angelescastell
Gracias, gracias, gracias: “Gracias por la cena.” “Gracias por el regalo.”, “Gracias por tus palabras, por la amistad, la vida…”, y un largo etcétera. También nos recuerdan a cada rato: “¿Y le diste las gracias a tu tía, a tu primo, a tu papá, a tu maestro…?” Todo esto no los enseñan,claro, con la mejor de las intenciones, principalmente como una forma de cortesía, de corresponder de una forma agradable algún favor, atención o regalo que alguien o algo nos hace. Pero ¿realmente nos enseñan que es la gratitud?
Si somos honestos, decir gracias muchas veces se queda tan solo ahí, en una palabra que no representa nada para nosotros, decimos gracias mientras sentimos por otro lado que no nos gustó el regalo, o que éramos dignos de algo más valioso, que merecíamos algo mejor, etcétera. Agradecemos sin sentir lo que es en verdad la , incluso nos forzamos a dar las gracias sintiendo enfado, reproche, frustración, etcétera. Así, la actitud honesta y espontánea que debería ser la acción de gracias se va quedando enterrada a cambio de la correcta educación, convirtiéndose en una palabra simple y superficial, una palabra que se repite muchas veces mecánicamente, no atendemos lo que estamos diciendo, no se quiere decir nada cuando damos las gracias.
¿El poder de la gratitud?
Hace poco que leí que si aprendíamos a dar las gracias nuestros dones se nos multiplicarían, el articulo hablaba de milagros y de repetir mil veces gracias por esto y lo otro, pero nunca explicaba lo que era realmente el acto de sentirse agradecido. Creo que por eso alguien me dijo acerca del artículo: “esas son puras tonterías”
¿Qué es la gratitud?
La gratitud surge como emoción espontánea cuando uno está alegre, esa es una de las definiciones que más comparto. Pero veamos: la palabra gratitud significa “en gracia”. Etimológicamente, la palabra gratitud comparte las mismas raíces que “gracia”. Y la gracia se puede entender como el don o auxilio gratuito y sobrenatural de Dios (o de una fuerza sobrenatural). Pero también podemos decir que cuando uno está en gracia es porque se siente de alguna manera favorecido, ya sea por un amigo, un objeto, una experiencia o por algo sobrenatural.
Sentirse favorecido, observen, porque aqui está la clave, es sentir que la balanza entre lo que se da y se recibe se ha cargado del lado de recibir, es decir, surge el sentimiento de gracia cuando uno siente que recibe “más” de lo que esta dando, entonces, espontáneamente, uno se siente agradecido.
Lo que impide que uno se sienta agradecido
Creo que uno de los grandes impedimentos para no poder sentir honesta y entera gratitud es que creemos muy a menudo que la balanza esta cargada más del “otro lado”, es decir, pensamos que nosotros damos más de lo que estamos recibiendo. En el momento en que sentimos que no somos favorecidos a pesar de “todo lo que damos”, entonces estaremos a la expectativa de recibir, nuestros actos insinuaran “pedir”, y a medida que sintamos más esta inclinación desfavorable (o injusticia), más exigiremos de alguna forma poner dicha balanza en el justo nivel.
El simple hecho, por ejemplo, de pensar que nuestro papá o mamá nos deben o debieron de dar, hacer o propiciar, etcétera, nos provoca inmediatamente un sentimiento de insatisfacción, y entre más fuerte sea este sentimiento, más se sentirá el reclamo, sin tomar en cuenta las cosas que, por otro lado, si tuvimos. El simple hecho de pensar que alguien nos debe de dar el asiento, tomar en cuenta, invitar, etcétera, el simple hecho de sentir que alguien o algo nos debe, provoca que entonces cualquier cosa que recibamos nos parezca “poco”, insuficiente, y que además estemos atentos a que nos llegue eso que nos deben, ciegos por otro lado a lo que hemos recibido. Nos hemos olvidado de que es quien más recibe, quien más da.
