El hawaiano y el ucraniano celebrando, antier, el golpe terrorista de Kiev en que los francotiradores de EU y la UE asesinaron a muchos seres humanos.
(Nota: Aclaro, de entrada, que Cuba no es una “islita” como le llaman algunos de estos lacayos del Imperio en Miami que con mucha frecuencia se refieren a Estados Unidos como “este gran país”, ni es tampoco una isla, sino un archipiélago, formado por una isla mayor de unos 1,250 kilómetros de largo, otra isla de unos 2,200 km2, varias islas menores al sur del país que forman el mini-archipiélago de los Jardines de la Reina con una extensión de 150 kilómetros y un área de 175 Km2, el mini-archipiélago de los Jardines del Rey, al norte, de 777 Km2; y muchos cayos e isletas, al norte y sur de la isla principal. El conjunto se extiende en un área geográfica de unos 250,000 km2. En comparación, España, uno de los cuatro países más extensos de Europa, tiene 1,059 kilómetros desde su extremo nordeste a su extremo sudeste, o sea de Irún a Cádiz, a pesar de que es casi cinco veces mayor que Cuba. 1,250 kilómetros es lo que hay, más o menos, de Miami a Washington DC, y de Miami hasta las costas de Alabama, por lo que llamarle “islita” es más que una expresión de desprecio, de imbecilidad)
La presencia de Rusia en Crimea fue solicitada por el propio pueblo crimeano. El Parlamento ha aprobado la unión con Rusia y el pueblo lo va a aprobar o rechazar en el referéndum de pasado mañana, domingo día 16, y todo eso se ha hecho sin que haya habido un solo muerto.
Entonces surge el ineludible Barack Obama y dice que no va a aceptar el resultado del referéndum. O sea que rechaza la decisión soberana del pueblo de Crimea en la consulta popular en la que, con entera libertad, va a decidir su futuro. Eso lo hace en los momentos en que su aprobación popular en este país ha descendido a los bajos niveles del que tuvo el genocida Bush en los últimos años de su gobierno altamente terrorista. Ésta es una prueba más, tal vez la concluyente, de que Obama es cómplice directo de la asonada terrorista de Kiev que derrocó al Presidente Constitucional Viktor Yanukovych, electo por el pueblo,
Esto prueba que el jefe del Imperio no conoce el significado de la palabra democracia y menos a Clístenes, a quien la historia señala como “padre de la democracia”, a pesar de que en la de hace 2,500 años en la ciudad-estado de Atenas, menos del 20% de la población tenía derechos civiles, que era bastante si lo comparamos con los gobiernos de los padres de “la democracia estadounidense”, Washington, Adams, Jefferson y Madison, en los que menos del 10% de la población tenía derechos civiles.
Los criminales en Kiev fueron los agentes del Imperio y sus lacayos de la Unión Europea. Hasta un ministro de Estonia reconoce que los francotiradores que asesinaron a decenas de ucranianos fueron enviados por las potencias capitalistas para provocar la caída de Yanukovych.
Los únicos que quieren sangre son los jefes imperialistas porque, por supuesto, no va a ser la de ellos, sino la de los humildes soldados que en casi su totalidad provienen de las clases necesitadas, por eso ser soldados necesitan.
Alguien debía informarle al desinformado Obama que cuando la Crisis de Octubre de 1962, el poderío nuclear de la URSS era menos de la mitad del que tenía el Imperio y hoy el de Rusia es casi el doble del de Estados Unidos.
Varios de los más importantes miembros de la banda terrorista que hoy gobierna a Ucrania son nazistas, más que fascistas, y hasta hace poco se dedicaban a divulgar las ideas de Hitler y Goebbels. Ésa es la gente que apoyan el Imperio y la Unión Europea cuyos pueblos murieron por millones para derrotar al nazi-fascismo.
El viernes que viene, cuando se despeje un poco la niebla que anubla el panorama de una región tan histórica como Ucrania, cuna de Rusia, dedicaré un espacio mayor a analizar esta crisis. Mientras tanto, los queridos camaradas, que me han honrado por años comentando con talento y sensibilidad mis artículos, y yo podemos abordar en los comentarios los sucesos a medida que se vayan produciendo, sobre todo el resultado del referéndum de pasado mañana al que se opone el oscurecido mandarín del “campeón de la libertad y los derechos humanos”.
