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Sabemos de la sorpresa que el oro y los templos encontrados en el contimente provocaron en los españoles que, por accidente, se toparon con las grandes civilizaciones de estas tierras. Pero no sabemos casi nada del asombro que generaron en ellos los grandes espacios verdes, los jardines y los huertos que se hallaban en las ciudades, como Tenochtitlán. Para ellos, que venían del hacinamiento de las ciudades auropeas, fue todo un impacto ver las enormes plazas y los espacios libres de las grandes ciudades americanas. Esta perplejidad quedó reflejada en las crónicas. Hernán Cortés quedó tan admirado por el verde como por el oro -aunque el primero no fue el motivo principal por el que mataron- :
El sistema de chinanpas -los cultivos flotantes- fue aplicado originariamente en el lago Chalco, con tanto éxito que continuaron en la laguna Texcoco. Se basan en la construcción de islas artificiales de vegetación, de muy alta productividad. A punto tal que actualmente se hacen experiencias para producir alimentos con ese sistema, base de sustentación de la antigua Tenochtitlán.
Lo más sugestivo es que no se trata solamente de un desarrollo agrario. La ciudad misma había sido construida sobre un ecosistema artificial. Los dioses les habían indicado a los aztecas buscar el cactus sobre el que un águila estuviera devorando a un serpiente. Lo encontraron a orillas de una laguna y allí se quedaron.Como los venecianos, los aztecas eligieron construir sobre el agua porque eran débiles y ésa era la mejor defensa contra el enemigo poderoso. Y como los venecianos, cuando llegaron a ser poderosos también se volvieron extremadamente crueles, esto incluye el canibalismo ritual.
La ciudad estaba en el medio de la laguna, llena de islas construidas especialmente. Las llamadas chinanpas o jardines flotantes son islas pequeñas, artificiales, estacionarias construidas en un lafo con un propósito agrícola. Se construyen una cantidad de pequeñas islas de 6 a 10 metros de ancho por 100 0 200 de largo, fertilizadas artificialmente. Las chinanpas son bases de troncos flotanes cubiertos con tierra para sembrar. Solían emplear también como base un colchón flotante de plantas acuáticas, parecidos a los camalotes del Río Paraná.
De un espesor que iba de los 20 centímetros a un metro, este colchón soportaba el peso de los animales grandes o de las personas que los recorrían. Después se plantaron sauces sobre estas islas artificiales para que las raices las fijaran al fondo de la laguna.
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La existencia de grandes poblaciones en el Valle de México hacia el siglo XVI se explica por la gran productividad de las chinanpas. Una chinanpa no necesita descanso y está siempre en producción. Su fertilidad se mentiene mediante un alto uso de abonos que posibilita que dé cultivo tras cultivo. Es claro que esto sólo puede hacerse en un lugar donde la temperatura sea constante durante todo el año, es decir en el trópico.
Estas islas artificiales son alargadas y dejan canales para navegar entre ellas. Las naves se llaman Trajineras, barcas de fondo chato, impulsadas con palos, que se apoyan en el lecho de la laguna. Aún hoy son una de las áreas de producción de hortalizas y flores para la Ciudad de México y una importante atracción turística.
El vínculo con la naturaleza tiene una particular importancia en la cultura azteca. En el siguiente texto tradicional se menciona la actividad agraria como una de las cosas que dan fama al hombre:
“Ten cuidado de las cosas de la tierra: haz algo, corta leña, labra la tierra, planta nopales, planta magueyes. Tendrás que beber, que comer, que vestir. Con eso estarás en pie. Serás verdadero. Con eso andarás. Con eso se hablará de tí. Se te alabará. Con eso te darás a conocer.”
https://youtu.be/eaIGp9Cu8XM
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