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La derecha venezolana acostumbrada como estuvo, desde la I República, hasta la IV, a ser dueña absoluta del poder económico, político y social, constituida, además, por una burguesía que siendo parasitaria por naturaleza, compartía mendrugos con una clase política rastacueril, la que se encargaba de que el Estado y el gobierno funcionaran al servicio de ésta, su dueña, empeñada con los intereses y latrocinio de recursos minerales por parte de su mandante, el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica (EEUU), mientras que el pueblo, es decir, esa mayoría de la población, siempre fue y sigue siendo considerado por la burguesía como un “gasto social”, necesario, que debe seguir así, porque ya los ricos están completos, según ellos.
Todo lo anterior descrito ha entrado en profunda contradicción con el gobierno revolucionario que se instaló en Venezuela a partir de la llegada del Pueblo al poder, de la mano del Comandante Hugo Chávez, cuyo heredero del fiel de la conducción de la República, lo lleva un obrero, el Presidente Nicolás Maduro.
Ante ese viejo orden opresor capitalista, la revolución bolivariana socialista y chavista se ha visto obstaculizada, confrontada abiertamente y agredida, pero no derrotada, porque más allá de los dirigentes revolucionarios y de la audacia política o capacidad de maniobra del Presidente Nicolás Maduro, esa mayoría del Pueblo, entre los pobres y una incipiente clase de emancipados, que están ligados al chavismo, afectiva, clientelar y, poco antes poco, ideológicamente.
Ojalá, que este último grueso de la población, la emancipada, que no es la estúpida “clase media” del viejo Estado burgués, crezca exponencialmente, para que podamos liquidar las lacras y resabios del capitalismo, que por la vía de los hechos, la llamada “clase media” se ha querido imponer, al querer ser remedo bufo de la burguesía, en la dinámica económica, política y social venezolana.
Ahora bien, por instrucciones del gobierno estadounidense y por la obsesión del endorracista Nóbel de la paz y genocida, Barack Husseín Obama, se aprestan a arrebatarse el poder político, habiendo cogido como punta de playa la Asamblea Nacional (AN), burlando la voluntad popular, la que por la vía de los hechos, del desacato a la Constitución venezolana y de desconocimiento del resto de los poderes públicos constituidos, se ha autoerigido en una especie de suprapoder, con el que pretenden destituir al Presidente de la República y disolver al resto de los poderes, apoyados en sólo tres variables:
1. El apoyo mediático y sustento de las mentiras para mostrar al mundo un escenario de maqueta de ciencia ficción;
2. la ayuda del gobierno estadounidense, con el que cuentan para el reparto del botín, para cuando el arrebatador golpista de la derecha se declare como nuevo gobierno y comiencen formalmente la restauración de la IV República, con el esterero de muertos que ellos consideran un daño colateral necesario y;
3. La arrechera que tiene la mayoría del Pueblo, por el desabastecimiento programado y la hiperinflación que -para desgracia de la parasitaria burguesía- tiende a desacelerarse, además de que saben que el petróleo va alcanzar su estabilización de precios en el mercado mundial.
A la derecha venezolana y a sus amos estadounidenses, no les importa el Pueblo y mucho menos la verdad.
Por ello, torpedean los llamados al diálogo que les ha hecho el Presidente Nicolás Maduro y se aprestan a profundizar la crisis económica con mayor desabastecimiento, bachaqueo e hiperinflación por la desatada especulación y usura, que la mayoría de nosotros, los ciudadanos hemos asumido pasívamente hasta que nos encontremos en un punto de quiebra, que está muy cerca, en donde: o ellos derrocan al Presidente Maduro, arrebatan y se cojen el poder económico y político absolutamente, o las fuerzas revolucionarias hacen justicia y se profundiza la revolución.
Sería muy bueno que esa derecha fascista y golpista meditara sobre el profundo fracaso de sus llamados a manifestaciones violentas y fallidas, como los llamados a paro patronal, que para lo único que ja servido este viernes veintiocho de octubre (28/10/2016) ha sido para que la mayoría de la población se dedique a hacer sus diligencias y tomar un día de solaz y recreación, lo que les augura, a la U.S. Embassy en Caracas, a Fedecámaras-Venamcham y a sus bufones de la MUD, caminos tortuosos y más fracasos, por subestimar al Presidente Nicolás Maduro y al Pueblo que ya está arrecho.
Por ahora, la mayoría del pueblo venezolano está a la espera de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) cumpla con su obligación constitucional de restituir el equilibrio de poderes, declare la autodisolución de la AN e instruya al Consejo Nacional Electoral (CNE), para que convoque a elecciones de diputados por las vacantes de cada curul abandonada por los insurrectos y con los partidos políticos que están legalizados.
Luis Pino