Sebastián Piñera gobernó en Chile entre 2010 y 2014 y ahora vuelve por cuatro años más al Palacio de la Moneda.
En la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, en noviembre de 2007, diferentes presidentes latinoamericanos criticaban a empresas multinacionales y el venezolano Hugo Chávez chocaba con el rey Juan Carlos I de España, quien le espetó el famoso «¿Por qué no te callas?«.
Pero una década más tarde, Chile es el último ejemplo de un fenómeno inverso: el retroceso de aquella «marea rosa» en la región y el avance de la centro-derecha.
El triunfo del multimillonario Sebastián Piñera el domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales chilenas, es otra señal de ese giro de Sudamérica a la derecha y un nuevo revés para la izquierda.
Piñera se impuso a Alejandro Guillier, el candidato de la agrupación oficialista de centroizquierda Nueva Mayoría, con el 54,58% de los votos, una ventaja de casi 10 puntos por encima de Guillier.
En marzo reemplazará a la socialista Michelle Bachelet en la presidencia que ya ejerció entre 2010 y 2014.
Una década atrás, la izquierda latinoamericana mostraba su euforia en la Cumbre Iberoamericana de Chile y el rey de España le preguntaba a Hugo Chávez «¿por qué no te callas?».
«Esto confirma la tendencia que vimos en los últimos años en la región: ya no vivimos la época en que los gobiernos progresistas se mantenían muchos años en el poder», dice Paulo Velasco, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estatal de Río de Janeiro, en diálogo con BBC Mundo.
Pero, ¿hasta dónde llegará este viraje de América Latina hacia la derecha política?
«El gran problema»
Un claro síntoma de la importancia regional de la elección en Chile surgió al cierre de la campaña, el jueves, cuando Piñera recibió un video de apoyo del presidente argentino Mauricio Macri y Guillier apareció junto al expresidente uruguayo José «Pepe» Mujica.
«Soy amigo de Sebastián, lo admiro y creo que es un gran dirigente», dijo en el video Macri, otro empresario de centro derecha que hace dos años terminó la hegemonía electoral de los Kirchner en Argentina y en las legislativas de octubre amplió su poder.
Piñera se impuso a Alejandro Guillier, el candidato de la agrupación oficialista de centroizquierda Nueva Mayoría.
Brasil también tuvo un cambio de signo político el año pasado, al asumir un gobierno de centro-derecha encabezado por Michel Temer tras el juicio político que destituyó a la presidenta izquierdista Dilma Rousseff, cuyo Partido de los Trabajadores controlaba el poder desde 2003.
Además, en Perú fue electo en 2016 Pedro Pablo Kuczynski, un economista que trabajó previamente para el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y que ahora está en la cuerda floja por el caso Odebrecht.
En general, la derecha sudamericana parece beneficiarse de varias dificultades que enfrenta la izquierda regional, más allá del fin del boom de las materias primas que complicó económicamente a varios gobiernos.
Uno de esos problemas son los escándalos de corrupción: si bien afectan a gobiernos de distinto signo ideológico, es la izquierda que gobernaba en la región la que parece pagar el mayor precio por el desencanto de los votantes con la élite en el poder.
El presidente argentino Mauricio Macri apoyó a Piñera al final de su campaña presidencial.
A esto se suman divisiones internas como las que tuvo para estos comicios chilenos la coalición de centroizquierda que gobernó el país de forma casi continua (salvo el primer mandato de Piñera) desde el retorno de la democracia en 1990.
La sorpresa en la primera vuelta de Chile la dio Beatriz Sánchez, que obtuvo 20% de los votos como candidata del Frente Amplio, una nueva coalición de izquierda cuyos seguidores no parecen haber apoyado en bloque a Guillier el domingo.
«El gran problema que ha tenido siempre la izquierda es la unidad, la lucha por la unidad», advirtió Mujica en el acto final de Guillier.
«Una presión»
Algunos gobernantes izquierdistas en Latinoamérica han llegado a ser acusados de desbordes para mantenerse de poder.
El sucesor de Chávez en Venezuela, Nicolás Maduro, fue tachado de dictador por países vecinos tras restarle poder a la Asamblea Nacional controlada por la oposición y enfrentar protestas que dejaron más de 100 muertos en las calles este año.
En Bolivia, el presidente Evo Morales se encamina a buscar una tercera reelección en 2019, tras recibir luz verde del Tribunal Constitucional Plurinacional pese a que el año pasado le fue negada esa posibilidad en un referéndum.
«Siento una obligación. Una presión. Un destino a seguir siendo presidente», sostuvo Morales en una entrevista con BBC Mundo este mes.
Es cierto que este año la izquierda latinoamericana se anotó un triunfo en Ecuador, con la elección del presidente Lenín Moreno, del mismo partido que Rafael Correa, el mandatario saliente tras 10 años en el poder.
Pero desde entonces Moreno se distanció de Correa, quien lo acusa de traidor tras la promesa del presidente de limpiar la corrupción y buscar un mayor diálogo con opositores.
