La farsa de los “animalistas”: La Fundación Rockefeller, detrás de la feroz campaña contra la Tauromaquia

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Un "perroflauta" antitaurino salta al ruedo y es detenido por personal de seguridad. Se encontraba completamente ebrio.

Un “perroflauta” antitaurino salta al ruedo y es detenido por personal de seguridad. Se encontraba completamente ebrio.

Redacción.- “Los toros son la fiesta más culta que hay hoy en el mundo”. Federico García Lorca. ¿Hay algo más contrario al proyecto mundialista de uniformar a los pueblos que una tradición tan racial e identitaria como la fiesta taurina? Estos días estamos asistiendo a una de las peores campañas que se recuerdan contra la Tauromaquia. Sorprende, incluso en personajes vinculados mayoritariamente al ‘perroflautismo’, el ensañamiento con que se están empleando contra cualquier persona o cosa relacionada con los toros. Representan la mayor excrecencia de la vida española. Y también la mayor de las contradicciones. Mientras se rasgan las vestiduras contra la muerte de reses bravas en las corridas, apoyan causas tan en las antípodas de la vida misma como el aborto. Mientras dicen defender los “derechos” del toro bravo, vuelven la espalda a las atroces condiciones de los mataderos. Ocioso es explicar la diferencia de trato que recibe el toro bravo durante su período de crianza y el maltrato que padecen los animales en esas instalaciones.

En las granjas avícolas industriales a los pollos se los trata como simples mercancías que convierten una inversión mínima en carne barata. Se crían en cobertizos gigantescos bajo condiciones de confinamiento extremo. De hecho, cerca del 97% de las aves que se crían en granjas industriales se albergan en instalaciones que amontonan a más de 100.000 individuos. Estas aves están tan hacinadas que deben hacer un gran esfuerzo para desplazarse de un lugar a otro. El piso de concreto se recubre con una delgada capa de material absorbente, como virutas de madera, paja picada o aserrín. Los pollos están parados o caminan constantemente sobre una capa creciente de excremento. El ácido úrico presente en los excrementos les causa quemaduras y ulceraciones en las patas y la pechuga.

El objetivo de la producción animal industrializada es manipular la naturaleza del animal para que este crezca lo más rápido posible al menor costo. Además del hacinamiento extremo, muchos de los cobertizos permanecen iluminados las 24 horas del día para que los pollos no duerman. Entre menos duerman, más tiempo pasan comiendo. La agresión aumenta entre las aves debido a que les es imposible establecer una jerarquía; un aspecto fundamental de su estructura social. La tensión que genera esta actividad constante debilita a las aves física y mentalmente. No hemos escuchado aún a un representante animalista denunciar estas dramáticas condiciones de vida.

Por contra, el trato que recibe el toro de lidia en el campo es constante y continuado. Mientras la edad óptima de sacrificio de cualquier cabeza de bovino de carne está entre los 12 y 15 meses de vida, el toro de lidia, en los cuatro ó cinco años que está en la dehesa, vive en las mejores condiciones. Además, si consigue ser indultado o resulta ser escogido como semental, tiene un retiro impresionante.

"Antitaurinos" en estado puro.

“Antitaurinos” en estado puro.

Al toro se le prepara físicamente, como si fuera un atleta. Se entrena y se ejercita. Además, tiene una dieta apropiada, se cuidan los pitones para que estén perfectos. Se trata de una joya para que, cuando salga al festejo, dé el cien por cien. Nada de eso parece importar a los salvajes detractores de la fiesta española más internacional, la que aporta al Estado más ingresos que el cine, el teatro y la ópera juntos, la que genera miles de puestos de trabajo. El Producto Interior Bravo duplica el valor de la producción de la industria española del tabaco (860 millones de euros), y aporta más del triple que la fabricación de ordenadores y equipos periféricos (560 millones de euros), según la Contabilidad Nacional de España. Pero aparte de su valor económico, el potencial cultural taurino sería difícilmente superable por cualquier otra actividad festiva. Los toros están continuamente presentes en las obras de Goya y Picasso, inspiró a los mejores narrativos españoles del siglo XIX, enamoró a intelectuales internacionales tan célebres como Ernest Hemingway y Orson Welles. Hay peñas taurinas repartidas en los cinco continentes, como prueba del enorme atractivo de la fiesta brava como fenómeno que traspasa fronteras e idiomas.

