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Según la investigadora Elaine Aron, alrededor del 15-20 por ciento de la población son personas altamente sensibles debido a la naturaleza de su sistema nervioso. Estas personas, que generalmente tienen una inclinación hacia la sobreestimulación, la reactividad emocional y la empatía por su sensibilidad, no siempre son bien acogidas por la sociedad
La negación de la sensibilidad es un problema de nuestro tiempo, ya que a menudo se asocia sensibilidad con debilidad. Por eso la mayoría de la gente suprime su sensibilidad, sin darse cuenta de que desarrollada y potenciada de la manera adecuada es una virtud de incalculable valor.
Pero negar la propia sensibilidad y reprimir los sentimientos, especialmente los negativos, solo hace que estos persistan y se conviertan en problemas no resueltos. Sin embargo, ser consciente de la propia sensiblidad y expresarla nos permite liberar una energía emocional que puede ser canalizada de forma creativa y constructiva.
“Nunca te disculpes por sensible o emocional. Esto es una señal de que tienes un gran corazón y no tienes miedo de dejar que otros lo vean. Mostrar tus emociones es un signo de foraleza”
-Brigitte Nicole-
La sensibilidad es algo natural
La sensibilidad es la capacidad para recoger la información sensorial con el sistema nervioso. Esneutral y, por lo tanto, no es ni buena ni mala. Es como un micrófono sensible que recoge los sonidos más sutiles.
El sistema nervioso sensible puede recoger las emociones de la gente, el clima, la iluminación, sonidos, olores y mucho más, para a continuación procesar los pensamientos, sentimientos, emociones y acciones que se han generado en su propio interior.
Aceptar las emociones
Para convertir la sensibilidad en una fortaleza es necesario aceptarse a uno mismo y saber ponerle rienda a nuestras emociones para que estás actúen a nuestro favor y no como un caballo desbocado. Estas riendas no son para reprimirlas o negarlas, sino para liberar a las emociones en el tiempo y en la forma adecuadas.
La represión o la evitación de las emociones a menudo da lugar a lo que se conoce como meta-emociones, es decir, emociones acerca de las emociones, como estar enojado por estar triste o sentirse culpable porque está excitado.
Para convertir la sensibilidad en una fortaleza es necesario experimentar la emoción como es y aceptarla como lo que es.
Muchas personas atesoran toda una serie de comportamientos de evitación conscientes o inconscientes que les impiden sentir tanto las emociones negativas y como las positivas. Su sensibilidad puede hacer que parezca que las experiencias son demasiado abrumadoras, por lo que intencionalmente las destruyen.
Esto puede ser algo tan simple como encender el televisor después del trabajo para evitar la reflexión sobre los problemas del día, o beber o consumir ciertas sustancias para adormecer la estimulación de los entornos sociales complejos. Estas son algunas de formas de ignorar o intelectualizar las emociones, una excusa para no tener que tratar con ellas. Pero no son las únicas.
Para contrarrestar esta tendencia hay que reconocer una emoción cuando está ahí, aceptarla como lo que es, sentirla sin hacer juicios y aceptar las reacciones físicas que nos provoque a fin de dejarla ir.
Sensibilidad, pasión y creatividad
Un rasgo que a menudo viene con ser sensible es ser apasionado y creativo. Las personas sensibles son a menudo los artistas, y viceversa, ya que son más conscientes de sus emociones y son más capaces de comunicarlas a otros a través de su trabajo.
Por desgracia, la educación tiende a valorar más las habilidades científicas y aquellas relacionadas con los negocios desde una edad temprana, lo que aleja a los niños de la expresión artística, quedando esta como un mero complemento del que se prescinde cuando otras cuestiones “más importantes” demandan más tiempo.
Sin embargo, todos en nuestro fuero interior sentimos pasión por algo, a pesar de lo que opinen los demás. Ahí es donde hay que volcar cualquier sentimiento fuerte, que servirá como una brújula que te dice lo que quieres hacer con tu tiempo.
Descansa y reflexiona
Las personas sensibles a menudo tienden a ser muy reflexivas, especialmente si pasan demasiado tiempo en ambientes intensos que son potencialmente abrumadores para ellas. Una buena idea para las personas sensibles consiste en buscar tiempo para hacer prácticas de reflexión, e incluso ponerlas por escrito en forma de diario, consiguiendo así más tiempo para que el nivel de saturación por la estimulación exterior descienda.
Al tomar un tiempo concreto para detenerse y pensar, podemos llegar a ser más conscientes de nuestra situación y los matices sutiles que impactan en nuestro día a día, de forma constante, como la gota de agua sobre la roca.