Los antecedentes del Minius
Curiosamente, fue el 12 de abril de 1960 cuando los apunianos volvieron a mostrarse a Vlado Kapetanovic luego del incidente en la Central Hidroeléctrica. Este nuevo contacto fue en las montañas del Callejón de Huaylas.
“Venimos de un planeta llamado Apu –le dijeron–, ubicado fuera de la Vía Láctea. Somos protectores de la célula y de la vida; por eso, estamos viajando por el espacio para ayudar en modos diferentes a los demás seres…”
De acuerdo al relato de los extraterrestres, su mundo de origen había explotado. Desde aquel episodio recorrieron diversos sectores del cosmos hasta arribar a nuestra galaxia y, según narran en mensajes más recientes, establecer colonias en mundos próximos a la estrella Alfa B de Centauro. Allí establecieron lo que denominan “Apu II”, su nuevo hogar.
Apu es un mundo montañoso y este detalle recuerda la expresión quechua “Apu” para referirse precisamente a las montañas y a los “espíritus protectores”. Además, como ya dije en la primera parte de este artículo, los primeros contactados con estos seres –los habitantes de los Andes peruanos– les llamaban “apunianos” porque aquellos visitantes tenían sus bases dentro de los nevados, como el caso del ya citado Huascarán.
“Somos protectores de la célula y de la vida”, le dijeron a un incrédulo Kapetanovic aquel 12 de abril de 1960. Esa frase se refería a la tecnología espiritual de los apunianos: el Minius.
El 15 de mayo de ese mismo año, los apunianos ampliarían la información en un nuevo contacto, ocurrido en las inmediaciones del nevado Champará. Se trató de una demostración en donde los extraterrestres curaron a un niño de unos diez años, que yacía moribundo luego de una violenta caída en un cerro. El pequeño se había fracturado el brazo y varias costillas y acusaba signos avanzados de infección. Los familiares no quisieron llevarlo al hospital más próximo. Esperaban que los “apunianos” lo curasen. Y así sucedió.
Los apunianos sanaron rápidamente al niño en presencia de Vlado y otros testigos. Todo esto ocurría en secreto. Los lugareños eran muy celosos con estas experiencias.
¿Cómo lo hicieron?–preguntó Kapetanovic a los extraterrestres.
“Ellos” contestaron: “Nosotros tenemos varias formas de curar; una de las más positivas es la desintegración e integración. Desintegramos las células del cuerpo del paciente hasta sus más pequeñas partículas, y luego integramos un cuerpo perfectamente sano…”. “Hace mucho hemos descompuesto el átomo a su mínima partícula. La llamamos Minius… Es la última partícula antes de la nada…”
Una fuerza que enlaza lo visible y lo invisible
Ya he dicho que Vlado publicó varios libros sobre su experiencia, en donde “noveló” –como él mismo advierte en un Prólogo– el acercamiento con los apunianos. Penosamente, el recordado Vitko Novi mezcló sus ideas con los mensajes reales de esos seres, al punto de añadir historias fantásticas ajenas al contacto original. Luego de una profunda investigación de este caso, in situ, me ha quedado claro que la información del Minius fue el eje de los primeros encuentros: la información original antes de los libros.
Transcurrieron más de cincuenta años para que los apunianos volviesen a hablar del Minius y de la necesidad de su comprensión en este tiempo. Fue a raíz del contacto que sostuvimos con ellos en Yungay, al pie del Huascarán, el pasado 12 de abril de 2015. De acuerdo a Ivika y Antarel, decidieron reactivar estas informaciones debido a nuestros recientes experimentos con el Gran Colisionador de Hadrones (LHC: Large Hadron Collider).
