Marie Monique Robin, desde mi perspectiva, ha hecho -y sigue haciendo- un gran y valiente trabajo de investigación sobre el sistema alimentario y los mecanismos que lo gobiernan. En su nuevo libro “Nuestro Veneno Cotidiano” (3) ella se pregunta si este segundo documental del mismo nombre del libro, sería la continuación de “El Mundo según Monsanto”, en respuesta a lo cual, ella misma se responde que ambos se suceden y encajan como piezas de un rompecabezas, a la perfección, sin que ella haga algo al respecto; y claro no puede ser mas que evidente, pues ambos cuentan la misma historia y la realidad escondida o desconocida de siempre, como se controla y manipula llegando a casos extremo hasta de forma criminal para la obtención de beneficios económicos por parte de las multinacionales, de la industria química y alimentaria -aquí deberíamos agregar la industria farmacéutica convertida en mafia médica (4)- en el mundo sin interesar las consecuencias a corto o a largo plazo sobre la población humana o sobre el medio ambiente.
En el curso de los treinta últimos años. la tasa de incidencia del cáncer a aumentado en 40%. dentro de ello el incremento de leucemias y tumores cerebrales -en los niños ha sido de 2% por año-. de igual modo se ha constatado una evolución similar para las enfermedades neurológicas, autoinmunes, o para el disfuncionamiento de la reproducción, una “epidemia” -catalogado así por la misma OMS- que golpea a los países llamados “desarrollados”.
El libro y documental Nuestro Veneno cotidiano es el resultado de un arduo trabajo de investigación de dos años en América del Norte, Asia y Europa, está basado en numerosos estudios científicos pero también en testimonios de científicos, investigadores, representantes de las agencias de reglamentación, Marie-Monique Robin demuestra que la causa principal de esta epidemia que golpea a los países desarrollados es de orígen medioambiental, debido a decenas de miles de millones de moléculas químicas que han invadido nuestra alimentación después del final de la Segunda Guerra Mundial (3).
Marie-Monique Robin -desde el periodismo- viene ayudando a difundir los conocimientos en un tema crucial que toca llagas, por lo que está en juego: la alimentación mundial, la salud y el factor económico, así como lo hicieron un reducido pero gran grupo de personas como Rachel Carlson (5) y Theo Colborn (6) -científicas valientes, indesmayables- que lucharon, Theo Colborn sigue haciéndolo al igual que tantos otros científicos osados que no se someten al yugo de aquellos que prostituyen la ciencia cuyo único afán son los “beneficios económicos”. Tanta gente “testaruda” que continúa luchando por brindar información a la población en general o como dice Marie Monique Robin en su libro (3) con :”El deseo de comprender, para luego transmitir la mayor cantidad posible de conocimientos acumulados” porque “saber es poder“
Libro: Nuestro Veneno Cotidiano
Introducción : Saber es Poder
Por Marie Monique Robin (7)
Tres Preguntas a propósito del rol de la Industria Química
Nuestro Veneno Cotidiano es el fruto de un proceso largo, que comenzó en el año 2004. En aquella época, yo me preocupaba sobre las amenazas que pesan sobre la biodiversidad: en dos documentales difundidos por Arte sobre Las patentes de los organismos vivos y la historia del trigo, había contado como las multinacionales obtienen patentes indebidas sobre las plantas y el conocimiento de los países del Sur. Al mismo tiempo yo dirigía un reportaje en Argentina que daba su balance (desastrozo) del cultivo de soya transgénica, el famoso Round Up Ready de Monsanto. Para estos cuatro filmes había viajado a los cuatro extremos del planeta preguntándome sobre el modelo agro industrial puesto en lugar después de la Segunda Guerra Mundial y cuyo objetivo publicitado era “alimentar al mundo”. Yo había constatado que ello incita a una extensión de monocultivos en perjuicio del cultivo local y familial provocando una reducción draconiana de la biodiversidad quién a término constituye una amenaza para la seguridad y la soberanía alimentaria de los pueblos.
Yo constataba también que la famosa “revolución verde” es acompañado de un empobrecimiento de los recursos naturales (calidad de los suelos, agua) y de una contaminación generalizada del medio ambiente, en razón del uso masivo de productos químicos (pesticidas, abonos sintéticos).
