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Austria es presentada a menudo como un lugar idílico en el corazón de Europa: una economía fuerte con bajas tasas de desempleo y una capital, Viena, que suele posicionarse como una de las mejores ciudades del mundo para vivir. Sin embargo, algo no acaba de ir bien en el país centroeuropeo.
Las causas detrás de esta situación explican lo que está sucediendo este país, pero, quizá, también aportan claves para entender el momento que atraviesa Europa de una forma más amplia.
En efecto, los principales ingredientes de este «drama político» -crecimiento de la extrema derecha, reacción frente a la llamada crisis migratoria y el desgaste de los partidos tradicionales- no son exclusivos de Austria.
«Nuestra situación se da en un contexto. Podemos mirar a Donald Trump y su agenda antisistema en EE.UU., al partido ultraderechista Alternativa para Alemania o Marine Le Pen, del Frente Nacional en Francia, con sus mensajes anti establishment«, le dice a BBC Mundo el politólogo austriaco Thomas Hofer.
En ese sentido, algunos ven en Austria un buen «termómetro» de lo que puede suceder en otros lugares. Pero tiene particularidades.
Desde antes del verano, el país vive un clima político que ha sido descrito como propio de una «república bananera».
La expresión fue usada por medios de comunicación locales a principios de julio, cuando el Tribunal Constitucional austriaco dictaminó la repetición de eleccionespresidenciales a causa de irregularidades en el recuento de los votos.
La disputada segunda vuelta de estos comicios se había celebrado el 22 de mayo. Y los resultados necesitaron casi de una foto finish.
El primer recuento dio como vencedor a Norbert Hofer, del ultraderechista Partido de la Libertad, con un 51,9%. Era la primera vez en las historia del país en que un candidato de esta ideología recogía un apoyo tan amplio.
La aparente victoria de Hofer fue efímera.
Al día siguiente, los votos por correo pusieron por delante a su rival, Alexander Van der Bellen, miembro del Partido Verde que concurría a las elecciones como independiente. La diferencia fue de poco más de 30.000 votos.
La corte aceptó las reclamaciones del Partido de la Libertad y el 1 de julio se decidió la repetición de la votación. La nueva cita se fijó para el 3 de octubre.
Sin embargo, a mediados de septiembre, un nuevo problema hizo que la fecha se aplazara hasta el 4 de diciembre: el pegamento de los sobres electorales no pegaba.
Esta serie de despropósitos, señalan los expertos, son el reflejo superficial de una situación social más compleja que dio como resultado el para muchos preocupante ascenso de la ultraderecha.
«Al principio, la gente se tomó esta historia casi como un entretenimiento. Pero la parte seria es que la esfera política está cada vez más dividida sobre el tema de la inmigración y eso se refleja también en esa elección», dice Gustav Gressel, analista político del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Austria comparte frontera con Hungría y, especialmente en el verano y el otoño de2015, se convirtió en uno de los principales países de tránsito para los refugiados que se dirigen al norte de Europa.
Pero la cuestión migratoria no es la única razón del aumento de los apoyos al Partido de la Libertad.
«Tenemos un nivel muy alto de insatisfacción con el gobierno en cuestiones como corrupción, nepotismo, reformas paralizadas y problemas en la administración local. Estos elementos alimentaron el sentimiento de que las élites actuales son estúpidas y no pueden gobernar el país», señala Gressel en diálogo con BBC Mundo.
«Eso dio lugar al crecimiento del PL y sus seguidores. Se interpreta como una advertencia a los partidos tradicionales para que no sigan con su forma de hacer política (…). Muchas veces la gente se sorprende que esto pueda pasar en Austria porque es un país rico. Pero Austria de alguna manera es como Italia, un país que funciona bien a pesar del gobierno, no gracias al gobierno», agrega el politólogo austriaco.
Pero, ¿qué es el Partido de la Libertad? ¿Cómo se compara con otros movimientos de extrema derecha en Europa?
El Partido de la Libertad fue fundado en 1956 -décadas antes que movimientos afines en otros países europeos- y suele encuadrarse dentro de la ultraderecha nacionalista.
«Fue fundado por gentes que fueron nazis. Eso no quiere decir que el partido hoy sea nazi, pero eso en Austria es algo importante a causa de nuestro pasado», apunta el analista político austriaco Peter Hajek.
De acuerdo con Gressel, el PL se ajusta a lo que denomina «populismo a la vieja usanza».
«Te dirán cualquier cosa que ellos perciban que la población quiere oír. En lo económico, por ejemplo, son bastante socialistas. Sobre la inmigración son restrictivos. En política exterior son totalmente aislacionistas, anti Unión Europea, anti OTAN, anti estadounidenses… Pero no hay un corte ideológico claro porque cambian con el estado de ánimo de la población. No tienen una postura política consistente», comenta.
El PL tuvo un primer momento de auge bajo la dirección de Jörg Haider y llegó a entrar en la coalición de gobierno en 1999.
«Cuando llegaron al gobierno después de quedar segundos en las elecciones de 1999, se destruyeron a sí mismos como consecuencia de su mala actuación entre los años 2000 y 2006. Eso los diezmó electoralmente en 2002 y 2006. En 2005,Heinz Christian Strache, el actual líder, tomó el mando y el partido se recuperó, sobre todo después de la muerte de Haider en 2008″, explica Hofer, quien no está emparentado con el candidato del PL.
«Ahora están constantemente en cabeza de las encuestas. La cuestión es si estos movimientos populistas de derechas pueden materializar todo que se ve en las encuestas», se pregunta.
La posibilidad de que un candidato de ultraderecha llegue por primera vez a la jefatura de Estado de un país de la Unión Europea puede tener consecuencias tanto dentro de las fronteras austriacas como más allá de ellas.
«Por supuesto, es una situación embarazosa para Austria y los austriacos. La imagen de Austria a nivel internacional está dañada. Y a eso se sumó el aplazamiento a diciembre de las elecciones porque los sobres de votación no pegaban bien. Es una situación embarazosa», indica Hofer.
«Dentro del país, esto añade elementos a la frustración sobre cómo funciona la democracia», agrega.
Sin embargo, el papel del presidente en Austria es fundamentalmente ceremonial, muy distinto al que tiene en los países de América Latina, Estados Unidos o Francia.
«El presidente no tiene apenas poderes ejecutivos. No puede, por ejemplo, convocar un referendo del estilo del Brexit aunque quisiera. Realmente, si el candidato ultraderechista fuera presidente no tendría por qué ser un gran desastre. Sí tendría en cambio un valor simbólico, ya que es el principal puesto gubernamental y sería un ejemplo a seguir por todos los partidos con la misma tendencia en Europa», dice Gressel.
Quizá por este motivo, el interés y los interrogantes políticos sobre este país de menos de 9 millones de habitantes han ido creciendo en los últimos meses.
Algunas de esas cuestiones se despejarán el próximo 4 de diciembre. Si algún imprevisto no lo impide.