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El Parlament desafía al Tribunal Constitucional (TC) español al aprobar el inicio de la desconexión de la región de Cataluña (noreste) respecto de España.
El pleno del Parlamento catalán ha aprobado este miércoles las conclusiones de la Comisión de Estudio a favor de impulsar un «proceso constituyente» en Cataluña, con los votos a favor de los independentistas de la coalición Junts Pel Sí y las Candidaturas de Unidad Popular (CUP).
De esta manera, el Gobierno regional reta al TC y da luz verde a varios de los puntos del proceso independentista, en particular la celebración de un referéndum unilateral de independencia que afianzaría la desconexión de Cataluña respecto de España.
No nos amenacen, no pierdan el tiempo. Ya habrían de saber que nosotros no tenemos miedo. Por la independencia de la República Catalana. Sin miedo, lo conseguiremos», ha declarado Gabriela Serra, diputada de la CUP.
Los dos grupos independentistas habían solicitado la votación pese a la advertencia del TC de que toda actividad de dicha comisión debe estar encuadrada dentro de la Constitución, ante el deseo de los soberanistas de crear una futura carta magna catalana y un Estado independiente.
Los parlamentarios de centro-derecha de Ciudadanos y los conservadores del Partido Popular (PP) han acusado a los independentistas de «pasarse la justicia por el arco del triunfo» y de «atentar» contra el Estado de derecho, por lo que han abandonado el hemiciclo antes de empezar la votación, que han calificado de «desafío». Los diputados del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) no han salido, pero han rechazado votar, y los de Catalunya Sí Que Es Pot, la marca de Podemos en Cataluña, han votado en contra.
La portavoz parlamentaria de Junts pel Sí, Marta Rovira, ha argumentado que no hay que esperar el aval del Estado, «que no llegará nunca», y que las instituciones catalanas ya obtuvieron «el permiso» para hacerlo en las elecciones regionales del pasado 27 de septiembre.
«No nos amenacen, no pierdan el tiempo. Ya habrían de saber que nosotros no tenemos miedo. Por la independencia de la República Catalana. Sin miedo, lo conseguiremos», ha concluido por su parte Gabriela Serra, de la CUP, en su turno de palabra, en respuesta a los reproches de otros grupos. Momentos después, una diputada de la misma formación, Anna Gabriel, ha terminado su intervención diciendo, entre aplausos, «hacia la independencia. Sin miedo».
snr/mla/nal
De tales lodos estos barros. Siempre he temido a la cabeza de los españoles. Ya lo tenemos aquí.
Gabriela Serra, Marta Rovira, Anna Gabriel……
Hace tiempo en estas páginas alguien argumentaba que la paz social se alcanzaría con el gobierno de las mujeres ya que los hombres son más conflictivos y beligerantes y las mujeres todo paz y amor.
A la vista está lo acertado que estaba.
Los partidos políticos en una democracia plena son los cauces para solucionar los problemas de la nación. En España se han convertido en un problema en sí mismos en lugar de ser una solución.
Las encuestas más solventes sitúan a los partidos políticos en el tercer puesto entre los diez problemas más graves que agobian al pueblo.
El espectáculo que están dando a la ciudadanía es de vergüenza ajena. Sobre el interés general, arrumbado en el zaquizamí de la política, predomina el personalismo, el partidismo, los intereses espurios de capillitas y campanarios. La España asqueada contempla con desprecio creciente a los prepotentes, a los mambrullos y a los garleros de una clase política en la que predomina, sobre la alarmante corrupción, la mediocridad.Al español medio, sangrado hasta la hemorragia por unos impuestos casi confiscatorios, le resulta insoportable la voracidad, la prepotencia y la vulgaridad de la mayoría de sus líderes políticos.
La España asqueada que desprecia a la clase política está a punto de explotar.
Y mucho cuidado. La crítica a los partidos políticos en el primer tercio del siglo XX, como he recordado en alguna ocasión, se tradujo en el nazismo en Alemania, el fascismo en Italia, el estalinismo en Rusia, el franquismo en España, el salazarismo en Portugal… Cualquier forma de dictadura o totalitarismo es mucho peor que lo que tenemos.
No se trata de suprimir los partidos políticos o los sindicatos. Se trata de regenerarlos, de democratizarlos, de exigir que se pongan al servicio del interés general en lugar de dedicarse a satisfacer ambiciones de clase o de casta con escandalosa atención a parientes, amiguetes y paniaguados.
Los dirigentes políticos han obligado a apretarse el cinturón a empresas, instituciones y particulares, a todos menos a los partidos que siguen entregados al cínico despilfarro.
Mariano Rajoy, en fin, no debería olvidar, ahora que vive su luna de hiel, lo que aconteció en la esquina rosada de Jorge Luis Borges.