Frente a una tradición de riqueza y valor incomparables, vivimos la hora del hombre nómada, sin patria, el ciudadano del mundo. Es el tiempo del que no tiene más ataduras que aquellas que puede llevarse en cualquier momento en su maleta. El mundo del día de mañana parece pertenecer a aquellos que prescindirán de sus vivencias terrestres, o incluso espaciales, de una “tierra”, de un “suelo”, arcaísmo cuya exhaltación huele a populismo rancio. Que hayan pueblos y razas que defiendan el derecho a defender su tierra, junto con su legado cultural colectivo, tiene que ser combatido con falsos pretextos.

Este es el discurso, apenas caricaturizado, de un cierto número de intelectuales provenientes de la izquierda y de la extrema izquierda convertidos al “liberalismo”, es decir para ser más precisos, al librecambismo globalizado. Es un trayecto menos duro que lo que parece, los fundamentos ideológicos de estos intelectuales no padecen, entre esos dos extremos, más que daños menores. La crisis existencial del pueblo español es la mayor causa de la decadencia de España como nación. La tragedia de los últimos 100 años en Occidente es la progresiva pérdida de la herencia tradicional de los pueblos. Esto quiere decir que erosiona la identidad cultural de los pueblos, porque culturalmente ya nada distingue unos de otros. Cuando una tradición muere es casi imposible resucitarla. Desaparece para siempre parte de la identidad cultural de un pueblo, para ser reemplazado por bazofia extranjera. Es un empobrecimiento cultural realmente trágico, que sirve para avanzar la agenda del Nuevo Orden Mundial. Esta homogeneización de la cultura ocurre en casi todos los aspectos de nuestra vida. Los restaurantes donde se sirve comida local son sustituidos por hamburgueserías de franquicias americanas. Las modas locales en el vestir y los trajes típicos de cada región se sustituyen por lo que dictan cuatro diseñadores en Nueva York o París. Los bailes autóctonos ceden el lugar al vulgar contoneo discotequero. Hasta las lenguas de cada nación son invadidas por anglicanismos.

Imagen de la plaza de toros de Las Ventas (Madrid), la más importante del mundo.

Imagen de la plaza de toros de Las Ventas (Madrid), la más importante del mundo.

El núcleo duro del compromiso de los mundialistas no ha cambiado; se trata siempre del odio al enraizamiento, al particularismo, a la singularidad irreductible de los pueblos, a la nación en el sentido griego del término.

Una hiper-casta mundialista, cuyos contornos se dibujan con mayor nitidez a medida que pasa el tiempo, está detrás del histerismo antitaurino que comparte un sector residual de la sociedad española. Odian la Tauromaquia porque representa todo lo enumerado y mucho más. Odian a los toreros porque, ante una masa uniforme y mediocre, representan virtudes tan desdeñadas por la ingeniería social como el valor supremo, el coraje temerario, el desafío a la muerte, el desprecio al dolor, la conjunción artística sin injerencias extranjeras…

Nada mas perverso y eficaz que apelar a los sentimientos nobles o valores éticos del ser humano insertos en la conciencia social de un pueblo o una nación con el fin de utilizarlos y manipularlos en detrimento del conjunto de intereses a los que éste representa. Eso es lo que vienen haciendo las entidades promotoras del nuevo orden. La Fundación Rockefeller es una de las más activas. Hoy sabemos que está detrás de algunos movimientos animalistas que se dibujan en el panorama nacional. Incluso que han financiado con grandes sumas a plataformas políticas y ciudadanas que tienen en el rechazo a la Tauromaquia su columna vertebral. Utilizan el gigantesco aparato de los medios de comunicación masivos, y una propaganda obscena costeada por fondos millonarios, para ir modelando un sentimiento progresivamente antitaurino sobre todo entre la población más joven. Los antitaurinos forman parte del núcleo central de la maraña de organizaciones que trabajan sin descanso contra la identidad de los pueblos europeos.