Todo naturalmente, esta trilogía me condujo a interesarme, a la firma americana Monsanto, uno de los grandes promotores y beneficiarios de la “revolución verde”: primeramente porque ella fué (y continúa siendolo) uno de los principales fabricantes de pesticidas del siglo XX, luego porque ella ha llegado a ser el primer vendedor de semillas del mundo y que trata de poner la mano sobre la cadena alimentaria gracias a las semillas transgénicas patentadas (los famosos “OGM”, organismos genéticamente modificados). Jamas podré decir suficiente sobre hasta que punto estuve sorprendida de descubrir las múltiples mentiras, manipulaciones, y golpes bajos del cuál es capaz la firma de Saint Louis (Missouri) para mantener sobre el mercado productos químicos altamente tóxicos, sin importar el precio medioambiental, sanitario y humano.
A medida que avanzaba en este “thriller de los tiempos modernos” por retormar las palabras de la socieóloga Louise Vandelac, quien a hecho el prefacio de la edición canadiense de El Munso según Monsanto”, tres preguntas no secaban de atormentarme: ¿Monsanto constituye solo una excepción en la historia industrial o, por el contrario, su comportamiento criminal -peso mis palabras- caracterizan a la mayoría de los fabricantes de productos químicos ? y luego una pregunta llamaba a otra, me preguntaba también: ¿Como son evaluados y reglamentados las 100,000 moléculas químicas sintéticas que han invadido nuestro medio ambiente y nuestro platos desde hace medio siglo? Enfin, ¿Hay un lazo entre la exposición a estas substancias químicas y la progresión espectacular de los cánceres, enfermedades neurodegenerativas, problemas de la reproducción, diabetis u obesidad que uno constata en los países “desarrollados”, al punto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) hable de “epidemia”?
Para responder a estas preguntas, decidí de encaminarme en esta nueva investigación solo a las sustancias químicas que entran en contacto con la cadena alimentaria, del campo del productor (pesticidas) al plato del consumidor (aditivos y plásticos alimentarios). Este libro no abordará por lo tanto las ondas electromagnéticas, ni los teléfonos portables, ni la contaminación nuclear, sino únicamente las moléculas de síntesis a los cuales estamos expuestos, en nuestro medioambiente o en nuestra alimentación -nuestro “pan cotidiano” largamente llegado a ser “nuestro veneno cotidiano”.
Sabiendo que el tema es altamente polémico -y no es sorprendente dada la importancia de las cuestiones económicas que están en juego- escogí proceder metódicamente, partiendo de lo más “simple” y lo menos contestable, a saber las intoxicaciones agudas, luego las crónicas, los agricultores expuestos directamente a los pesticidas, para ir progresivamente hacia lo más complejo, los efectos a dosis débiles de los residuos de productos químicos que tenemos en el cuerpo.
Unir las piezas del Rompecabezas
Nuestro veneno cotidiano es el fruto de una gran investigación, que ha mobilizados tres tipos de recursos. Primeramente he consultado una centena de libros por historiadores, sociólogos y científicos, mayoritariamente de América del Norte. Mi investigación debe también mucho al precioso trabajo de investigación realizado por gente de universidades de gran talento, como Paul Blanc, profesor de medicida del trabajo y del medioambiente de la Universidad de California, o sus colegas historiadores Gerald Markowitz y David Rosner, o aun David Michaels, un epidemiologista nombrado en Diciembre a la dirección de la OSHA (Occupational Safety and Health Administration), la agencia americana encargada de la seguridad del trabajo. Muy documentados lametablemente no traducidos al francés, sus obras me han permitido el acceso a una masa de archivos inéditos y que me ayudaron a reemplazar el tema de mi investigación en el contexto mucho mas amplio de la historia industrial.
Es así que me remonté a los orígenes de la “revolución industrial” quien precedió a la “revolución verde” dos caras de un mismo monstruo insaciable: el progreso, que supuestamente nos traería el bienestar y la felicidad universal, el cuál todo nos indica sin embargo, tal como un Saturno de los tiempos modernos, el amenaza de “devorar” a sus propias criaturas”. Si uno no efectúa este indispensable retorno en el tiempo. Es en efecto imposible de comprender como el sistema de reglamentación de los productos químicos ha sido inventado y funciona aún hoy día -un sistema alimentado del desprecio recurrente de los industriales y de las autoridades públicas hacia los obreros de las fábricas quenes han pagado un fuerte tributo a la locura química de las sociedades llamadas “desarrolladas“.