El poder de la gratitud
La gratitud es poderosa, es verdaderamente un secreto para aumentar nuestros bienes en todo sentido, pero esto no radica en el hecho de sólo pronunciar las gracias, que si en la acción anterior ya hay cierta intensión, aún no está activado todo el poder si no la sentimos. Agradecer, es ponernos en actitud de dar, en lugar de estar esperando a que nos den.
Cuando accionamos esta actitud, inmediatamente la abundancia en todo sentido comienza a fluir, porque al hacer esto ponemos en manifiesto aquello que canta “da lo que más quieras recibir”, quien escribe esto sabe que sólo asi lo que más queremos puede llegar. Pero para ponernos en una actitud tan noble y generosa como la es el dar, antes deberíamos tomar en cuenta que nadie ni nada nos debe nada, que la vida todo tiene menos ser injusta, que todo lo que tenemos es porque así lo merecemos, y que si queremos cambiar cualquier fortuna, ha de ser porque nosotros accionamos la actitud correcta para poder atraer dicha fortuna: dar es sentir gratitud; sentir gratitud es abrir el canal de la fortuna. Si hacemos consciencia entre las cosas que hemos dado y aquellas que hemos recibido, quizá notemos un día que somos más deudores de la vida que ella de nosotros.
Yo no puedo dejar de citar en este momento uno de los fragmentos que más me han inspirado gratitud en esta vida. Agradezco de antemano a Yehudi Menuhin (violinista y director de orquesta internacionalmente reconocido, entre otras muchas cosas) el haber puesto en palabras tan bellas algo sumamente inspirador:
“Colmado por una familia unida, amigos entrañables y creadores sublimes, intento restablecer el equilibrio de esta suerte única, intento corregir el balance demasiado favorable de mi vida, buscando siempre cómo conseguir que la palabra y el mensaje de la música se hagan más comprensibles y convincentes en la vida de los demás, en la de los niños, sobre todo, mediante su educación. Pese a mis innumerables intentos sólo consigo acumular más ayuda y más afecto. El balance sigue siendo desequilibrado. Sigo siendo deudor de la vida y la abrazo con mucha humildad y con todo mi agradecimiento”. Yehudi Menuhin.
Si somos honestos, decir gracias muchas veces se queda tan solo ahí, en una palabra que no representa nada para nosotros, decimos gracias mientras sentimos por otro lado que no nos gustó el regalo, o que éramos dignos de algo más valioso, que merecíamos algo mejor, etcétera. Agradecemos sin sentir lo que es en verdad la , incluso nos forzamos a dar las gracias sintiendo enfado, reproche, frustración, etcétera. Así, la actitud honesta y espontánea que debería ser la acción de gracias se va quedando enterrada a cambio de la correcta educación, convirtiéndose en una palabra simple y superficial, una palabra que se repite muchas veces mecánicamente, no atendemos lo que estamos diciendo, no se quiere decir nada cuando damos las gracias.
¿El poder de la gratitud?
Hace poco que leí que si aprendíamos a dar las gracias nuestros dones se nos multiplicarían, el articulo hablaba de milagros y de repetir mil veces gracias por esto y lo otro, pero nunca explicaba lo que era realmente el acto de sentirse agradecido. Creo que por eso alguien me dijo acerca del artículo: “esas son puras tonterías”
¿Qué es la gratitud?
La gratitud surge como emoción espontánea cuando uno está alegre, esa es una de las definiciones que más comparto. Pero veamos: la palabra gratitud significa “en gracia”. Etimológicamente, la palabra gratitud comparte las mismas raíces que “gracia”. Y la gracia se puede entender como el don o auxilio gratuito y sobrenatural de Dios (o de una fuerza sobrenatural). Pero también podemos decir que cuando uno está en gracia es porque se siente de alguna manera favorecido, ya sea por un amigo, un objeto, una experiencia o por algo sobrenatural.
