A principios de esta semana se produjo otro gran evento de bola de fuego en Estados Unidos. Se estima que poco después de las 20:00 horas del martes por la noche un bólido de hasta tres metros de diámetro recorrió el sur de Michigan antes de explotar en algún lugar en lo alto de Detroit. Aunque fue breve, el meteorito causó una luz cegadora que hizo que la noche se hiciera día por un momento en toda la zona metropolitana de Detroit, la mayor parte de Michigan, y fue visto en localidades tan lejanas como Des Moines, Iowa y Toronto, Canadá.
Este suceso fue un poco diferente a los avistamientos de bolas de fuego «regulares» que ocurren globalmente en estos días: la gente en el sur de Michigan también oyó un poderoso estallido que se produjo tres minutos después del gran destello, e incluso se registró un terremoto de magnitud 2.0 en los sismógrafos locales como consecuencia del mismo.
Dada su ubicación, el fenómeno fue visto probablemente por decenas o cientos de miles de personas. La American Meteor Society (AMS) ha recibido hasta la fecha 665 informes de testigos oculares, junto con docenas de excelentes videos del evento.
Curiosamente, los observadores en el área de Detroit reportaron tanto un sonido concurrente como un estallido retardado unos tres minutos después. El estallido retardado fue probablemente el sonido de la explosión del bólido en la atmósfera, el cual tarda tiempo en descender al suelo desde lo alto de la atmósfera. Como siempre sucede, muchos reportaron que la bola de fuego estaba «justo encima nuestro». Aunque esto es en parte cierto para quienes estaban en el sur de Michigan esa noche, su punto de altitud más baja no estuvo tan cerca como parecía (alrededor de 20 millas de altitud, según una estimación).
Sin embargo, sin importar la altitud de estos eventos, los testigos oculares tienden a asustarse en vez de «pedirle un deseo a una estrella fugaz». John Ellsworth, jefe de la policía en el área metropolitana de Detroit, dice que su teléfono sno dejó de sonar por los residentes que preguntaban qué había pasado, mientras que él mismo dijo: «Tengo que decir que justo cuando lo vi al principio, lo que cruzó por mi mente fue que esto iba a ser el principio del fin. Fue tan surrealista«. CBS Detroit también afirmó que Ellsworth no sólo escuchó el estallido, sino que «también pudo sentir su impacto, muy parecido a la fuerza de una sacudida por descarga eléctrica». Desde entonces se han encontrado meteoritos en el municipio de Hamburgo, situado a medio camino entre Lansing y Detroit.
Así que ése fue un acontecimiento muy importante, pero otros eventos como éste están ocurriendo con una frecuencia alarmante en los últimos años. Como ustedes habrán notado al ver nuestros videos mensuales de resumen del clima extremo (tanto del tipo terrestre como cósmico), la frecuencia de los sucesos de bolas de fuego está en aumento. Los registros de bolas de fuego de la American Meteor Society proporcionan una representación gráfica de esto:
A la derecha vemos los datos del 2017. No hubo mucho aumento con respecto al 2016, pero aún así es históricamente alto. A continuación, proporcionan un desglose por mes, revelando en qué momento del año son más frecuentes las bolas de fuego:
Nosotros también hemos observado que la mayoría de las rocas espaciales llegan a nuestra atmósfera en la segunda mitad del año. Así que este meteorito de Michigan llegó en la «temporada baja». La siguiente gráfica se basa en los datos publicados de la NASA sobre las bolas de fuego (vía spaceweather. com), mostrando los sucesos de bolas de fuego a lo largo de tres años (2013 – 2015), y desglosados por mes:
Si bien es cierto que la posesión de teléfonos inteligentes y celulares (con cámara) ha aumentado en los últimos 10 años más o menos (ver este informe de Pew Research), este incremento no explica el aumento en el mismo período de tiempo de los reportes de avistamientos que se hacen directamente a la policía local (la posesión de teléfonos celulares con cámara no tiene impacto en la habilidad o inclinación de una persona de reportar tales eventos a la policía). Por lo tanto, el aumento de la posesión de teléfonos con cámara está correlacionado con una información más amplia sobre tales eventos, no con la frecuencia de los eventos mismos.
Otro aspecto interesante de esto es el efecto psicológico que este tipo de eventos tiene en las personas. Siguiendo el ejemplo de los «expertos» que explican que esto se debe al «aumento de las tecnologías de observación» (a saber, cámaras y otros sensores), las personas han normalizado el fenómeno de las bolas de fuego, incluyéndolos en su realidad como si hubieran estado siempre allí. Rutinariamente descritos en la prensa como un «acontecimiento único en la vida», la prevalencia de observaciones repetidas de bolas de fuego de meteorito en la misma área geográfica, a veces con sólo unos meses de diferencia, ha forzado un cambio en la narrativa hacia el énfasis en la naturaleza inofensiva de los meteoritos que explotan en el cielo.
Hasta ahora, estas bolas de fuego han demostrado ser «inofensivas», con la excepción del evento de Chelyabinsk en 2013, cuya onda expansiva dejó alrededor de 1.000 personas con heridas leves. Todos están de acuerdo en que eso fue bastante excepcional, pero no todos están de acuerdo en la probabilidad de que algo similar (o mayor) suceda en algún momento del futuro cercano.
Sin embargo, además de estos eventos discretos y potencialmente catastróficos, el aumento general de los meteoritos que golpean la atmósfera tiene efectos múltiples y no lineales: el incremento del «humo de meteoritos», por ejemplo, lo cual es un eufemismo de la NASA para referirse a las partículas que los meteoritos dejan en la atmósfera superior después de que explotan y se desintegran. Se sabe que la frecuencia de nubes noctilucentes bonitas que esto produce en los polos se correlaciona ahora con los patrones climáticos globales, lo que indica que existen «teleconexiones» entre los cambios ambientales de «allá arriba» y el clima «aquí abajo».
Pero todo eso, por ahora, sigue siendo «académico». Lo que la gente realmente quiere saber cuando se asusta ante una luz brillante en el cielo es: ¿el mundo se acaba? Probablemente no, pero hay que tener en cuenta que los expertos de los medios de comunicación que dicen que no hay absolutamente nada de qué preocuparse, porque todas las rocas espaciales potencialmente peligrosas están siendo rastreadas y tenemos la tecnología para neutralizar la amenaza que presentan, están totalmente equivocados.
Con frecuencia se descubren asteroides de tamaño variable en órbitas cercanas a la Tierra a pocas horas de su paso cercano, por lo que cualquier número que los funcionarios revelen sobre lo que hay ahí fuera y cuál es el porcentaje de lo que ha sido «rastreado», es en gran medida una conjetura. Y los láseres que destruyen asteroides siguen siendo ciencia ficción.
Tal vez si Estados Unidos cooperara con Rusia en lugar de aislarla, los sistemas eficaces de detección de amenazas podrían convertirse en una realidad, pero lamentablemente hay que ganar poder terrenal. Para el resto de nosotros, tendremos que seguir el consejo del jefe de la NASA Charles Bolden después del acontecimiento de Chelyabinsk, cuando sugirió que siempre podemos orar.
Niall Bradley es editor de Sott.net desde 2009. Es tambien editor de la versión impresa de Sott.net, Dot Connector Magazine y ha aparecido como comentador de PressTV. Niall ha escrito numerosos artículos para Sott.net, en donde se focaliza en analizar las tendencias geopolíticas en el contexto del denominado cambio climático.
https://es.sott.net/article/57659-El-meteorito-de-Michigan-El-numero-de-bolas-de-fuego-volvio-a-aumentar-en-2017