Si bien son del mismo partido de izquierda, el presidente ecuatoriano Lenín Moreno se ha distanciado de su antecesor Rafael Correa, quien lo acusa de traición.
La falta de renovación en el liderazgo es otra dificultad de la izquierda latinoamericana, admitió el presidente de Ecuador.
«Sí es un problema, el querer perpetuarse en el gobierno y que se genere en el entorno la creencia de que hay personas predestinadas para sacar adelante un país», dijo Moreno en una entrevista con BBC Mundo en septiembre.
«Es un problema porque impide la generación de nuevos liderazgos y hace que las personas pierdan la perspectiva de lo que debe ser un gobierno democrático», agregó el mandatario, que asegura que evitará buscar la reelección.
«Pragmatismo»
En este contexto, los latinoamericanos parecen más dispuestos que hace una década a buscar alternancias en el poder, como sugiere el voto de Chile: Piñera entregó el mando presidencial en 2014 a la socialista Michelle Bachelet y ahora lo recibirá de ella.
Algunos analistas creen que la política latinoamericana va en sintonía con el crecimiento de la derecha que se observó en elecciones recientes en Estados Unidos y Europa.
Los latinoamericanos parecen dispuestos a buscar en las urnas nuevas respuestas políticas y económicas a sus problemas cotidianos.
«Hay un problema más de fondo: los partidos de centroizquierda se ven bastante perdidos y sin un programa claro para enfrentar la nueva realidad mundial», sostiene Velasco.
A su vez, los latinoamericanos parecen mirar con mejores ojos al liberalismo económico que tanto cuestionaban tras las privatizaciones y dolorosas reformas de los años 90.
Resultados de la encuesta regional Latinobarómetro publicados por el diario Miami Herald indican que la idea de que «la economía de libre mercado es el único sistema con el que tu país puede llegar a ser desarrollado» tuvo en 2017 un récord de 69% de apoyo en el subcontinente.
Esto supone un aumento significativo respecto a lo que ocurría en 2007, cuando Chile recibía aquella Cumbre Iberoamericana y la misma encuesta registraba el apoyo más bajo de los latinoamericanos al libre mercado.
Pero esto tampoco significa necesariamente que haya un cambio político radical en la región: Piñera ganó con posturas más moderadas que otros candidatos de derecha en Chile.
Muchos descartan, por ejemplo, que Piñera vaya a acabar con la ley que promulgó Bachelet para despenalizar el aborto en determinadas circunstancias, aunque ha dicho que la piensa introducirle «cambios».
Los nuevos presidentes de centroderecha que asumen en la región no tienen un cheque en blanco para impulsar reformas, ya que carecen de mayorías absolutas en el Congreso.
Las elecciones de Chile parecen marcar el ocaso de la coalición de centroizquierda que llevó dos veces a Michelle Bachelet a la presidencia.
Si Piñera para gobernar decide apoyarse en los dos políticos más a su derecha que el domingo le aportaron votos (incluido José Antonio Kast, que rechaza el aborto y reivindica la dictadura de Augusto Pinochet) es probable que la polarización y tensión crezcan en Chile.
En América Latina se aproxima una seguidilla de elecciones que determinará más claramente el alcance del giro político regional.
El año próximo habrá presidenciales de resultado incierto en Colombia, Paraguay y México, donde el izquierdista Andrés Manuel López Obrador lidera las encuestas, como lo hacía en las últimas dos elecciones que finalmente perdió.
En 2018, también irá a las urnas Brasil, donde las encuestas por ahora colocan al frente al exmandatario izquierdista Luis Inácio Lula da Silva, que podría ser descalificado si un tribunal federal confirma en enero una sentencia en su contra por corrupción, y a Jair Bolsonaro, un populista de extrema derecha.
Incluso en Venezuela están previstas elecciones presidenciales el año próximo, que pondrán a prueba la vigencia del «socialismo del siglo XXI» impulsado por Chávez.
Guillermo Holzmann, analista político de la chilena Universidad de Valparaíso, señala que la elección de Piñera muestra que los latinoamericanos están más dispuestos a apostar por candidatos de centroderecha para solucionar sus problemas en temas como educación, salud o seguridad.
«Hay un pragmatismo de parte de la ciudadanía, que está buscando respuestas concretas que la izquierda no le supo dar en su minuto», dice Holzmann a BBC Mundo.
«Y ahora le preguntan a la derecha si es capaz de darlas», concluye.
http://www.24horas.cl/noticiasbbc/que-dice-el-triunfo-del-expresidente-sebastian-pinera-en-chile-sobre-el-giro-de-america-latina-hacia-la-derecha-2591811
Lamentable lo de Chile el triumfo de PINERA gano por poco, las injusticias laborales, sociales continuaran,la educacion , la medicina para el pueblo todo continuara en el privado. Tener al pueblo en la ignorancia para gobernar. El abismo social es enorme.
Esperemos que el pueblo Chileno que tiene una conciencia politica, que sufrio enormemente la dictadura de Pinochet y la intervencion capitalista de los EEUU, Que los chilenos reaccionen; hay un refran que dice. No hay mal que dure cien anos ni tonto que lo resista.