Sentirse favorecido, observen, porque aqui está la clave, es sentir que la balanza entre lo que se da y se recibe se ha cargado del lado de recibir, es decir, surge el sentimiento de gracia cuando uno siente que recibe “más” de lo que esta dando, entonces, espontáneamente, uno se siente agradecido.
Lo que impide que uno se sienta agradecido
Creo que uno de los grandes impedimentos para no poder sentir honesta y entera gratitud es que creemos muy a menudo que la balanza esta cargada más del “otro lado”, es decir, pensamos que nosotros damos más de lo que estamos recibiendo. En el momento en que sentimos que no somos favorecidos a pesar de “todo lo que damos”, entonces estaremos a la expectativa de recibir, nuestros actos insinuaran “pedir”, y a medida que sintamos más esta inclinación desfavorable (o injusticia), más exigiremos de alguna forma poner dicha balanza en el justo nivel.
El simple hecho, por ejemplo, de pensar que nuestro papá o mamá nos deben o debieron de dar, hacer o propiciar, etcétera, nos provoca inmediatamente un sentimiento de insatisfacción, y entre más fuerte sea este sentimiento, más se sentirá el reclamo, sin tomar en cuenta las cosas que, por otro lado, si tuvimos. El simple hecho de pensar que alguien nos debe de dar el asiento, tomar en cuenta, invitar, etcétera, el simple hecho de sentir que alguien o algo nos debe, provoca que entonces cualquier cosa que recibamos nos parezca “poco”, insuficiente, y que además estemos atentos a que nos llegue eso que nos deben, ciegos por otro lado a lo que hemos recibido. Nos hemos olvidado de que es quien más recibe, quien más da.
El poder de la gratitud
La gratitud es poderosa, es verdaderamente un secreto para aumentar nuestros bienes en todo sentido, pero esto no radica en el hecho de sólo pronunciar las gracias, que si en la acción anterior ya hay cierta intensión, aún no está activado todo el poder si no la sentimos. Agradecer, es ponernos en actitud de dar, en lugar de estar esperando a que nos den.
Cuando accionamos esta actitud, inmediatamente la abundancia en todo sentido comienza a fluir, porque al hacer esto ponemos en manifiesto aquello que canta “da lo que más quieras recibir”, quien escribe esto sabe que sólo asi lo que más queremos puede llegar. Pero para ponernos en una actitud tan noble y generosa como la es el dar, antes deberíamos tomar en cuenta que nadie ni nada nos debe nada, que la vida todo tiene menos ser injusta, que todo lo que tenemos es porque así lo merecemos, y que si queremos cambiar cualquier fortuna, ha de ser porque nosotros accionamos la actitud correcta para poder atraer dicha fortuna: dar es sentir gratitud; sentir gratitud es abrir el canal de la fortuna. Si hacemos consciencia entre las cosas que hemos dado y aquellas que hemos recibido, quizá notemos un día que somos más deudores de la vida que ella de nosotros.
Yo no puedo dejar de citar en este momento uno de los fragmentos que más me han inspirado gratitud en esta vida. Agradezco de antemano a Yehudi Menuhin (violinista y director de orquesta internacionalmente reconocido, entre otras muchas cosas) el haber puesto en palabras tan bellas algo sumamente inspirador:
“Colmado por una familia unida, amigos entrañables y creadores sublimes, intento restablecer el equilibrio de esta suerte única, intento corregir el balance demasiado favorable de mi vida, buscando siempre cómo conseguir que la palabra y el mensaje de la música se hagan más comprensibles y convincentes en la vida de los demás, en la de los niños, sobre todo, mediante su educación. Pese a mis innumerables intentos sólo consigo acumular más ayuda y más afecto. El balance sigue siendo desequilibrado. Sigo siendo deudor de la vida y la abrazo con mucha humildad y con todo mi agradecimiento”. Yehudi Menuhin.