Este libro se alimenta también de los múltiples documentos y archivos que pude cosechar de los abogados, organizaciones no gubernamentales, expertos o particulares “obstinados” y quienes han realizado un trabajo considerable para documentar las malas acciones de la industria química. Como por ejemplo la increíble Betty Martini en Atlanta, a la cual yo saludo su perseverancia por unir las piezas a convicción contra este edulcorante sintético altamente sospechoso el aspartamo. Evidentemente he guardado preciosamente una copia de todos los documentos que cito en el curso de estas páginas, exclusivas o desconocidas de la prensa y del gran público. Todas estas piezas me han ayudado, de manera decisiva, a reconstruir el rompecabezas del cuál este libro intenta dar una imagen clara sino definitiva.
Pero esta tara hubiera sido incompleta si ella no hubiera igualmente sido alimentado por la cinquentena de entrevistas personales que he realizado en los diez países donde conducí mi investigación: Francia, Alemania, Suiza, Italia, Gran Bretaña, Dinamarca, Estados Unidos, Canada, India y Chile. Entre los “grandes testigos” que interrogué figuran particularmente diecisiete representantes de las agencias de evaluación de los productos químicos, como la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA), la Food and Drug Administration (FDA) americana o el Centro Internacional de Investigación del Cáncer (CIRC), quién depende de la Organización Mundial de la Salud -al igual que el Joint Meeting on Pesticides Residues (JMPR), el comité común de la OMS y de la FAO encargado de evaluar la toxicidad de los pesticidas. También he interrogado a treinta y un científicos, principalmente europeos y americanos, a quienes quisera rendir homenaje, porque ellos continúan luchando para mantener su independencia y defender una concepción de la ciencia al servicio del bien común y no de los intereses privados. Estas largas entrevistas han sido filmadas, ya que ellas hacen parte del tema de mi documental Nuestro Veneno Cotidiano que acompaña a este libro.
“El diablo está en los detalles”
Nuestro Veneno Cotidiano es en fin, el producto de una convicción que me gustaría compartir: hay que reapropiarse del contenido de nuestro plato, recuperar lo que comemos para que cesen de inflingirnos pequeñas dosis de venenos que no representan ninguna ventaja. Como me lo ha explicado Erick Millistone, un profesor universitario británico, en el sistema actual “son los consumidores quienes tomar los riesgos y son las empresas quienes reciben los beneficios”. Pero para poder criticar las (múltiples) fallas del ” sistema” y exigir que sea revisado totalmente hay que comprender como funciona.
Debo admitir que no fué nada fácil decriptar los mecanismos que preciden al establecimiento de las normas que rigen la exposición a esto que en la jerga edulcorada los expertos llaman los “riesgos químicos”. Este fué por ejemplo un verdadero rompecabezas, el reconstituir la génesis de la famosa “dosis jornalera aceptable” ó “admisible” llamada “DJA” -los venenos a los cuales todos estamos expuestos.
Sospecho aún que la complejidad del sistema de evaluación y de reglamentación; de los venenos químicos que siempre ha funcionado a puertas cerradas y en el más grande secreto es también una manera de asegurar su perennidad .¿Quién va en efecto meter las narices en la historia de la DJA, o de los “límites máximos de residuos”? Y si por azar un periodista o un consumidor demasiado curioso osa hacer preguntas, la respuesta de las agencias de reglamentación es generalmente: “Eso funciona aproximadamente.Y luego usted sabe, es muy complicado, confíe en nosotros, sabemos lo que hacemos….”