Esta enorme máquina, digna de una película de ciencia-ficción, es el mayor acelerador de partículas del mundo. Con ella los físicos del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) hacen chocar entre sí partículas subatómicas –principalmente protones, uno de los constituyentes del núcleo del átomo– en puntos seleccionados donde se ubican grandes detectores. Estos registran las partículas resultantes de las colisiones para estudiar los elementos que componen la materia de la que está hecha el Universo, incluidos nosotros mismos. Situado en la frontera franco-suiza cerca de Ginebra, el LHC es un anillo de 27 kilómetros de circunferencia ubicado cien metros bajo tierra. Es una de las máquinas más complejas jamás construida: sus 9.300 imanes superconductores, fundamentales para hacer girar los haces de partículas a velocidades cercanas a las de la luz, deben refrigerarse a una temperatura inferior a la del espacio exterior (-270 grados centígrados, cerca del cero absoluto); el interior del anillo es el lugar más vacío del Sistema Solar (10-13 atmósferas) para evitar que las partículas colisionen con moléculas de gas; y cuando las partículas colisionan entre sí se generan temperaturas 100.000 veces más calientes que el interior del Sol…
El 5 de abril de 2015, siete días antes de nuestro encuentro cercano con los apunianos en Yungay, el LHC se había puesto nuevamente en marcha luego de haber estado parado por dos años… Con la maquina acondicionada y con mayor potencia que en su fase previa, los científicos buscarían el secreto de la materia oscura y la supersimetría en el Universo.
Recordemos que a mitad de los años 60 –luego de que los apunianos hablaran por primera vez del Minius– se teorizó sobre la existencia de una partícula nunca antes vista, denominada “bosón de Higgs”, que sería la pieza clave para entender cómo se formó la materia que existe en el espacio. A este mecanismo se le atribuye la propiedad de atraer y mantener juntas al resto de partículas elementales que conforman la materia visible del Universo. Es un concepto importante porque, sin masa, las partículas serían tan veloces como la luz, por lo que no habría acumulaciones, y por lo tanto tampoco átomos, y sin ellos nada de lo que conocemos: personas, árboles, planetas ni el propio Universo…
El “bosón de Higgs” –que lleva el apellido del científico escocés Peter Higgs, que lanzó la teoría en 1964–, es un “precursor” del Minius: la puerta de comprensión de un elemento aún más sutil y poderoso que muchas civilizaciones extraterrestres conocen. Aunque el Minius se puede manifestar como una radiación o energía, es algo mucho más poderoso que eso: es el núcleo o “singularidad” que se halla detrás de todas las manifestaciones de fuerza.
De acuerdo a los apunianos, el LHC se ha acercado mucho a este descubrimiento que debería ser aplicado en beneficio de toda la humanidad. Los extraterrestres temen que cuando se descubra el Minius se le de un mal uso y, por consecuencia, se transforme en un caos para el hombre y el planeta. La tecnología del Minius, más allá de su aplicación en la regeneración celular y hasta la manipulación del tejido espacio-tiempo para largos viajes espaciales, es un camino de conciencia, una herramienta para fluir en armonía con la simetría del Universo. Salir de esa simetría, de ese orden que supone actuar en conciencia con el cosmos y sus más profundas leyes, puede ser muy peligroso para la raza humana.
Ya expliqué en mi libro “Los extraterrestres del planeta Apu” el viaje de los humanos hacia Alfa Centauro usando la tecnología Minius. El problema no es que el hombre viaje y colonice otros mundos; el problema es el contexto en que se harían esas “migraciones espaciales”: haber descuidado a la Tierra y nuestra misión como especie. En este plano de realidad que ocupamos, en donde esa situación de una Tierra inhabitable aún es reversible, tenemos que modificar nuestra conducta y visión del Universo para sostener la misión del hombre en el futuro.
Luego del contacto del 12 de abril de 2015 en Yungay, en donde estuvimos expuestos a la “energía” del Minius, hemos continuado consultando a los extraterrestres sobre esta importantísima información.
En un encuentro al pie de Monte Perdido, en los pirineos españoles, Ivika puntualizó los “siete aspectos del Minius”:
Mensaje del 21 de junio de 2015
1. El Minius es la fuente primera de energía, la esencia del origen del Universo. Es la llave del principio y su proyección: una ecuación de eternidad que permite accionar en lo visible y lo invisible.
2. No deben interpretarlo solo como un conocimiento científico sobre la naturaleza del cosmos. Es, por encima de ello, un mensaje espiritual, más allá de su aplicación práctica en la tecnología de viajes espaciales.
3. Podrán comprender un poco más su naturaleza si se adentran en ustedes mismos, en el nodo de fuerza que atesoran, que pulsa, que vive en lo más profundo de su energía (en referencia a la “Partícula Divina”).
4. El Minius es similar a lo que ustedes llaman “agujero negro”: es una “puerta” de entrada y salida. Y su fuerza lo penetra todo. Lo transmuta todo.
