Muchos de los proverbios chinos son, literalmente, milenarios. Algunos de ellos se crearon por sí solos, mientras que otros se derivan de alguna leyenda. Todos tienen por objetivo condensar una enseñanza acerca de la vida. Es una forma didáctica de transmitir los saberes acopiados por esa cultura.
La palabra que designa a los proverbios chinos es “Chengyu”. Casi todas estas sentencias están compuestas por cuatro caracteres del idioma chino. Este es ideográfico. Cada carácter encierra un significado amplio.
“El dragón inmóvil en las aguas profundas se convierte en presa de los cangrejos”.
-Proverbio chino-
Ahora bien, si algo caracteriza a los proverbios chinos es su elegancia. También su poética y su capacidad para simbolizar la realidad. No por nada han sobrevivido al tiempo y se han extendido por todas las culturas del planeta. A continuación, te compartimos siete buenos ejemplos de estos maravillosos proverbios.
Proverbios chinos sobre la voluntad
Los orientales, y en particular los chinos, se han caracterizado por un profundo espíritu de sacrificio y una enorme valoración de la voluntad. Históricamente este pueblo ha soportado grandes calamidades y más de una vez ha renacido de sus cenizas. Por eso le dan enorme valor a esa capacidad para mantenerse firme. Así lo dicen aquí: “Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos”.
Así mismo, una buena cantidad de proverbios chinos destacan la capacidad del ser humano para moldear su destino. Como lo señalan aquí: “No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera”.
La montaña y la vida
La montaña es una metáfora que se emplea en muchos de los proverbios chinos. Representa la dificultad, el obstáculo. Como en esta sentencia: “El que ha desplazado la montaña es el que comenzó por quitar las pequeñas piedras”. La frase es un homenaje a la paciencia, fuente de fuerza en las culturas orientales.
Un significado similar tiene este otro proverbio: “Hay que subir la montaña como viejo para llegar como joven”. Aquí también se habla de la paciencia, unida a la perseverancia. Se sube la montaña como viejo, es decir, se enfrenta el obstáculo con prudencia y lentamente. “Para llegar como joven” significa que el camino renueva a quien lo transita.
El verdadero sentido de la confianza
Uno de los proverbios chinos dice: “La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta”. Es una hermosa enseñanza que contiene una gran verdad, envuelta en un bello ropaje poético. Este proverbio habla de la confianza.
En este caso, la puerta es un símbolo de aquello que se resguarda. Brinda seguridad e impide el paso hacia algo valioso. Sin embargo, no se puede depositar la confianza en esa barrera, sino en la voluntad de los otros de no franquearla.
La excesiva pureza
Lo puro y lo impuro han sido temas de análisis en la religión, la filosofía y la cultura. Casi siempre se asocia lo puro con lo positivo y lo impuro con lo negativo. Sin embargo, en este proverbio chino se le da la vuelta a esa idea: “El agua demasiado pura no tiene peces”.
Esta reflexión nos habla de la falta de humanidad que hay en la perfección. Por eso al agua sin vida se le llama “estéril”. Donde hay vida, en cambio, también hay contradicción. Es decir, lo que podría llamarse “impureza”. Una maravillosa impureza que precisamente da origen a lo vivo. No olvidemos que el acierto es hijo del error, no de la perfección.
Avanzar, siempre avanzar
Los chinos, como casi todas las culturas orientales, son amantes de la pausa. A diferencia de Occidente, ellos ven en la prisa un defecto, no una virtud. De por sí, la construcción de su historia ha durado varios siglos. Son testigos de los cambios lentos. Esta perspectiva queda muy bien sintetizada aquí: “No temas de ser lento, teme solo a detenerte”.
En este caso nos hablan de la importancia de mantenerse en estado activo. Esto no necesariamente implica una alta dinámica, sino un proceso en el que se avanza paso a paso. Aunque la meta esté lejos, siempre que se mantenga el avance, se llegará a ella.
Los proverbios chinos son una fuente inagotable de sabiduría y belleza. Lo más hermoso que tienen es esa forma tan propia de sugerir, sin decir directamente. De llamar a cada quien a la reflexión, en lugar de entregar una verdad absoluta “digerida”. Ahí se encuentra precisamente su magia.