Martin Varsavsky y el 15-M

La relación de la familia Rockefeller con ese magma humano profundamente antiespañol no nace con la oposición a los toros. Martin Varsavsky es la primera prueba palpable que vincula muy estrechamente al movimiento 15-M, nutriente de la actual ofensiva antitaurina, con el clan Rockefeller.

Este multimillonario argentino de origen judío y formado académicamente en las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos, llamado Martin Varsavsky, recientemente, y haciendo gala de un espíritu filantrópico, impropio de una persona que ha amasado toda una colosal fortuna dejándose guiar por la más abyecta codicia, facilitó a los “acampados” del 15-M, en España, la posibilidad de conectarse gratuitamente a internet, vía wifi. Para ello ordenó la instalación de sus famosas foneras (router wifi de la compañía Fon, propiedad de Martin Varsavsky), en todas las acampadas más importantes del 15-M.

¿Pero qué pudo llevar a Martin Varsavsky a un acto de tanta generosidad, más teniendo en cuenta que se trata de un hombre acostumbrado a actuar exclusivamente con la perspectiva en la mente del interés y del lucro personal ? ¿Quizás se haya contagiado del espíritu de la navidad del cuento de Dickens?

Para comprender y poder explicar mejor este sospechoso comportamiento filantrópico, veamos quién es Martin Varsavsky, sus vínculos con la poderosísima familia Rockefeller y los intereses que podrían tener éstos en la extensión de un movimiento como el 15-M.

El apoyo de Varsavsky al 15-M no ha consistido sólo en prestar su ayuda en el terreno informático, sino que también ha sido un gran propagandista mediático del mismo, tanto a nivel local, como internacional, publicando artículos en lengua inglesa, en varios de los más prestigiosos medios de comunicación mundiales, en los que no repara en elogios para expresar su admiración por los “indignados”.

Este peculiar “indignado” es el fundador de siete grandes empresas, entre ellas destacan, ya.com o Jazztel, en el campo de las telecomunicaciones, y Medicorp Sciences, en el campo de los negocios farmacéuticos. Esta última se dedica al desarrollo y fabricación de los famosos test del SIDA. Estos test han sido denunciados en multitud de ocasiones, debido a que nunca son capaces de detectar el VIH (supuesto virus vinculado al SIDA), sino que basándose en la reacción de los anticuerpos de cada persona que se hace la prueba, se decide etiquetarla como VIH positivo o no, independientemente de que sea portador de virus alguno.

Por este motivo son muy frecuentes los falsos positivos. A pesar de su poca fiabilidad (una persona que haya pasado recientemente un constipado puede dar positivo), estos test han sido de gran utilidad a la hora de conseguir futuros consumidores de larga duración (nada menos que el resto de sus vidas) de tóxicos y costosísimos retrovirales como el AZT. Precisamente la familia Rockefeller es la mayor beneficiaria de todo el negocio montado en torno al VIH-SIDA, desde principios de los años 80 del pasado siglo, al ser la propietaria y accionista de prácticamente toda la industria que gira entorno a él (estudios, test, fabricación de retrovirales…).

Pero más allá de esta coincidencia de intereses económicos en el macro-negocio del SIDA, donde más nítidamente se puede ver la vinculación entre Varsavsky y los Rockefeller es en varias de las “fundaciones” en las que ambos participan, actuando como presidente o miembro del consejo de administración, el primero, y como patrocinadores, los segundos, pudiéndose apreciar además una clara relación empleado-empleador. AD recaba información sobre la vinculación económica de algunos de activistas españoles de la causa animalista con estas “fundaciones”.

Por un lado tenemos la Safe Democracy Foundation, desde la que curiosamente ya se alentaba a una revolución en la Unión Europea al estilo 15-M, antes de que éste apareciera, y de la que Varsavsky es presidente, y la Fundación Rockefeller colaboradora habitual. Algo similar ocurre con la Clinton Foundation (gran propagandista del negocio VIH-SIDA) y One Voice (una plataforma sionista), de las que nuestro protagonista es miembro del consejo administrativo y la Fundación Rockefeller (junto a la Fundación Soros, entre otras) uno de sus patrocinadores.

