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Hay personas madrugadoras, que funcionan mejor durante las primeras horas de la mañana, y hay personas noctámbulas, que funcionan a máxima capacidad durante las horas nocturnas. Esta diferencia se debe, esencialmente, a su ritmo circadiano, un ciclo natural que sigue nuestro organismo y que se repite cada 24 horas.
De hecho, trabajamos más y mejor cuando estamos alerta, con la mente despejada y con el metabolismo funcionando a máxima capacidad. Al contrario, seremos más lentos y cometeremos más errores cuando el ritmo circadiano está bajo.
La mayoría de las personas conocen esos ciclos de productividad, aunque sea de manera intuitiva, y saben cuándo es el momento del día en que son más productivas. De hecho, es probable que incluso tú hayas organizado tu agenda en base a esos vaivenes de la productividad, para aprovechar al máximo tu ritmo circadiano.
Sin embargo, como la Psicología no es una ciencia exacta, ese organización «perfecta» en base al ritmo circadiano podría jugarte una mala pasada. Por ejemplo, ¿qué ocurriría si eres una persona madrugadora y te levantas temprano para dedicarte a ese proyecto tan importante que tienes entre manos pero en vez de eso, pierdes un tiempo precioso navegando por las redes sociales?
Puede parecer algo descabellado, pero según psicólogos de la Universidad de Indiana, lo hacemos todo el tiempo: somos expertos utilizando nuestro ritmo circadiano para planificar autosabotajes.
La ansiedad de desempeño hace que nos autosaboteemos
El autosabotaje son todos esos comportamientos que ponemos en práctica, de manera más o menos consciente, a través de los cuales arruinamos nuestras probabilidades de tener éxito en una tarea. Por ejemplo, si tenemos que acudir a una entrevista de trabajo importante pero en realidad no nos agrada mucho la idea, nos la ingeniamos para salir a última hora y llegar tarde, de manera que disminuyan nuestras probabilidades de obtener ese puesto.
Curiosamente, según el experimento realizado en 237 personas, tenemos la tendencia a planificar autosabotajes durante las primeras horas de la mañana si somos madrugadores, o durante las últimas horas del día si somos noctámbulos.
¿Por qué lo hacemos?
Estos psicólogos afirman que para muchas personas la ansiedad de desempeño que experimentan en estas horas, durante las cuales se supone que deben ser más productivas, es demasiado grande y les agobia, por lo que terminan saboteando esos momentos de mayor productividad, lo cual les permite aliviar el estrés y la presión. Más tarde, si cometen errores o no avanzan con suficiente rapidez, simplemente pueden achacarlo a que no son sus horas más productivas.
¿Cómo no malgastar esas horas?
Si ya has identificado esas horas en tu día, no las malgastes autosaboteándote. Libérate de la presión que genera la ansiedad de desempeño disfrutando del proyecto o la actividad que estás realizando. No te plantees objetivos demasiado ambiciosos para esas horas y, sobre todo, recuerda que aunque estés en tu pico de productividad, puedes equivocarte.
Ahora que conoces este mecanismo, puedes detectarlo a tiempo y utilizar diferentes recursos a tu favor, como bloquear las redes sociales durante ese horario, por ejemplo, para que no caigas en la tentación de usarlas y perder un tiempo precioso.
Al fin y al cabo, cuando se trata de las cuestiones mentales, la conciencia es poder 😉
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