Por José L. Román.- Según parece, durante el pasado mes de octubre el Congreso de los diputados dio el visto bueno a una propuesta de ley de la asociación “Hablamos Español”, que persigue garantizar los derechos de los españoles para poder aprender y hablar en español en España sin discriminación alguna. Pues bien, la asociación dispone de nueve meses para alcanzar las 500.000 firmas que son necesarias para que la iniciativa se debata en el Parlamento.
A ver si lo he entendido bien. O sea, que para que el Parlamento se digne debatir, sobre el aprendizaje y uso del idioma español en España sin que ningún ciudadano pueda ser discriminado o agredido por los separatistas y sus allegados, es necesario que una asociación como “Hablamos Español” recoja medio millón de firmas en un plazo de nueve meses ¿Es así? ¡Fantástico!
Ya apuntan los medios el éxito de la iniciativa. Sin embargo, nada que decir de lo realmente patético y que debería escandalizar a cualquier ciudadano con un mínimo de dignidad. Me estoy refiriendo a la falsedad, no solo de los distintos gobiernos de la democracia que han dirigido esta nación durante los últimos cuarenta años, sino la enorme mentira del sistema político que nos rige y al que llamamos democracia, amparado además por una Constitución que nadie respeta ni obedece. Esto es lo verdaderamente aberrante.
¿Dónde se ha visto que para poder estudiar y hablar en español con libertad en España, en nuestra casa y con los nuestros, sin ser discriminado, linchado, ninguneado, desconsiderado, subestimado, perseguido y hasta criminalizado por una minoría de separatistas antiespañoles, haya que recoger firmas y entregárselas a un Parlamento para que debata a ver que se puede hacer al respecto? Pero, ¿es que no nos damos cuenta de la gravedad de lo que acontece? ¿Acaso no existe una Fiscalía? ¿Acaso no tenemos un Código Penal? ¿Dónde están los Tribunales de Justicia? Y por último, ¿dónde el garante de la Constitución?
Esto es inaudito. O sea, que debemos recoger firmas para rogarle a un Parlamento que se digne plantar cara a una minoría con la que el poder del Estado no se atreve, para que esa minoría nos deje utilizar sin discriminarnos ni agredirnos, el idioma oficial de nuestra nación, que además lo hablan más de quinientos millones de personas en todo el mundo ¡Manda huevos!
¿Acaso no nos damos cuenta de la tomadura de pelo? Pero, ¿qué cachondeo es este? Firmas para qué, ¿para que nos tengan identificados y controlados aún más de lo que ya lo estamos, o para que la farsa continúe y el juego democrático parezca más divertido?
¡Basta ya de aguantar que nos orinen en la cabeza! Ni una firma más. El idioma español se impone por ley tal y como establece la Constitución, y no solo en los centros de enseñanza, sino en todos los centros oficiales de la nación como idioma oficial de España. Punto. Y, al funcionario público que incumpla la ley se le inhabilita, se le cesa, y a la puñetera calle. Tan sencillo como eso. Pero la pregunta es, ¿por qué no lo hacen? ¿Qué razón de peso paraliza a todo un Parlamento cuando se tiene que enfrentar a los separatistas, y tiene que solicitar firmas a una asociación para de alguna manera justificar su acción de hacer cumplir la ley?
Si nuestros dirigentes políticos no tienen el valor de meter en cintura a los separatistas, en temas tan básicos y elementales como éste, ¿qué podemos esperar de ellos? Pues nada. Entonces, lo mejor sería no acudir a votar. Dejar las urnas vacías. Les puedo asegurar que es a lo que más temen.
Esto no hay por dónde cogerlo. Hay que hacer ver a toda esta patulea de parásitos vividores profesionales de la política, que estamos hasta los cojones de que cuatro “mascachapas” dirijan las políticas de toda una nación, y se nos suban a la chepa por la inoperancia de un Parlamento que solo piensa en ser reelegido una legislatura tras otra.
Hagamos llegar a todos y cada uno de los que en nombre de un partido político se sientan en ese Parlamento inoperante e ineficaz, un claro y rotundo mensaje: ¡Se acabó la farsa! Un derecho tan elemental como el de poder hablar en español en España, que además está recogido como obligatorio en la Constitución, no debe estar sujeto a una recogida de firmas para poder aprenderlo y hablarlo con total libertad en nuestra propia casa, sin que una minoría de violentos a la que se les permite sentarse en las Instituciones, ejerzan su libertad de someternos a todos.
Un «desdichado País» con la *convivencia* fragmentada por la sequía ética!!! O. M. G.
M.