SITUANDO A LA HISTORIA EN SU DEBIDO LUGAR
Veamos algo sobre “la islita”, como le llaman aquí en Miami algunos que, por error, nacieron en Cuba.
Cuando ya había en Cuba siete ciudades con cabildos abiertos, hacia 1530, Nueva York era una tribu; Chicago, cuatro chozas humeantes; Filadelfia, una pradera; Washington, un pantano; Atlanta, un bosque, Los Ángeles un arenal y Houston un desierto.
Hacia 1550, La Habana era la sede de la Capitanía General –o sea la capital—de Las Floridas, un territorio de más de un millón y medio de kilómetros cuadrados que va desde el cayerío del sur de la actual Florida hasta lo que después se llamó Virginia, y del Atlántico al Misisipi. El gobernador de Cuba, Pedro Menéndez de Avilés, fundó la primera ciudad de este país, San Agustín, en 1565. El Imperio Español abandonó ese extenso territorio porque no encontró oro ni plata, que sí abundaba en sus otras colonias.
Cuando el capitán John Smith comenzó a cultivar maíz indio, en Virginia, en 1609, primer europeo que sembró algo en este país, ya en Cuba había haciendas que tenían los más variados cultivos, sobre todo azúcar, café y tabaco, y las minas de cobre comenzaban a dar su fruto.
En 1716, abrió el primer teatro en este país, en Williamsburg, Virginia. Ya en Cuba cinco ciudades los tenían.
El ateneo Howard de Boston, Massachusetts, presentó, en 1847, las primeras óperas que se vieron en este país, ‘Ernani’, de Verdi, y ‘Norma’, de Bellini. ¿De dónde eran los actores y músicos? ¿De Florencia, Roma, París, Madrid, Londres? Eran de La Habana.
Cuando Heredia le cantaba al Niágara su canto más bello, Longfellow le sacaba la punta a un lápiz para copiarle a Walter Scott, y cuando Edison iluminaba las calles con raras bombillas, Martí alumbraba las conciencias con pensamientos de fuego.
Arango y Parreño fue más fecundo que Hamilton; Varela, más relevante que Irving; Saco más genial que Emerson; Luz y Caballero más celebre que James; la Avellaneda más singular que la Alcott; Zenea, más descriptivo que Bryant; Milanés más rítmico que Whitman; la Zambrana, más lírica que la Dickinson; Varona, más profundo que Dewey; Montoro, más ilustre que Hay; Baliño, más íntegro que La Follete; Villena, más honrado que Steinbeck; Roa, más culto que Stevenson y Carpentier más creativo que Dos Passos.
En 1900, Cuba tenía un millón y medio de habitantes; Estados Unidos, setenta millones.
La cultura prosiguió en el Siglo XX, antes y después de la Revolución, con grandes figuras de la lira y la prosa como Dulce María Loynaz, Mariano Brull, Nicolás Guillén, Eugenio Florit, Emilio Ballagas, Luis Álvarez Álvarez, Alejo Carpentier, Nicolás Guillen, José Lezama Lima, Jorge Mañach, Gastón Baquero, Ángel Gaztelu, Emilio Ballagas, Virgilio Piñera, Lorenzo Garcia Vega, Cintio Vitier, Fina García Marrús, Eliseo Diego, Miguel Barnet y otros.
En las ciencias se destacaron el Obispo Espada, Tomas Romay, Carlos J. Finlay, Nicolás José Gutiérrez, Álvaro Reynoso, Felipe Poey, Manuel Fernández de Castro, Andrés Poey, Juan Santos Varona, Francisco de Albear, Enrique José Varona, Carlos de la Torre, Mario Sánchez Roig, Ramón Zambrana y otros.
