¿ES EL SER HUMANO LA FORMA EN QUE UNA DIVINIDAD INCONSCIENTE ALCANZA CONSCIENCIA DE SÍ MISMA?

La idea de que el universo es la forma dinámica en la que Dios o el espíritu universal se realiza a sí mismo, toma conciencia absoluta o integra y sintetiza en sí todas las partes es una de las ideas filosóficas más poderosas en la historia de la filosofía occidental, particularmente en la modernidad.

Si bien podemos encontrar ciertas similitudes en el pensamiento oriental, en muchos casos se asume que Dios tiene previamente conciencia absoluta y si bien el universo puede pensarse como un medio empleado por Dios para experimentarse a sí mismo en toda su diversidad y gloria -como su pasatiempo, su lila-, se cree que durante todo este proceso Dios ya tiene completa realización, omnisciencia, libertad, independencia, etc.

En otras palabras, precisamente porque es un juego no se está jugando nada (nada cambia realmente), y el destino no es distinto al origen. La idea de que el universo es algo así como la evolución de la divinidad o su proceso de autoconciencia es especialmente atractiva para la mente moderna occidental, ya que mezcla de alguna manera lo religioso con lo científico y mantiene la centralidad del hombre y de la realidad.

En el hinduismo, el universo puede considerarse real en tanto que es el pasatiempo de una deidad que está completamente libre de los estragos de la existencia; pero a fin de cuentas, la existencia humana y la realidad del mundo creado son relativas y no afectan en ninguna medida a la deidad. Se nos presenta la idea de que el universo es algo así como un sueño lúcido divino, donde la deidad sabe que está soñando y controla sus sueños. O, por otra parte, en el vedanta, simplemente se dice que la existencia humana, que se percibe a sí misma como separada y real en sí misma, es una ilusión. El mundo esta bajo el hechizo de Maya; lo único que existe es una conciencia absoluta eterna e inmutable (Brahman). Sin embargo, en las religiones hindúes, cuando el ser humano se conoce a sí mismo, ello es igual a Dios conociéndose a sí mismo. Algo en lo que coinciden pensadores occidentales como Hegel, Whitehead y Jung.

A diferencia de la noción cristiana de que el mundo es creado por Dios por la sobreabundancia de su benevolencia -por su amor desbordante-, Hegel considera que el mundo es creado por Dios para tomar conciencia de sí a través de él. La mente de Dios sólo se actualiza a través de sus criaturas, sólo encuentra su perfección y su sentido en su obra. Dios necesita de un opuesto, el mundo (la naturaleza), para realizar su síntesis: el Espíritu Absoluto.

Esta idea, sin embargo, no es completamente original, si bien encuentra su planteamiento más definido y claro en Hegel. Aunque no se usa el término inconsciente como tal, éste fue anticipado por Schelling y los poetas románticos alemanes y antes por la teología mística de Böhme y de Eckhart e incluso antes por Pseudo Dionisio, pensadores místicos que hablaron de Dios como algo que probablemente hoy llamaríamos inconsciente.

La experiencia mística fue descrita como un des-conocimiento, como una oscuridad brillante, como algo más allá de la dualidad sujeto-objeto. El estado de la divinidad no podía ser como nuestra conciencia, la cual es equiparada desde siempre con la luz, y por lo tanto debía de ser una oscuridad, una tiniebla, algo insondable, algo paradójico, algo inconsciente. Dios no podía ser consciente de algo (de un objeto), pues esto implica un otro -algo que no es Dios-, no podía conocer de la misma manera que el hombre y, por lo tanto, debía de ser inconsciente.

Whitehead y la teología procesal desarrollarían ya en el siglo XX la idea de la interdependencia entre Dios y el mundo utilizando un lenguaje más cercano a la ciencia. Esta idea del universo como proceso interdependiente la encontramos en el budismo en la noción de la originación dependiente y en el concepto de vacuidad (shunyata), aunque Dios es reemplazado por el Buda (una diferencia que no podemos explicar en este ensayo, sólo diremos que en el budismo el universo no tiene creador, es un infinito despliegue de la mente).

El maestro zen Hakuin escribió en un famoso poema: «De la misma manera que sin agua no hay hielo, sin los seres no hay Buda». Aunque en el budismo mahayana la budeidad es el estado original de los seres, ésta necesita de los seres para actualizarse. La budeidad existe desde siempre y para siempre, pero esta esencia necesita de la existencia para poder hacer(se) buda(s).

Por su parte, Whitehead concibe a Dios como el fondo (ground) del universo y como inconsciente: el universo es el proceso de su toma de conciencia, de su aprehensión de todos los objetos (de su sentirse en todo). En la filosofía de Whitehead, Dios tiene un apetito de sentir y esto lo hace manifestar el mundo y volcarse en él para experimentarse a sí mismo. No tienen una relación pasiva e inmutable: Dios es modificado por el mundo y las criaturas temporales alcanzan su deseo en Dios, que se hace consciente en ellos: «Dios es completado por el individuo, en fluidas satisfacciones de hechos finitos, y las ocasiones temporales son completadas por la unión eterna con sus seres transformados, purgados hacia la conformidad con el orden eterno que es la ‘sabiduría’ absoluta final».