El problema es que
no puede haber “aproximadamente” cuando se trata de datos toxicológicos en los cuales está en juego la salud de los consumidores, incluído la de las generaciones futuras. Es por ello que persuadida a la inversa que
el diablo está en los detalles he decidido tomar partido contrario. Espero por lo tanto que el lector me perdonará lo que el podrá considerar algunas veces como exagerado de la precisión o de la explicación, la multiplicación de notas y de referencias. Pero mi objetivo, es que
cada uno pueda llegar a ser si lo desea, su propio experto. O en todo caso, que cada uno disponga de argumentos rigurosos que le permitan de accionar mientras que sus medios le permitan hacerlo, ya sea influenciar sobre las reglas de juego que gobiernan nuestra salud. Porque saber es poder…
Marie-Monique Robin
Documental Nuestro Veneno Cotidiano
Haciendo una cronología, el documental Nuestro Veneno Cotidiano fué presentado oficialmente el 17 Enero 2011 en Paris (7) a la prensa y luego presentado al público en general mediante la cadena fanco alemana Arte el 15 de Marzo del 2011, simultaneamente en Francia, Alemania y Bélgica.
Después de visualizar el documental, me dije a mi misma, es urgente que este documental esté en la mayor cantidad de idiomas posible, la cadena Arte debería ser accesible en todos los países, … en fin, al ver la demora de la traducción en la red me animé a hacerlo y bueno voilá ahi lo tenemos. La traducción al español estuvo lista en Junio de este año pero por viaje familiar la subtitulación estuvo paralizada hasta fines del mes de Septiembre, no ha sido nada fácil -dada mi labor de madre con dos hijas con una crianza natural- pero con un poco de esfuerzo y el deseo de compartir se terminó el trabajo. Aportando con un grano de arena a la difusión, comparto el documental traducido y subtitulado cuyo único fin es educativo de contribuir a difundir el conocimiento.
Numerosas preguntas seguramente saltarán a la luz después de visualizar el documental :
¿Como es posible que estemos consumiendo alimentos con dosis de venenos?
¿Como es posible que no se nos informe ampliamente sobre los componentes tóxicos que vienen en todos estos alimentos?
¿Como es posible que la ciencia esté al servicio de las multinacionales y no al servicio del bien común?
¿Como es posible que se permita la venta de productos comprobados que son altamente tóxicos como el aspartamo, el glutamato, plásticos con BPA, etc?
¿Como es posible que las agencias de reglamentación estén totalmente infiltradas por mercenarios de la ciencia?
¿Como es posible que la OMS se permitan tener entre sus trabajadores a gente de las multinacionales?
¿Como es posible que los temas de las reuniones en el nefasto “Código Alimentario” de la OMS sean secretos?
¿Como es posible que en las agencias de reglamentación trabajen gente de las multinacionales?
¿Porque se permite a gente pasar o girar de las puestos en las agencias de reglamentacios a los sitios gubernamentales y a las multinacionales en las famosas “puertas giratorias”?¿Son algunos de ellos confiables y honestos?
¿Como es posible que en temas tan sensibles a la salud los representantes de las agencias de reglamentación hagan oídos sordos a científicos honestos cuyo único interes es prevenir el consumo de venenos?
…..
etc, etc.Muchas veces nuestro deseo de comprender el “porque” de la actitud de las personas en cargos de poder, -y por supuesto también fuera de estos cargos- nos hace cuestionarnos sobre el porque de tanta maldad de forma directa o indirecta, ¿porque hacen lo contrario? cuando justamente su posición está “supuestamente” para ayudar y hacer el bien, si queremos responder a todo esto seguramente nos quedamos sin respuestas, porque quizás nuestro análisis o intento de respuesta es desde nuestra ingenua perspectiva, desde nuestra posición de creer que “todos tenemos buenas intenciones” es justamente el razonamiento que se hacía ya Marie-Monique Robin en su libro El Mundo según Monsanto (2):
“A decir verdad, hay algo que me es muy difícil comprender y que no ha cesado de atormentarme durante toda mi investigación: ¿como seres humanos como yo, pueden concientemente correr el riesgo de envenenar a sus clientes y al medio ambiente, sin pensar un instante que ellos mismos, o sus hijos, pueden ser ellos mismos víctimas de sus negligencias (por emplear un término mesurado)? No hablo de ética ni de moral, conceptos abstractos extraños a la lógica capitalista, pienso solamente en el instinto de supervivencia: los responsables de Monsanto ¿estarían desprovisto de este instinto?”La palabra “instinto de supervivencia” parece ser clave efectivamente, ¿será la carencia o la distorsion de este instinto?, la “