La Revolución mantuvo el interés histórico por las ciencias. Se destacaron Gonzalo Martínez Fortún, Antonio Núñez Jiménez, Luis Sánchez Varona, Rosa Elena Simeón, Mario Rodríguez Ramírez, Zaira Rodríguez, Julio Le Riverend, Orlando Ramos, Fidel Castro hijo y muchos que han laborado en las últimas décadas en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas –CNIC–, cuya relación haría muy extenso este artículo.
La Revolución extendió la cultura a todo el país, incluyendo las áreas rurales que habían sido abandonadas por los gobiernos anteriores. Del 20% de analfabetismo nacional que había en 1958, uno de los más bajos de América Latina, la Revolución lo redujo a menos del 1%, más bajo aun que los de varios países de la culta Europa y al nivel de sus países más civilizados.
POLOS OPUESTOS
Si traemos estas agudas diferencias entre Cuba y el Imperio al minuto actual, vemos que:
Cuba no tiene un solo soldado fuera de sus fronteras ni intereses económicos en ningún otro país –no extrae de ningún otro país un solo dólar de ganancia–, pero sí tiene a decenas de miles de médicos y trabajadores de la medicina que en numerosos países están atendiendo a millones de seres humanos de bajos recursos. Decenas de miles de personas han recuperado, o mejorado, la vista sin costo alguno. Asimismo, tiene a miles de maestros que están alfabetizando a cientos de miles, tal vez millones, de seres humanos en diversas regiones. Esto no es propaganda de la Revolución, esto lo ha reconocido el mundo entero, exceptuando a estos cuatro gatos de Miami que no saben de nada y hablan de todo.
En el Imperio hay más de 50.000,000 de personas sin seguro médico. En Cuba, y en todos los países realmente civilizados del mundo, todas las personas cuentan con atención médica y hospitalaria gratuitas. Es justo reconocer que Barack Obama quiere terminar con esa injusticia, pero le surgen gravísimos problemas al Obamacare y es probable que no se pueda establecer como se ha planeado. Oponerse a eso es una de las expresiones mayores de egoísmo y crueldad de la historia.
En el Imperio hay un 6% de analfabetas (se dice analfabeta, o sea an-alfa-beta, que significa “sin las dos primeras letras del abecedario griego) y un 18% de analfabetas funcionales, o sea personas que aunque han aprendido a leer y escribir pasan mucho trabajo para hacerlo y casi nunca lo hacen. En este sentido, el Imperio ocupó el lugar 49 entre todos los países del mundo. En Cuba casi no existe el analfabetismo y el analfabetismo funcional es casi imperceptible.
Hace tres años, el Imperio ocupó el lugar 41 en mortandad infantil, mucho más alto que Cuba.
Hasta hace un par de años, el Imperio aplicaba la tortura –es probable que lo siga haciendo en sus cárceles secretas–. Que se tengan pruebas comprobables, desde hace 55 años el único lugar de Cuba en que se ha usado la tortura es en la ilegal Base Naval de Guantánamo.
El Imperio y sus más cercanos lacayos son los únicos gobiernos del mundo que bombardean a otros países. Cuba no bombardea ni a los mosquitos.
El Imperio trata de imponerle a Cuba su tipo de sistema político y económico. El gobierno de Cuba no hace lo mismo con el Imperio.
El Imperio desprecia a Cuba y a América Latina, integradas por países con mucha más historia y cultura que este país. Los gobiernos de Cuba y América Latina no desprecian al Imperio, a pesar de su poca –y terrible– historia y su inferior cultura.
En los propios años en que los médicos cubanos han atendido a cientos de miles, tal vez millones, de seres humanos de bajos recursos, o de ninguno, el Imperio ha asesinado en sus guerras a cientos de miles, tal vez millones, de seres humanos. Mientras los maestros cubanos han alfabetizado a infinidad de personas, el Imperio ha mantenido la ignorancia en su propio pueblo y la impone en los países ocupados.
LA INSOLENCIA DE LA IGNORANCIA
Veamos algo, entonces, sobre la… grandeza de este país.
