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Ni correo ni moto: dron. Ruanda ha puesto en marca el primer servicio comercial de entrega con drones. Un servicio exclusivo para envío de sangre.
Lo opera Zipline, una empresa norteamericana de robótica. Los drones lanzan paquetes con sangre en paracaídas sobre remotos centros sanitarios. El gobierno de Ruanda le paga a Zipline los envíos que cuesta lo mismo que cobraba antes un motorizado.
Los médicos en los centros de salud envían un mensaje de texto con el pedido de sangre y éste les llega unos 30 minutos después. Esto es de una importancia tremenda en un país donde un viaje corto por ruta puede llevar horas. La pérdida de sangre luego de dar a luz es una de las principales razones de mortalidad de mujeres en Ruanda.
UPS, el gigante norteamericano de entregas y logística, ayudó a enviar todo el equipamiento necesario a Ruanda. Y la UPS Foundation, su rama sin fines de lucro, invirtió US$ 1-100 millones en un proyecto para investigar cómo expandir la entrega por drones a otras áreas de la medicina y a otros países.
Zipline hará entre 50 y 150 entregas diarias a 21 clínicas. Por ahora el servicio entregará solamente sangre pero hay planes para ampliarlo también al área de las vacunas.
Aunque los drones pueden ser una gran solución para muchos problemas en África, no todos los países no los ven con buenos ojos. Kenia, por ejemplo, preocupada por los ataques terroristas, prohibió los drones comerciales en enero de 2015. Ghana quiere registrarlos a todos y darles una licencia y amenaza con la cárcel a todo aquel que no siga los lineamientos. Nigeria puso precios prohibitivos a las licencias. Sudáfrica permite que todo mayor de 18 años vuele su dron por diversión pero para usarlos con propósito comercial pone un trámite absolutamente engorroso.