La historia se encuentra en un libro. Dentro de este libro, hay un estanque. Cerca del estanque, un pato. Y cerca del pato… alguien más.
El ilustrador y escritor Wolf Erlbruch nos invita a habitar el libro “Pato, muerte y tulipán”, una obra de una belleza serena que nos hará caminar junto a los personajes, reflexionar con ellos, experimentar sus emociones y compartir sus preocupaciones.
Sus ilustraciones tienen el poder de transmitirnos el calor y el frío, la sorpresa de los encuentros y lo amargo de las despedidas. Y aunque es un libro pensado para los niños, los adultos también podrán apreciarlo desde una perspectiva diferente.
Aceptar con serenidad lo inevitable
“La muerte es nuestra amiga, precisamente porque se convierte en una presencia apasionada y absoluta que llena todo lo que existe; eso es natural, eso es amor”. Sin duda, este ilustrador alemán se inspiró en las palabras del poeta Rilke, que nos indican que enfrentar y aceptar la mortalidad también puede hacer que nos sintamos más vivos y nos anima a aprovechar hasta la última gota.
Aún así, lo cierto es que nos resulta difícil lidiar con la muerte, sobre todo cuando llega el momento de explicársela a un niño. Sin embargo, si les enseñamos desde pequeños que se trata de un proceso natural, podremos restarle parte de su carácter luctuoso y lograr que la persona como una despedida. Entonces este libro será de gran ayuda.
Pato, muerte y tulipán
Desde hacía tiempo el pato notaba algo extraño.
– ¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido?
La muerte le contestó:
-Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte.
El pato se asustó. Quién no lo habría hecho.
-¿Ya vienes a buscarme?
-He estado cerca de ti desde el día en que naciste… por si acaso.
La muerte le sonrió con dulzura. Si no se tenía en cuenta quién era, hasta resultaba simpática.
Con gran economía de palabras e ilustraciones minimalistas pero muy expresivas, Erlbruch transmite la camaradería que se desarrolla entre ambos personajes.
De hecho, en cierto punto el pato invita a la muerte a bañarse junto a él en un estanque, al salir, la muerte siente frío y el pato se ofrece para calentarla. La muerte pensó que nunca nadie se había ofrecido a hacer algo así por ella.
Al día siguiente, el pato despertó feliz por no haber muerto. A partir de ese momento entabla una relación muy especial con la muerte, y aparecen preguntas trascendentales que todos nos hemos hecho en alguna ocasión.
Sin embargo, con la llegada del otoño, un buen día el pato comenzó a sentir frío. Le pidió a la muerte que le calentara un poco, como él había hecho con ella.
La nieve caía. Los copos eran tan finos que se quedaban suspendidos en el aire.
Algo había ocurrido. La muerte miró al pato.
Había dejado de respirar. Se había quedado muy quieto.
Lo acarició para colocar un par de plumas ligeramente alborotadas, lo cogió en brazos y se lo llevó al gran río.
Cuando le perdió de vista, la muerte incluso se sintió un poco triste. Pero así era la vida.
Al final del libro se ve a la muerte acompañando a otros animales, un sutil recordatorio de que el río de la vida no se detiene. Y precisamente por ello, debemos aprovechar cada segundo, aquí y ahora.
No olvidemos que la muerte existe para que valoremos la vida.