Por Pijamasurf
UN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE YALE SUGIERE QUE CUANDO LAS PERSONAS SUPERAN UNA CRISIS Y PASAN POR UN CAMBIO POSITIVO, TIENDEN A VER UNA PARTE REVELADORA DE SU VERDADERO SELF (EL SÍ MISMO COMPLETO)
Donald Winnicott, pediatra, psicoanalista inglés y uno de los principales pilares de la psicología, brindó información valiosa sobre la relación entre la madre y el lactante durante la primera mitad del siglo XX. Winnicott, trabajando con Melanie Klein en Inglaterra, decidió centrar su observación hacia el vínculo y su influencia sobre la evolución del bebé. Como resultado, retomó el término del “Self” para definir al “Yo” y al “Self como objeto”, distinguiéndolo en dos: el verdadero self y el falso self.
Durante el primer año de vida, el vínculo madre-niño constituye una unidad que resulta eventualmente en la base para su desarrollo. Una madre “suficientemente buena” es aquella que permite no sólo el desarrollo del verdadero self (la que acoge el gesto espontáneo del niño a la hora de expresarse, interpreta su necesidad y se la devuelve en calidad de gratificación) sino también el desarrollo de un falso self, el cual funge como un proceso adaptativo al principio de realidad y de las normas sociales.
Según Winnicott, la madre debe “ilusionar” al bebé para después “desilusionarlo”, desgratificarlo gradualmente con el fin de que entre en contacto tanto con la realidad como con su subjetividad. La idea es que el bebé alcance un equilibrio que le permita depender y al mismo tiempo adquirir la capacidad de hacer notar sus necesidades al entorno, satisfaciéndolas mediante espacios, fenómenos y objetos transicionales: factores que sustituyen o metaforizan a la madre y permiten paulatinamente la autonomía y autosuficiencia del bebé.
Conforme crecemos, el verdadero y el falso self se confunden, se mezclan, se pierden. Las causas pueden variar: creencias irracionales, educación moral rígida, comentarios distorsionados sobre uno, entre otros. Lo importante es descubrir el verdadero self, el cual siempre será bueno, genuino, espontáneo, auténtico, íntegro, lleno de vida, detrás de todas las mentiras del falso self. Es decir, se trata de identificar las mentiras que uno se dice, o lo que se creyó que los demás dicen de uno –el falso self– para descubrir cómo es realmente uno –verdadero self–. Sólo de esta manera uno superará los obstáculos internos para trascender y continuar disfrutando de la esencia propia. Retomando el ejemplo del personaje de Shrek (2001), “Las cebollas tienen capas. Los ogros tienen capas”, y las capas interiores son más sensibles y genuinas que las externas.
Un estudio de la Universidad de Yale sugiere que cuando las personas superan una crisis y pasan por un cambio positivo, tienden a ver una parte reveladora de su verdadero self. En otras palabras, cuando hay una automejora debido a un proceso de introspección, crecimiento y trascendencia, se descarapela una capa negativa del falso self y se devela el verdadero self. En palabras de la escritora Anaïs Nin, “En el caos hay fertilidad”, de modo que es a través del cambio que la oruga puede convertirse en mariposa, y no en el sentido contrario.
Si bien la idea de un verdadero self y de un falso self puede parecer confusa, la realidad es que posee importantes implicaciones en el autoconcepto y en la fe sobre la vida. Es decir, se trata de una especie de brújula positiva que continuamente indica que uno está en el buen camino hacia la trascendencia personal; de un ápice de esperanza que nos hace confiar en nuestra toma de decisiones, aprendizajes y errores; de un sentido de supervivencia instintivo, que busca siempre el bienestar de uno mismo.