Estados Unidos es, tal vez, el único país del mundo en que los estudiantes llegan a la universidad sin que sepan una palabra sobre la historia, la geografía, la literatura y todos los demás aspectos de la cultura del resto de los países del mundo. Esa incultura ha llevado a este país, por más de dos siglos, a intervenir en los asuntos internos de muchas naciones que desconoce. Prueba al canto: en una encuesta de Gallup, en marzo del 2003, unas horas después de comenzada la guerra ultra-terrorista del genocida George W. Bush contra el pueblo de Irak, el 87% de los encuestados… ¡no sabía ni siquiera en qué continente se hallaba Irak, el país-padre de la humanidad, la vieja y gloriosa Mesopotamia, cuna no sólo de la civilización sino, además, de todo el saber humano!
El único libro de historia que se estudia en segunda enseñanza –high school— es “History of our country”, o “Historia de nuestro país” y eso causa que cuando los estudiantes entran a la universidad y quieren estudiar la carrera de historia u otra muy relacionada, se encuentren en cero en cuanto al resto del mundo, como si saliesen no de la segunda enseñanza, sino de la primera, y entonces hay que decirles que el mundo existía antes de Colón y que Madame Curie no era una bailarina exótica.
Esta absoluta falta de cultura no sólo se limita a los estudiantes de segunda enseñanza, sino que incluye a los universitarios. Por ejemplo, los estudiantes de Derecho, aun en las mejores universidades, como Harvard, Yale y Columbia, no estudian la historia del Derecho, a no ser que realicen estudios por su cuenta, o sea, no conocen el Código de Hamurabi, las leyes de Solón, el Derecho Romano, la Carta Magna Inglesa, el Codigo Napoleónico y demas. Se da el caso de que hay estudiantes que se han graduado de abogados en Harvard ‘con gran distinción” –magna cum laude—que no saben quienes fueron, por ejemplo, Justiniano, Ulpiano ni Triboniano. ¿Increíble? Le sugiero al lector que cuando se encuentre con un abogado de este país le pregunte por esos famosos personajes del Derecho. Puede ser que uno de cada mil lo sepa, pero no estoy seguro.
Lo mismo sucede con la Medicina y es increíble que en un país como éste, en el que hay tantos adelantos médicos y avances en materia de genética y en el estudio de las enfermedades y del genoma humano, los estudiantes de Medicina y los médicos, casi en su totalidad, no conozcan la historia de la Medicina, al punto de que no conocen la evolución de esa ciencia a través de la historia. Hay excepciones pero son muy pocas.
Hágasele preguntas a un estudiante promedio de tercer año de segunda enseñanza de cualquier país del mundo y después las mismas preguntas a un estudiante promedio del último año de high school –twelve grade– de este país y se verá la gran diferencia. Claro que las preguntas deben ser sobre cultura general, no sobre la mejor forma de ponerle los manubrios a una bicicleta ni cambiar las gomas de un coche ni clavar contra la pared a un escaparate. En esas cositas prácticas, manuales, simples, que producen un billetico inmediato, el de aquí es mucho mejor.
Esto es muy lamentable y la culpa no es de los estudiantes, ni significa, para nada, que los estadounidenses sean menos inteligentes que los ciudadanos de otros países, sino que, sencillamente, la forma de capitalismo imperial y salvaje que existe aquí hace que las carreras se dediquen, sobre todo, al conocimiento inmediato y práctico de las materias que se estudian con el objetivo inminente y exclusivo de ganar dinero. O sea un abogado sale de Harvard sin saber una palabra de lo que fue el Corpus Juris Civilis romano, lo cual es monstruoso, sin embargo está bien preparado para defender a un cliente y ganar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible y, sobre todo, para quedarse con una buena parte de la herencia millonaria de quien se descuide un poco. Como vive en un país de alto ingreso percápita, va a ganar mucho más dinero que un abogado de un país del mundo subdesarrollado o menos rico aunque éste sea mejor abogado, o sea que conozca mucho mejor su carrera.
Hace unos diez años dialogué, aquí en Miami, con unos siete u ocho microbiólogos que venían de otros Estados a un Congreso de Microbiología que se celebraba en el Centro de Convenciones de Miami Beach. Sólo uno de ellos, que, además, era médico, me supo decir, con propiedad, quien era Antonie van Leeuwenhoek, pionero de la microbiología.
