Hasta ahora se consideraba que la cámara funeraria del rey Pakal, descubierta en 1952 por el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, era el punto de partida de los nueve cuerpos que componen el Templo de las Inscripciones de la antigua ciudad maya de Palenque, pero el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha informado de un hallazgo que . supone un cambio en la tesis original.
Por casualidad, arqueólogos mexicanos descubrieron en 2015 un sistema de canales de agua en el subsuelo del templo de una longitud aproximada de 17 metros y consideran que sustenta la posibilidad de que el centro del templo debió estar dado por la existencia de un manantial.
En esa línea se manifestó, al menos, el director del Proyecto Arqueológico Palenque, Arnoldo González: “Creemos que el origen de este agua fue el punto de partida desde el cual se erigió el templo y cuya finalidad era asociar al gobernante con estos cuerpos de agua”.
El sistema hidráulico sirvió para drenar la lluvia de la tumba del rey Pakal, regular un arroyo subterráneo justo debajo de la tumba o incluso ser una recreación metafórica del camino que condujera al rey a las aguas del K’nich Janaab, el inframundo de los mayas.
El canal fue construido con hileras de grandes piedras talladas y acomodadas horizontalmente y unidas a otras con rajuela (piedra delgada) y arcilla y tienen un fondo de piedra caliza que permite el fluido constante de agua. En el momento de su descubrimiento aún circulaba agua.
Asimismo, Ruz Lhuillier confirmó la continuación de los trabajos en esta zona del templo y el uso de tecnología como el georradar para buscar los orígenes de este sistema de canales y su configuración. El Templo de las Inscripciones de Palenque es de tipo funerario y data del año 675 D.C, en el periodo correspondiente a la cultura maya tardía. Es el único templo conocido de esta parte de América, en el que se ha encontrado en su interior una cripta con restos mortales, pues los mayas jamás levantaron templos en calidad de monumentos funerarios.
Más llamativa resulta la lápida del rey Pakal, un monolito de cinco toneladas de peso que representa -según la versión de los academicistas-, el descenso del Rey en su recorrido por elinframundo, y la creencia Maya de la existencia de los tres mundos: los cielos o el mundo de arriba, el mundo de los vivos en el nivel medio, y el mundo de los muertos o inframundo. Erick von Däniken, sin embargo, no dudó en relacionar la lápida con un cohete espacial por lo que la llamó el Astronauta de Palenque. La describió del siguiente modo.
«Ser que aparece sentado e inclinado sobre unos mandos (como un astronauta en su cabina de pilotaje). El extraño ser lleva en su cabeza un casco del que salen hacia atrás dos tubos flexibles. Frente a su nariz puede verse claramente un balón de oxígeno. Con ambas manos manipula el personaje algo parecido a unos mandos de control: la mano superior está abierta y en posición de hacer girar un botón como para sintonizar alguna cosan con precisión; en cuanto a la mano situada en el plano inferior, pueden apreciarse cuatro de los dedos con el meñique doblado ¿No es como si la figura estuviera manejando con esa mano una palanca al estilo del acelerador manual de nuestras motocicletas? Finalmente, el talón del pie izquierdo descansa sobre un pedal de varios niveles.»
«…Lleva una indumentaria demasiado moderna: inmediatamente bajo su barbilla y bien visible en la parte del escote se distingue una prenda semejante a un pulóver de «cuello de cisne», que se ajusta completamente al torso y acaba en unos puños estriados… lleva también un ancho cinturón con hebilla de seguridad, un pantalón de mallas gruesas y otro interior muy ajustado, que le llega hasta los tobillos… ¡Ya tenemos al astronauta perfectamente vestido y equipado!»
«…Delante de la figura, sujeta a su asiento por cinturones de seguridad, vemos la instalación central para el suministro de oxígeno y de energía, así como el cuadro de comunicaciones… (En la proa) pueden distinguirse unos grandes electroimanes cuyo fin es crear un campo magnético en torno al casco de la astronave y protegerla así del choque con las partículas cósmicas…»
«Detrás del astronauta se observa una unidad de fusión nuclear… en el extremo posterior de la nave se haya incluso representado en forma estilizada la estela que dejan tras de sí los cohetes propulsores».
hay miles de interrogantes con respecto de esa figura. Pero no cabe duda de que si no se hubiesen creado los habitáculos de las naves que hoy surcan los cielos, todavía estos estudios no hubieran arrojado resultado alguno. estaríamos como en el tiempo de las carabelas que llegaron desde el otro lado de la mar Océano.