distorsión de este instinto de supervivencia en las personas enfermas bajo el influjo del sistema de dominación o patriarcal “¿estamos todos en mayor o menor medida afectados por esta distorsión?, la respuesta me parece evidente. Añadiría también la “capacidad de amar”, “empatía y amor por el prójimo” “cualidades fundamentales humanas naturales aún latentes”, ¿esta gente -los amos y esclavos- están desprovistas de ello?.Mucho tiene que ver parece la visión -de la gran masa poblacional- que tenemos hacia los virus y bacterias desde nuestra óptica oficialista que nos ha moldeado y orientado -en el pensamiento único- a pensar que estos son “malos”, “perversos” y “hay que destruirlos” siempre abanderados con la “ley del mas fuerte”., pareciera ser que todo esto hace “aceptable” y abre las compuertas para el ingreso de venenos (pesticidas, herbicidas, fungicidas, etc…) hacia el medioambiente y nuestro cuerpo. Estamos en una guerra autodestructiva como bien lo menciona el científico español Máximo Sandín:”
La guerra permanente contra los entes biológicos que han construido, regulan y mantienen la vida en nuestro Planeta es el síntoma más grave de una civilización alienada de la realidad que camina hacia su autodestrucción“.Máximo Sandin hace una brillante explicación en sus artículos que recomiendo fuertemente su lectura:
La guerra contra bacterias y virus, una lucha autodestructiva,
Virus y Locura científica,
Pensamiento único o ausencia de pensamiento,
De Ayllukuna a la teoría de sistemas: Cuidando a la madre Naturaleza.
Los ciegos y el elefante.(9)
No creo que la ciencia y tecnología sea mala, todo lo contrario, el problema mayor actual que se nos presenta, es que estamos desarrollando -por el lado oficial que es el que gobierna- una ciencia y tecnología contra la naturaleza, una tecnología que en lugar de ayudar a todos como debería serlo, está secuestrada y al servicio de unos pocos quienes imponen sus reglas de juego bajo una dictadura invisible que es el dinero con la careta de las reglamentaciones.
“Una civilización es sostenible si respeta lo básico de la vida; Los antropólogos y antropólogas del siglo pasado que hicieron trabajo de campo en algunos lugares alejados de nuestra civilización, coinciden en señalar la espontaneidad y la felicidad de las gentes, que en la simplicidad de sus vidas mantenían el funcionamiento básico de la vida. Dicho esto, hay que añadir de inmediato que la vida no es incompatible con la tecnología o la industria, y que una civilización puede ser todo lo compleja que se quiera, sólo tiene que respetar lo básico de la vida para que sea sostenible. Nuestra civilización patriarcal no es sostenible porque impide el modo de funcionar básico de la vida“.
Casilda Rodrigáñez (10)
Desde mi visión -de las profundidades adonde me ha lanzado la maternidad natural, muy lejos de la crianza robotizada de hoy (11) – muy osada puede ser, veo un poco quitándome los velos – que no cesan de caer como en cascada desde hace unos años- y me atrevo a señalar a la enfermedad, a las corazas que el Patriarcado o Sociedad de la Dominación ha creado en cada ser vivo alejándolo: -como decía el científico Wilhelm Reich- “de sus capacidades bioenergéticas”. La sociedad de la dominación -cuya última fase parece ser es el capitalismo cuyo fin u ocaso se vislumbra a la vista- que se ha creado inefables corazas, caparazones que hacen que el ser humano viva en modo no normal sino en modo “supervivencia” (12), que lo enloquece (gente patriarcal neurótica, psicópata, esquizofrénica) y que lo ha enrumbado hacia una vida antinatural, antidiversidad, una sociedad mecanicista, reduccionista. En su lucha desesperada por escaparse de sí mismo ha puesto un único objetivo “uniformizar y reducir todo” de acuerdo a su “concepción mecanicista del universo y de la vida” tratando a todos los organismos vivos como máquinas y allí la Naturaleza, la Vida le da una sacudida mostrándole como haciendo esto justamente, esta sociedad patriarcal -de dominación- está condenada a autoeliminarse.
Fuente: http://crianzaysociedad.blogspot.com/2011/10/libro-y-documental-nuestro-veneno.html
NUESTRO VENENO COTIDIANO
http://www.youtube.com/watch?v=-pi_qKuOX1U&feature=mfu_in_order&list=UL