (1984). La insoportable levedad del ser. Tusquets Editores: Barcelona, España.
- Lévi-Strauss, Claude. (2008). Estructuras elementales del parentesco. Paidós: Argentina.
- Morin, Edgar. (2008). El paradigma perdido: ensayo de bioantropología. Kairós: Barcelona: España.
[1]Tomado de, Kundera, Milan. (1984). La insoportable levedad del ser. Tusquets Editores: Barcelona, España.
[2] Esta categorización la fundamento de los postulados psicoanalíticos, concernientes al desarrollo de la psiquis en la infancia. Por lo que haciendo una analogía con el desarrollo del yo individual. Tomaré dichos postulados, indicando aquel momento de las sociedades pretéritas, como el período del desarrollo de las pulsiones afectivas, que dan origen a los contenidos simbólicos del inconsciente. Para una mayor profundización véase, Freud, Sigmund. (2006). Esquema del psicoanálisis. Paidós: Argentina.
[3] El término de transferencia, lo utiliza Jung, para poder dar otras explicaciones a los fenómenos concernientes a las patologías. Véase, Jung, Carl. (1983). La interpretación de la naturaleza y la psique. Paidós: Argentina.
[4] Indicada por Freud como el “Ello/Yo/Superyo”. Ello: Componente inconsciente irracional. Yo: Componente consciente racional. “Superyo”: Componente inconsciente Moral-Social.
[5] La utilización de este término corresponde a un intento por visualizar de forma más detallada, la explicación del conflicto originario, puesto que como diversos autores indican, esta vinculación Hombre/Mujer, corresponde al primer momento de la conformación de la familia.
[6] Freud, argumenta que la presencia del padre, será la representación de la autoridad social, que se internalizará en la psique del niño para regular su conducta, es decir, el “superyó”. Véase, Freud, Sigmund. (2007). El malestar en la cultura. Alianza Editorial: España.
[7] Para una mayor comprensión de las relaciones de parentesco, revisar Lévi-Strauss, Claude. (2008). Estructuras elementales del parentesco. Paidós: Barcelona, España.