Por Miguel Jara
El glifosato, el herbicida tóxico más utilizado en España y en el mundo, seguirá utilizándose durante cinco años más en la Unión Europea (UE). Los Estados europeos votaron mayoritariamente a favor de reautorizar este peligroso compuesto. Lo hacen contradiciendo la resolución del Parlamento Europeo que exigía su prohibición en 2022. Así que seguirá disponible para la agricultura, el cuidado de parques y jardines o lindes de carreteras y vías de tren. Y seguirá en nuestra orina, a ver.
Representantes de los Gobiernos europeos tomaron la decisión en el Comité de Apelación de Fitosanitarios tras siete intentos fallidos para llegar a un compromiso sobre las propuestas presentadas por la Comisión Europea durante el último año y medio. Quedaban sólo quince días para que expirara la licencia del controvertido producto que creó la multinacional Monsanto y como si de una carrera contrarreloj se tratase, pese a que el debate lleva años produciéndose, 18 votos a favor, 9 en contra y una abstención han decidido su suerte.
España, que ha apoyado la renovación del herbicida en todas las votaciones realizadas, también estuvo ayer entre los 18 Estados europeos que apoyaron la propuesta (en total un 65,71 % de la población europea).
Claro que España es el país con mayor superficie de cultivos transgénicos de toda Europa.
Nueve países como Francia (que ha liderado la oposición al glifosato), Italia, Bélgica, Austria, Grecia, Hungría, Chipre, Malta y Luxemburgo, votaron en contra de la renovación. Portugal se abstuvo de votar.
El voto de los esos países ignora la petición de prohibición del glifosato secundada por más de un millón de personas a través de la Iniciativa Ciudadana Europea Stop Glifosato. En marzo de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) difundió un trabajo científico que concluye que el glifosato probablemente es carcinógeno.
Monsanto, desde el mismo día en que la IARC dio la noticia, ha intentado desacreditar el informe de la agencia pública. ¿Cómo puede ser que se apruebe un producto tan descaradamente tóxico en estas condiciones? Para ello hay que entender el fenómeno del lobby de los transgénicos que en España es especialmente activo al menos desde la era de Zapatero en el Gobierno y que Monsanto está alargando sus brazos de influencia a estamentos como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) o la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) estadounidense.
Luego la EFSA da la razón a la empresa estadounidense, como cuando analizó los estudios realizados en ratas entregados por Monsanto y concluyó que no existían riesgos para la salud humana.
O como cuando esta agencia alimentaria copia en sus informes sobre la seguridad párrafos enteros del fabricante del químico tóxico.
Numerosos estudios evidencian su capacidad de alterar el sistema hormonalde animales y seres humanos.
Parece evidente que como expresa Mariano Sanz, secretario de Medio Ambiente de del sindicato Comisiones Obreras (CC.OO.):
En la votación de ayer han primado más los intereses comerciales de sectores industriales y las amenazas de judicializar el proceso expresadas por grandes lobbys frente a la protección de la salud y el medio ambiente, y la aplicación del principio de precaución, que forma parte de ordenamiento comunitario”.
Así que una de las consecuencias que tiene que siga usándose este herbicida tóxico es que continuaremos meándolo (bueno, la parte del mismo que no se queda dentro de nuestro cuerpo, claro). Escribo esto porque como sabréis los lectores habituales del blog, el pasado mes de abril supimos que la organización francesa Générations Futures realizó un estudio sobre la presencia del biocida en la orina de las personas.
Los resultados son escalofriantes, todas las personas analizadas portan en su organismo este potencial cancerígeno y menos una, en dosis mayores de las permitidas en el agua de beber.
Así que brindemos con un sorbito de este lindo elixir por los políticos ignorantes y/o malintencionados que se han dejado convencer por el lobby de los FrankensteIndustria.