Nuestro cuerpo nos cuenta de nosotros, ¿somos capaces de entenderlo?
En la Medicina Tradicional Tibetana existen varios métodos de diagnóstico. Uno de los más importantes es el chequeo de la orina. Un método complejo y del que se obtiene mucha información y que requiere de mucha experiencia.
De la orina, un doctor tibetano es capaz de analizar: el estado de salud de un paciente, los posibles problemas de salud, enfermedades, intoxicación o incluso signos de una cercana muerte.
Sin embargo, fuera de esa complejidad, cada uno de nosotros puede realizar un sencillo chequeo cada mañana a través de su orina.
Si la noche anterior no nos levantamos a orinar, la primera parte de la orina lleva consigo los restos de la cena, por eso debe descartarse, y sólo atender a la segunda parte. Si hemos orinado durante la noche, podemos analizar la orina desde el primer momento.
Se puede hacer el chequeo bien en un recipiente transparente o en un recipiente blanco, de forma que no se altere el color de la orina que estamos observando.
¿Qué miramos en la orina?
Los parámetros más sencillos a verificar son cinco: color, olor, vapor, densidad y presencia de burbujas.
Orina de una persona sana
- Color: amarillo casi transparente
- Olor: sólo huele a orina
- Vapor: presente, pero ni es denso ni duradero
- Densidad: clara o transparente
- Burbujas: de tamaño medio
Orina que muestra la presencia de algún tipo de desequilibrio
- Viento: color azulado o transparente, sin olor, sin apenas vapor, de densidad poco espesa y de burbujas grandes que se mantienen.
- Bilis: color amarillo fuerte u oscuro, de olor intenso (a veces mal olor), con un vapor denso y persistente, de fuerte densidad y con burbujas de tamaño medio que desaparecen rápido.
- Flema: color blanquecino, sin olor, sin vapor (por su frialdad), de tonalidad translúcida y de burbujas pequeñas que se pegan unas a otras y permanencen.
Podemos observar la orina siempre que acudamos al lavabo. Asímismo, podremos observar la influencia de los alimentos en el olor de la orina, el color cambiante y, con el tiempo, percibir los síntomas de desequilibrio.