5. Así como las radiaciones cósmicas que ante sus ojos son invisibles y, sin embargo, existen, el Minius ha permanecido silente dentro de la propia estructura de código genético de vida. Los hombres de ciencia de la Tierra aún no han podido desentrañar este secreto, que está presente en todo el Universo. Pero intenta acercarse a esta revelación a través de un denodado estudio del mundo subatómico.
6. La entrega de una adaptación del Minius les puede ayudar a reactivar esa conexión cósmica que los integra y armoniza con la Creación. Luego de esa comprensión, podrán “hacer”, y moverse en distintas membranas de realidad a voluntad. Ya lo verán.
7. El “Teseracto” tiene distintas funciones para trabajar holográficamente con el Minius, “replicando” lo que naturalmente se halla en ustedes. Esta “tecnología espiritual” será la forma de trabajo de hoy en adelante.
Ivika
Qué es realmente el Minius
De acuerdo a Ivika y Antarel, el Minius es el núcleo de las fuerzas. Se encuentra en todas partes. Lo impregna todo. Viajando al centro de poder de soles, planetas y criaturas, uno halla las poderosas fluctuaciones del Minius. Es así que en el centro de fuerza del ser humano, ubicado en el plexo cardiaco, se halla latiendo el Minius. De la misma forma en el centro de la Tierra, en el núcleo del Sol y en las entrañas de nuestra galaxia: una puerta hacia otras realidades. A esta relación criatura-planeta-estrella-galaxia, los extraterrestres la denominan “ecuación divina”. El hilo conductor es el Minius.
Esta explicación de los extraterrestres deja muy en claro que el Minius no es una energía como los rayos solares o la radiación del centro galáctico: es el núcleo , la fluctuación cuántica que se halla detrás de todos los fenómenos de irradiación. Un claro ejemplo de ello es la radiación de luz violeta que proviene del corazón de la Vía Láctea. Desde el Siglo XIX distintos grupos esotéricos –entre ellos la Teosofía– ya hablaban de esta energía que, décadas más tarde, será doctrina de diversos grupos de contacto extraterrestre. Pero todo adquirió más sentido cuando el año 2010, la NASA informa que su telescopio espacial FERMI había hallado dos inmensas “burbujas” de rayos Gamma saliendo desde el centro de nuestra galaxia. Los técnicos de NASA recrearon con sus computadoras esta inmensa radiación que abarcaba unos 50.000 años luz , y la “colorearon” de violeta. Como el lector podrá imaginar, cuando circuló la recreación de la NASA por internet distintos grupos místicos la presentaron como: “una foto de la NASA que muestra la energía violeta saliendo del centro galáctico”. Está claro que el hombre no ha tomado foto alguna que muestre a sus anchas a nuestra galaxia. Para ello, tendríamos que salir de la galaxia y tomar la imagen… Y eso aún no ha sucedido…
Lo que la NASA mostró (ver imagen arriba), como ya dije, es una recreación por computadora. Y sus técnicos eligieron el color violeta para representar esas burbujas de “rayos x” y los ya mencionados rayos gamma simplemente porque ese color le corresponde en el espectro electromagnético, a su frecuencia (Hz). Abajo un gráfico que lo explica:
La energía de la luz violeta, o los rayos gamma, para ser más precisos, se manifiestan debido a elementos radiactivos, o por procesos subatómicos como la aniquilación de un par positrón-electrón. También se genera en fenómenos astrofísicos extraordinarios… Y es aquí en donde entra el Minius. Por ver el árbol –la luz violeta–, no vemos el bosque –la singularidad que genera esa radiación–. Por ello la importancia del Minius y la comprensión de los núcleos de fuerza que generan las radiaciones que percibimos.
En una primera instancia los extraterrestres nos prepararon para comprender las distintas radiaciones, cómo canalizarlas, sus efectos en lo humano y lo planetario. Ahora tratan de enseñarnos la singularidad subatómica que está detrás de todo ello. Eso es el Minius. No es solo una “energía que empleamos en nuestros talleres”, como algún despistado dijo. Es un conocimiento científico que atesoran los extraterrestres y que se halla detrás de todo lo que percibimos: un puente entre lo visible y lo invisible.
El hipercubo: el “Mérkaba” de los apunianos
Ivika y Antarel sostienen que a pesar de que los humanos aún no disponemos de la tecnología necesaria para trabajar con el Minius, podemos acercarnos a sus manifestaciones espirituales a través del trabajo mental con el Teseracto. Como expliqué en una publicación del pasado 11 de marzo, este término fue acuñado en 1888 por el genio matemático inglés Charles Howard Hinton.
