Ciertamente somos más allá de lo que podemos apreciar a través de nuestros sentidos, nuestro ser es tan profundo y complejo como lo es el universo entero. A decir verdad no estamos separados de esa fuente de infinita energía y debemos estar conscientes de que lo que realmente trasciende no tiene mucho que ver con lo que nos roba la atención día a día.
Todos tenemos un cuerpo, un nombre, un rol, un papel que interpretamos, un cerebro, una personalidad y aunque todo eso es nuestro, no es lo que nos define. Nuestra esencia va mucho más allá de todo lo que con los niveles estándares de consciencia podemos apreciar.
Estamos acá en un proceso de aprendizaje, es una oportunidad dada para entender la esencia de la vida, para crecer y reconocernos. Sí, puede ser visto como un difícil juego con arduas misiones que quizás no lleguemos a entender. Pero si las apreciamos sin tratar de profundizar tanto como las experiencias que nos harán evolucionar y elevar nuestros
niveles de consciencia, logremos sacarle el mayor jugo.
Muchas veces nos encontrados viviendo como por inercia, tenemos rutinas agobiantes, nos llenamos de responsabilidades, nos cargamos de más y más actividades que no necesariamente nos conectan a nosotros mismos y sencillamente no vemos un rumbo determinado, solo nadamos sin saber por qué y para qué, siendo lo más lamentable que ni siquiera apreciamos el paisaje en nuestro recorrido.
Cada vez que nos involucramos, que nos identificamos más con aquello que creemos nos define, callamos más la voz que nos hace constantemente un llamado de atención, que nos intenta guiar cada día y que en definitiva sabe qué es lo mejor para nosotros. Ese llamado, esa voz que solo se escucha metafóricamente desde nuestro corazón, es nuestro verdadero yo.
Esa esencia suele ser olvidada, pasada por alto, incluso cuando nos hacemos conscientes de que es nuestra parte fundamental, solemos confundir su voz con las de nuestra mente, que es la que se encarga justamente de levantar el muro que no nos permite tener acceso directo a nuestro verdadero ser.
Solo cuando logramos silenciar nuestra mente es cuando se nos hace posible escuchar nuestra esencia, solo cuando no nos preocupamos, cuando calmamos nuestros pensamientos y solo sentimos, nos logramos conectar con esa sabiduría que sin decir palabra nos revela todo.
Busquemos espacios de tiempo para realizar esa conexión, estemos atentos al presente y aprendamos a limitar la actuación de nuestra mente, derribando el muro que ha creado entre nuestra realidad y nuestra ilusión.