El advaita vedanta es una de las corrientes religiosas y filosóficas que más han penetrado la espiritualidad occidental moderna, particularmente a partir de las traducciones a lenguas occidentales de las enseñanzas de dos de sus últimos grandes santos Ramana Maharshi y Nisargadatta Maharaj. Advaita significa no dual, y vedanta es el conocimiento que le sigue a los vedas; el advaita es la exégesis no dual (o a-dual) e impersonal de los Upanishads y tiene su máximo exponente en Shankaracharya, el filósofo y maestro espiritual que el profesor Dasgupta considera el pensador indio más importante de la historia después del Buda. Una de las sentencias más famosas de esta escuela, como si fuere su mahavakya, señala
Brahma satyan jagat mithya, jivo brahmaiva naparah
Brahman (Dios, lo Absoluto) es real; el mundo es ilusorio (o transitorio, relativo); el alma individual es idéntico a Brahman.
En una interesante entrevista Mónica Cavallé, una de las autoras contemporáneas en lengua española que más ha explorado la relación entre el vedanta no dual y las tradiciones filosóficas occidentales, introduce lo que es esta fascinante corriente de pensamiento y traza su relación con el pensamiento occidental. Cavallé dice, con Shankara, que en esta tradición se contesta a la pregunta fundamental de quién somos con la idea de que el ser individual es en realidad el sujeto universal, y con sujeto se debe entender aquello que no es objetivado, lo que no es contenido de conciencia. Lo que Nisargadatta describiría así «Yo soy eso por lo que sé que soy». Es decir, aquella base o fondo que hace posible el conocimiento y no el conocimiento, que es necesariamente dualista, que parte el mundo en un sujeto/objeto, en una cadena de otredades. Esta es la ilusión fundamental de la existencia, la ignorancia que produce sufrimiento, puesto que, como dicen las Upanishad, donde hay un otro hay miedo.
«El grado máxima de ignorancia», dice Cavallé, «es la conciencia de separatividad».
La tradición del vedanta, basada en las Upanishad, coincide con la filosofía griega, que tiene en gran medida su base en la noción inscrita en Delfos «conócete a ti mismo», y la interpretación pitagórica y platónica de esta frase que sugiere que al conocerse uno mismo alcanza también el conocimiento de la divinidad. Esto podemos afirmarlo como la esencia de las tradiciones sapienciales que tienen como fundamento la idea de que la sabiduría libera al individuo y le permite unirse con lo divino o absoluto. En India esto es entendido bajo la ecuación Atman es igual a Brahman. Existe una intuición análoga en estas diversas tradiciones si bien lo que enriquece el diálogo interreligioso, dice Cavallé, es dejar que cada tradición hable en su propio lenguaje y no reducirlos a un mismidad perenne, no poner todos los huevos en la misma canasta, como si fuere, sino contemplarlos en su unicidad para que sus cualidades puedan relucir sin confundirse y amontonarse.
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