http://www.bbc.com/mundo/noticias-36676829
Hay una pregunta que empieza a rondar en Estados Unidos y México.
Si hace unos días una insurrección electoral alimentada por la furia de la clase trabajadora contra la globalización fue capaz de hacer que Reino Unido vaya a salir de la Unión Europea (UE), ¿podría pasar lo mismo con Estados Unidos y elTratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)?
A Donald Trump se le vio contento frente al resultado del referendo británico del pasado jueves, conocido informalmente como Brexit.
El aspirante republicano a la presidencia estadounidense ha hecho un paralelo explícito entre el Brexit y lo que él propone para su país.
Los británicos «recuperaron su país» al salirse del bloque comercial europeo, sostiene el multimillonario que pretende llegar a la Casa Blanca.
El mismo derrotero
Trump dice que quiere que Estados Unidos siga por el mismo camino y por eso ha redoblado sus promesas de renegociar el TLCAN que su país firmó con México y Canadá y que entró en vigencia en 1994.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte
- 1994 Año en que entró en vigencia
- US$531 mil millonesComercio Bilateral entre México y Estados Unidos
- 5 millones Número de empleos que dependen en EE.UU. del TLCAN, según la Cámara de Comercio de ese país.
Un convenio comercial que, asegura el magnate, ha sido desastroso para la clase trabajadora de su país.
Es una ironía grande que cuando se firmó el TLCAN, muchos aseguraban que era una herramienta ideada por Washington para convencer a la clase dirigente de México de abandonar el nacionalismo económico que habían practicado por décadas, y aceptar la promesa de prosperidad que presentaba entonces la globalización y el libre comercio.
Pero una generación después, es el mismo Estados Unidos el que podría socavar esa alianza comercial, de llegar al poder Donald Trump.
Del dicho al hecho
Trump no ha escatimado palabras en la última semana para referirse al TLCAN en los términos más despectivos posibles.
El martes dijo que era «el peor tratado comercial de la historia» por haber permitido que muchos empleos estadounidenses se fueran a México. Y exigió una renegociación sustancial. De lo contrario, advirtió Trump, simplemente se retiraría del mismo.
¿Qué tan en serio va la amenaza? Trump es bien conocido por lanzar declaraciones incendiarias que parecen pensadas en el mismo momento.
El candidato, como es bien sabido, inició su campaña a la presidencia en 2015 acusando a los inmigrantes mexicanos de ser delincuentes.
Y casi al mismo tiempo empezó a decir que el régimen de libre comercio vigente en el mundo era usado por muchas naciones para abusar de Estados Unidos.
Esta semana Trump decía que Estados Unidos estaba siendo «violado» por los tratados de libre comercio, refiriéndose a un propuesto Tratado Transpacífico de Libre Comercio.
Y mientras en sus primeros meses de campaña había señalado a China de ser el primer enemigo comercial de su país, ahora carga contra el tratado que establece el libre comercio con Canadá y, especialmente, con México.
¿Y Clinton?
Por el momento, Donald Trump parece ser la única persona que está exigiendo un cambio tan drástico en el régimen de libre comercio que aplica en los países de América del Norte. Ni el presidente mexicano Enrique Peña Nieto ni el primer ministro canadiense Justin Trudeau le han dado mayor prioridad a una posible renegociación.
El apoyo a los tratados de libre comercio de la candidata demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton no ha sido incondicional, pero tampoco los condena al extremo que lo ha hecho Trump.
Fue su esposo, el entonces presidente Bill Clinton, el que puso en vigencia el TLCAN en 1994, tratado que ella apoyó en algunas instancias. Pero durante su primera campaña presidencial en 2008 lo criticó y mostró dudas frente a nuevos tratados que se negociaban en ese momento con Colombia y Corea del Sur.
Durante su desempeño como secretaria de Estado en el gobierno de Barack Obama, entretanto, buscó avanzar en las negociaciones comerciales con las naciones del Pacífico.
En la campaña actual, tal vez frente a la necesidad de incorporar al ala más izquierdista del partido demócrata, ha cuestionado hasta cierto punto la conveniencia de nuevos tratados de libre comercio y ha pedido «ajustes» al TLCAN.
Pero parece poco probable una situación en la que pida el fin del libre comercio con México.
El costo
El mantenimiento del libre comercio a nivel global ha sido uno de los grandes objetivos de política de Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
En particular porque muchos creen que el establecimiento de políticas comerciales proteccionistas en las naciones occidentales en la década de 1930 intensificó la Gran Depresión que sufrió el mundo en esos años y ayudó a la llegada del fascismo a Europa.
Hasta el día de hoy, no obstante, se mantiene una gran controversia en torno al costo para los trabajadores estadounidenses y mexicanos de los tratados de libre comercio.
En México el tratado ayudó a crear empleos industriales en sectores como el automotriz, pero resquebrajó la economía campesina.
La Cámara de Comercio de Estados Unidos dice que 5 millones de trabajos estadounidenses han sido generados por el aumento del comercio con el resto del continente desde 1994.
Pero el sindicato AFL-CIO, que agrupa a los trabajadores del sector industrial en Estados Unidos, asegura que el tratado de libre comercio con Canadá y México ha significado la pérdida de 700.000 empleos, la mayoría de los cuales se habrían ido a México.
Y es precisamente entre los obreros industriales blancos donde el candidato republicano Donald Trump obtiene su mayor fuente de apoyo electoral.
Trump no está solo en sus críticas al TLCAN, pero es el único que hoy amenaza frontalmente con su desaparición. En caso de ser elegido presidente, hay discusión sobre si podría dar por terminado el tratado por decreto, o si requeriría autorización por el Congreso de su país.
Pero, como demuestra la experiencia británica con el Brexit, la furia del electorado puede llevar a decisiones económicas que habrían parecido políticamente impensables.
Y por lo tanto, una victoria de Donald Trump podría realmente amenazar la estabilidad del tratado de libre comercio que hoy permite exportaciones mexicanas superiores a los US$223.000 millones anuales a Estados Unidos.