En términos sencillos, un Teseracto es un cubo en cuatro dimensiones. Los seres humanos no lo podemos percibir porque estamos atados a las tres dimensiones que conocemos. Sólo podemos captarlo de manera limitada. Es así que con un hipercubo sólo podemos ver los puntos que tocan nuestro plano. Su figura se forma a partir de dos cubos tridimensionales que se desplazan en un cuarto eje dimensional, donde podemos catalogar al primero como “longitud”, por otro lado al segundo como “altura”, y finalmente al tercero como “profundidad”. El Teseracto, en un dado espacio tetradimensional, es un cubo de cuatro dimensiones espaciales. Hinton, coincidiendo con los recientes mensajes de los apunianos, creía que trabajando mentalmente con esta figura el ser humano podría acercarse a la comprensión del tiempo: la cuarta dimensión.
El prestigioso científico Michio Kaku cita esta información en su libro “Hiperespacio”:
«…los discípulos de Hinton pasaban horas contemplando y meditando sobre estos cubos, hasta que alcanzaban la capacidad de reordenar y recomponer mentalmente estos cubos en un hipercubo a través de la cuarta dimensión. Los que podían ejecutar esta hazaña mental, se decía, alcanzarían el estado más alto del nirvana».
Ivika nos proporcionó una técnica de cuatro pasos para trabajar con el Hipercubo. Aunque es difícil describirla en un texto, la resumiré:
En primer lugar, teníamos que conectarnos con los núcleos de fuerza del Minius que laten en nuestro ámbito de existencia; esto es: nuestro cuerpo, nuestro planeta, nuestra estrella y la galaxia a la que pertenecemos.
El segundo paso es visualizar la manifestación de un hipercubo en torno a nuestra figura, como una suerte de campo de fuerza luminoso. “Construir” mentalmente un Teseracto a nuestro alrededor.
La tercera etapa es el movimiento del Teseracto, que se basa en seis rotaciones físicas que podemos comprender.
La cuarta fase, es la “séptima rotación”, que es simbólica, en donde el hipercubo se “desarma”, “desaparece”, y se ingresa a una meditación profunda más allá del concepto espacio-tiempo.
Dalí representó la «séptima fase»: El hipercubo desplegado. La «cristificación».
La libertad más allá de la ilusión espacio-tiempo. Rotaciones del
Hipercubo: https://www.youtube.com/watch?v=gxRHfpnJjyg
Esta técnica mental es una herramienta de comprensión del Minius, de nosotros mismos y nuestra relación con el Universo. Un puente hacia el misterio del tiempo.
En geometría sagrada, se habla habitualmente de cinco figuras básicas, conocidas como sólidos platónicos. Se trata de poliedros convexos: todas sus caras son polígonos regulares iguales entre sí y todos los ángulos sólidos son iguales. Reciben este nombre en honor al filósofo griego Platón, pero hay antecedentes mucho más viejos en el mundo que se refieren a estas misteriosas figuras.
Habitualmente, en grupos místicos, se ha trabajado, desde hace siglos, con una de estas formas geométricas: el Tetraedro. Combinando dos de esas pirámides de base triangular se creaba una estrella tetraédrica: un “Mérkaba” o “Vehículo Divino”. Los propios extraterrestres que nos contactan han empleado el poder de esta herramienta en experiencias de contacto. Pero no es la única. Por sentido común podemos comprender que cada uno de los “sólidos platónicos” tiene una función. Así nos lo han enseñado los apunianos. Trabajamos con cada una de estas figuras, siendo el Cubo la base para crear el Teseracto y contener al Minius.