Una vez visto que uno de los más importantes mecenas del 15-M fue un hombre muy estrechamente vinculado con una de la familia más poderosa del mundo, veamos los intereses que podría tener ésta en un movimiento, aparentemente contestatario, como el 15-M o el de los indignados.

Durante toda su vida, la familia Rockefeller (en alianza con otros hombres de las grandes finanzas como Rothschild, Morgan, Ford) ha tenido un plan en la mente: el control total de los recursos del planeta (energéticos, alimenticios e incluso humanos), para lo cual consideraban como necesaria la aparición de un gobierno mundial único, capaz de legislar de un modo global y totalitario, vulnerando la soberanía y las aspiraciones de los diferentes pueblos, en beneficio propio (privatización de los servicios públicos). En tal sentido han venido impulsando la creación de instituciones como la ONU, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Un ejemplo reciente de esto ha sido la guerra contra Libia, aprobada e impulsada por la ONU, y uno de cuyos objetivos es el de poner plenamente a disposición de las multinacionales petrolíferas occidentales, los recursos energéticos de Libia.

Para convertir en realidad este sueño totalitario de centralización absoluta del poder mundial, y conseguir un completo sometimiento de los pueblos a los intereses privados de un grupo de oligarcas, es necesaria la desarticulación de los antiguos Estados-nación. Con este objetivo se impulsaron las llamadas revoluciones de colores, en el espacio post-soviético; con este objetivo se han impulsado las revoluciones árabes, y con este objetivo se impulsó las revueltas de los indignados, anunciadas como #worldrevolution. Los diferentes Estados-nación (unos en mayor y otros en menor grado) son el último (o penúltimo) obstáculo entre los intereses de los grandes grupos financieros y el control total y absoluto, por parte de éstos, de los recursos del planeta, de ahí que deseen tan ardientemente su desaparición. Y un Estado con una identidad cultural y unas tradiciones tan arraigadas como el nuestro, constituyen un objetivo prioritario.

De ahí el interés en promover movimientos mediáticos y espectaculares, aparentemente populares, como el 15-M, utilizando para ello a sus más fieles cortesanos (Enrique Dans, Punset, Mayor Zaragoza o el mismo Martin Varsavsky, del que aquí hemos hablado), que bajo la apariencia de pedir mejoras sociales, sólo buscan la destrucción del orden actual y la implantación de uno nuevo, más propicio para los intereses de los oligarcas.

Una vez obtenidas las reformas deseadas, y pasado un tiempo de gobernanza global totalitaria, probablemente, el siguiente paso será la destrucción de este mismo gobierno global, con el fin de eliminar definitivamente todo lo que pudiera suponer un mínimo obstáculo entre esclavistas y esclavos. El fin perseguido es dejar a la especie humana totalmente a merced de los caprichos de un puñado de auténticos psicópatas. Así que la próxima vez que escuche usted a los “perroflautas” hablar en favor de abrir las fronteras de España a todos los que desean entrar, o despotricar contra el “salvajismo” de los toros, recuerde que son marionetas en manos de los mismos de siempre.

Frente al proyecto uniformador del mundialismo, la reivindicación de una Fiesta, hoy más que nunca, doblemente española, doblemente nuestra.

Un comentario en “La farsa de los “animalistas”: La Fundación Rockefeller, detrás de la feroz campaña contra la Tauromaquia

  1. ¡Que barbaridad! Defender el «Arte de los Toros» Es defender la psicopatía mas degradante, la que nos hace ser la única especie que disfruta de la muerte y la tortura de sus compañeros de viaje en esta nave que llamamos Tierra.
    Por educación no respondo con otra palabra altisonante al que llama «perro flauta» a una persona que esta siendo agredida en el centro de la plaza mientras el público «amante del arte taurino» jalea la violenta acción.
    Pena de país el que defiende como seña de identidad la violencia, la tortura, y el entretenimiento medieval.
    ¿Porqué no también la hoguera en al plaza mayor para los «brujos» y los ateos? Creo que también fueron fiestas muy sonadas y seña de identidad de España y otros países afines. o la «Cabra desde el campanario»…

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