Los procesos de la mente humana están controlados sobre todo por el cerebro. Pero la importancia de la microbiota o flora intestinal es tal que entre el 90% y el 95% de la serotonina y el 50% de la dopamina se producen en el intestino delgado. Merece la pena saber un poco más sobre estos neurotransmisores porque están asociados con muchos trastornos de la mente.
Los niveles de serotonina bajan por el estrés. Como neurotransmisor, la serotonina transmite señales entre las neuronas regulando su intensidad. Se produce en el cerebro y es imprescindible que esté en el cuerpo para sintetizar su propia dosis. Casi toda la serotina la concentramos en nuestro intestino porque ahí es utilizada para regular su movimiento. Parte del resto puede encontrarse en el sistema nervioso central.
La serotonina tiene mucho que ver con el triptófano, un aminoácido esencial en la nutrición humana que es clave para promover la liberación del neurotransmisor que me ocupa. La falta de triptófano puede contribuir negativamente a cuadros de ansiedad, insomnio y estrés.
El triptófano sólo se obtiene a través de la alimentación. Abunda en los alimentos ricos en proteínas. Lo contienen el huevo, el amaranto, la leche, los cereales integrales, el chocolate, los dátiles, las semillas de sésamo, los garbanzos, las pipas de girasol o de calabaza, los cacahuetes, los plátanos, la calabaza, la espirulina, las carnes rojas, el pescado, el pollo o las almendras, entre otros.
Para tener buenos niveles de tritófano y que éste sintetice la serotonina y por tanto estemos más relajados, menos nerviosos o estresados, durmamos mejor y demás, es necesario tomar estos alimentos. Y como las relaciones simbióticas de los elementos de nuestro organismo son algo complejas hay que saber que para un buen metabolismo del triptófano se requieren niveles adecuados de vitamina B6 y de magnesio.
La primera se ha de reponer diariamente con la dieta. Se encuentra en el germen de trigo, carne, huevos, pescado y verduras, legumbres, nueces o alimentos ricos en granos integrales. Adivino tu pregunta: ¿En qué alimentos se está presente el segundo? Respuesta: En frutos secos como girasol, sésamo, almendras, pistacho, avellanas y nueces. En los cereales: germen de trigo, levadura, mijo, arroz, trigo y avena. En legumbres: soja, alubias, garbanzos y lentejas. En el chocolate negro. Y en los germinados debido a que la clorofila contiene magnesio. De lo que comemos sólo entre el 30 y el 40 % es absorbido por nuestro organismo y depositado en el intestino delgado.
Esto que has leído es un bonito ejemplo de coordinación entre sustancias y procesos. Si te das cuenta, hay alimentos que son comunes a este proceso de sintetización natural de la serotonina a través del triptófano, que a su vez lo hace a través de la vitamina B6 y el magnesio. No es tan difícil pues, que el cuerpo se ocupe de esas reacciones químicas complejas y nosotros quedemos para ocuparnos de alimentarnos bien.
La serotonina pues influye en varias funciones corporales como la regeneración hepática, esencial para la depuración de nuestro organismo y la división celular. Por ser un neurotransmisor puede afectar el peristaltismo intestinal -las contracciones musculares organizadas que ocurren a todo lo largo del tubo digestivo- y reducir el apetito.
También, como explicamos, influye en las funciones psicológicas; si nos falta se alteran el estado de ánimo, la ansiedad y el sentimiento de felicidad decae. Así que la ecuación sería: correcta alimentación-intestinos sanos-menos estrés y ansiedad y más felicidad. Esa es la ruta que va del estómago al cerebro.
http://www.migueljara.com/2017/12/11/la-ruta-de-la-serotonina-que-va-del-estomago-al-cerebro/