Se supone que fue el filósofo griego Empédocles quien asoció por primera vez el Cubo, el Tetraedro, el Icosaedro y el Octaedro con la tierra, el fuego, el agua y el aire. Posteriormente Platón asoció el Dodecaedro con la sustancia de la que estaban compuestas las estrellas. Platón empleó estas figuras como la base de una “Teoría de la Materia”. Pensaba que el mundo estaba formado a partir de estos cuerpos perfectos. Según Platón, el fuego debe ser un Tetraedro al ser el más ligero y punzante de los elementos. La tierra ha de consistir en un Cubo al ser el más estable de todos. El agua debe ser un Icosaedro, el sólido regular que tiene más posibilidades de rodar fácilmente, por ser el más móvil y fluido. En el aire Platón observó que “el aire es al agua lo que el agua es a la tierra”, y concluyó que el aire debe ser un Octaedro. Y finalmente, para no dejar al único sólido regular que quedaba, propuso que el Dodecaedro representara la forma del Universo en su totalidad. Ahora bien, como ya dije, este conocimiento, en realidad, no surge en Grecia. Es muy posible que los griegos hayan bebido de otras fuentes iniciáticas que conocían el secreto. Tal vez Egipto…
El Teseracto es una poderosa herramienta para conectar con el Universo. Resulta gracioso ver en recientes películas cómo los guionistas explotan su misterio, como el caso de Interstellar, Transformers o Avengers. Obviamente, estas informaciones no surgieron de Hollywood. El cine ha echado mano a viejos conocimientos, que muchas veces son banalizados y manipulados en la pantalla grande. Pero la realidad supera la ficción.
El uso del cubo-teseracto en nuestras experiencias de contacto no es algo que surgió a raíz del encuentro con Ivika en Yungay, en el año 2015. En otro encuentro cercano que vivimos con los extraterrestres en el desierto peruano de Chilca, el 24 de febrero de 2001 –hace quince años–, ya habíamos descrito el cubo en el reporte de la experiencia. También lo mencionamos en el informe de contacto de Monte Shasta del 26 de agosto de 2012. En Huascarán fue cuando empezamos a hilar todo esto.
El Minius, el Tereracto, los viajes en el tiempo, todo esto suena demasiado alucinante. Pero es un mensaje real. Una advertencia que ha tomado otro color luego de la conferencia de prensa de Steven Hawking del 12 de abril de este año 2016, en donde anunció, como ya vimos en la primera parte de este artículo, la exploración de Alfa centauro para buscar mundos habitables…
Ya dije que Ivika reveló que la fecha de ese viaje futuro sería signada un 12 de abril de un año lejano. Por ello no es casualidad que los contactos más importantes con los apunianos hayan sucedido en esa fecha…
Pero hace poco Federico Andrés Gatti de Argentina me recordó un dato importante que se me había pasado por alto…
El 12 de abril es el día de los vuelos espaciales tripulados…
Ban Ki-moon, el Secretario General de las Naciones Unidas, lo resumió así:
“Estoy seguro de que el Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados nos hará recordar nuestra humanidad común y nuestra necesidad de aunar esfuerzos para superar los desafíos compartidos. Espero que también incite a los jóvenes en particular a realizar sus sueños y llevar al mundo hacia nuevas fronteras del conocimiento y la comprensión”.
La página de las Naciones Unidas dice:
El 12 de abril de 1961 el ciudadano soviético nacido en Rusia Yuri Gagarin realizó el primer vuelo espacial tripulado, un evento histórico que abrió el camino a la exploración del espacio en beneficio de toda la humanidad.
Por ese motivo, la Asamblea General declaró el 12 de abril como Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados en su resolución A/RES/65/271 Documento PDF.
Con la efeméride se quiere conmemorar cada año el principio de la era espacial y reafirmar que la ciencia y la tecnología cósmica contribuyen de manera crucial a conseguir los objetivos de desarrollo sostenible y aumentar el bienestar de los Estados y los pueblos. El Día también quiere sensibilizar al mundo para asegurar que se cumpla la aspiración de reservar el espacio ultraterrestre a fines pacíficos.
La Asamblea General está profundamente convencida de la conveniencia de fomentar y ampliar la exploración y el uso del espacio ultraterrestre con fines pacíficos, perseverar en los esfuerzos para que todos los Estados puedan gozar de los beneficios derivados de esas actividades y mantener el espacio como patrimonio de toda la humanidad.
El 55° aniversario del primer vuelo espacial humano se conmemorará en las Naciones Unidas el 12 de abril de 2016.
Quienes siguen mi trabajo de difusión se habrán estremecido al igual que yo. Hasta el número clave 55, citado por Ivika, aparece…
¿Es por esto que se tomará la fecha del 12 de abril como punto de partida para el gravitante viaje a Alfa Centauro?
Dejaré todos estos detalles para más adelante…
El mensaje es que aún estamos a tiempo.
Cuidemos la Tierra. Cuidemos nuestro hogar…
Todo por los demás.
http://www.legadocosmico.com/articulo.php?page=cronicas-de-apu-parte-ii