En la misma forma, ningún juez le va a preguntar a un fiscal o a un abogado defensor nada que tenga que ver con aquel pobre Ulpiano, muerto a golpes por el pueblo romano que se había cansado no de sus leguleyismos, que eran brillantes, sino de los excesos del emperador Heliogábalo.
O sea que, en muchos aspectos, y para casi toda la población de este país, la cultura es una minucia, una fruslería, un estorbo, un capricho inútil y ridículo, ya que no produce un buen dinerito inmediato, contante y sonante.
He vivido entre el pueblo de Estados Unidos la mayor parte de mi ya larga vida y le tengo afecto. Su ignorancia política, histórica, filosófica, literaria, artística, etc. etc. etc. no es culpa suya, sino del sistema, o sea de los jefes del Complejo Militar-Industrial-Terrorista que han logrado, con la instrucción mediocre y la desculturización de las grandes mayorías, un pueblo fácil de controlar y aun más, de confundir. Por eso creyó, con tanta facilidad, que el pobre Osvald había matado a Kennedy desde una ventana que se hallaba a sesenta metros detrás de la limosina metiéndole dos tiros, casi al instante, uno por la base del cráneo y otro por la nuez, o sea que la segunda bala era un boomerang; que las torres gemelas de Nueva York se vinieron abajo por el impacto directo de los aviones y no por las cargas de Nano-termita; y que un avión había impactado el Pentágono, a pesar de que no apareció ni siquiera su ‘caja negra’, que ha sido recuperada, a veces, en otros accidentes, hasta del fondo del mar.
LA PEOR DE TODAS LAS ENFERMEDADES
Quienes padecen de esa terrible enfermedad que es la ignorancia, la peor de todas porque afecta al órgano principal, adoptan, en consecuencia, una actitud tan arrogante que les hace creer que éste no es sólo el país más grande del mundo, sino el único grande. De ahí que los demás países no tengan la menor importancia y, entre ellos, el nuestro, Cuba, que viene a ser algo así, para ellos, como una hormiguita de la que no vale la pena hablar, a la que se le puede aplastar con suma facilidad; pero sucede que, a veces, que hay hormiguitas que se cansan de ser hormiguitas y, entonces, se convierten en dinosaurios nucleares, como en octubre de 1962.
Esa ignorancia, o sea esa arrogancia, provoca que la clase dirigente de este país no conozca una palabra sobre la historia de Cuba ni lo que está sucediendo ahora. Y entonces se arroga el derecho no sólo de decirle al pueblo cubano el tipo de sistema político y económico que debe tener, sino de actuar, directamente, para que se cambie el sistema que fue aprobado por más del 97% del pueblo cubano en el referéndum de 1976, y se adopte el sistema que ellos creen que debe tener, o sea el que a ellos le da la gana que tenga. Lo mismo que acaban de hacer en Ucrania apoyando a la revuelta terrorista y causando el peor enfrentamiento entre los gigantes nucleares desde la Crisis de Octubre.
LOS APÁTRIDAS
Para estos señores de la derecha troglodita Cuba “no vale la pena”. Estados Unidos sí la vale y en mucho. Para ellos éste es un gran país, un país ilustre. ¡¿Quién osa dudarlo, hombre?! Es magnífico, sobrenatural, excelso, dinosáurico, galáctico, universal.
Cuba, sin embargo, que jamás le ha quitado a ningún país del mundo ni un solo milímetro cuadrado de territorio, que no tiene empresas ni intereses económicos en ningún otro país y cientos de miles de sus hijos han muerto peleando no para imponer el dominio colonial sino para eliminar el colonialismo y el neocolonialismo, es sólo para ellos una pobre islita… a la que no volverán.
En Cuba está la cuna, la familia, la historia, el ancestro, el barrio, la escuela, los amigos, la cultura, la primera novia, la emoción, el recuerdo… nada de eso para ellos tiene la menor importancia.
Aquí lo único que importa es el cash