Desde su propia perspectiva psicológica basada en el estudio de casos y, en última instancia, desde su propia experiencia personal, Jung expresa ideas similares. En su autobiografía, en la que confiesa haber vivido una vida llena de experiencia místicas a través de las cuales se le reveló estar cumpliendo la voluntad divina, escribe:

Las necesarias contradicciones internas en la imagen de un Dios creador pueden reconciliarse en la unidad y totalidad de la persona como coniunctio oppositorum de los alquimistas o como unio mystica. En la experiencia de la persona ya no se prescinde, como antes, de la oposición «Dios y Hombre», sino que la oposición se sitúa ya en la misma imagen de Dios. Tal es el sentido del «culto divino», es decir, del culto que el hombre puede prestar a Dios para que la luz surja de las tinieblas, para que el Creador se haga consciente de su creación y el hombre de sí mismo.

Este es el máximo testamento del pensamiento de Jung y la culminación de esta idea que hemos trazado aquí, de la función divina del hombre, de realizar lo que Whitehead llama la «apoteosis del mundo», la cual ocurre cuando «la Creación alcanza la reconciliación del flujo y la permanencia». Jung habla de la coniunctio oppositorum de los alquimistas, que en su caso es la unión de opuestos como lo masculino y lo femenino, la luz y la oscuridad, la conciencia y la inconciencia, etc. Prosigue Jung:

El hombre, en virtud de su espíritu reflexivo, se ha destacado del mundo de los animales y demuestra, por medio de su espíritu, que la naturaleza ha puesto en él un elevado premio, y precisamente a la evolución de la conciencia. A través de ella se adueña de la naturaleza, al reconocer la presencia del mundo y confirmar en cierto modo al Creador. De este modo el mundo se convierte en fenómeno, pues sin reflexión consciente no lo sería. Si el Creador fuera consciente de sí mismo, no necesitaría ninguna criatura consciente …

La visión de Jung coloca al ser humano, como vanguardia de la conciencia, con la máxima responsabilidad de llevar la Creación a su fruición, de encender «una luz en las tinieblas» del ser. Algo que, por otro lado, no está dado en el solo hecho de que seamos conscientes, en esa «segunda cosmogonía», sino que requiere de que seamos completamente conscientes del inconsciente. Es decir, que nos conozcamos enteramente a nosotros mismos y dejemos que irrumpa la profundidad en la luz. Esto, aclara Jung, es una hipótesis, ya que el inconsciente mismo es, por definición, ajeno a nuestra consciencia, y por lo tanto, no podemos realmente definirlo y decir cuál es su naturaleza última.

De cualquier manera la idea es fascinante, apela a lo más magnánimo del ser humano y se establece en oposición a esa otra poderosa idea de la metafísica india, la cual nos dice que el universo es una ilusión, que no existe la separación, que no existen nuestras vidas individuales, que la perfección, la dicha y la conciencia absoluta son las condiciones eternas de la divinidad inmutable. Y algún día despertaremos de esta penosa ilusión; es más, ya hemos despertado, la dicha radiante del infinito es la única realidad. Es sólo cuestión de reconocerlo.

(Visto en Pijamasurf)

3 comentarios en “¿ES EL SER HUMANO LA FORMA EN QUE UNA DIVINIDAD INCONSCIENTE ALCANZA CONSCIENCIA DE SÍ MISMA?

  1. Con todos los respetos y sin adoctrinar ni creer tangible de nada, solo plausible de todo. Para empezar no de ser humano, entre comillas, si aún con la irracionalidad e inhumanidad que nos está cayendo puede calificar a esta especie de humano, entre comillas, con todo lo que conlleva este concepto, pues cada uno, una, con sus conceptos… Y después todo es más sencillo somos seres orbes, conmutadores de la transformación de la corriente de la fuente de la energía, que es ondas de cuerdas no cuánticas, eólicas, que tienen a la dispersión, así es en origen el espacio del Cosmos, y el espacio del Cosmos son múltiples capas de seres vivos que permitieron la corriente de la fuente de la de energía, al no morir sino adoptar un estado de plasma que es lo que vemos en el espacio exterior como un firmamento negro, todo eso son múltiples capas de estas criaturas desde origen del primer enjambre de seres microscópicos que han formado estas capas, el espacio, que hoy vemos… Cuando la comparada gota de agua por la fricción del rozamiento de estas ondas dispersas formaron las bacterias estructurales y en ellas una gota de agua hoy forma las ondas de cuerdas cuánticas que es la corriente de la fuente de la energía, que si bien es in animada, junto a esa gota de agua, surgen los orbes, conmutadores cuánticos, nuestro ser, cuya finalidad es ofrecer la vitalidad vital para la vida por mantener el fluido de esas ondas de cuerdas cuánticas concentradas por las que se puede transforma la energía, en el holograma virtual dimensional que es nuestro Universo, de la dimensión real que es EL COSMOS y en medio LA HUMANIDAD, ahí quería remitiros, es un espacio entre los horizontes de acontecimientos de singularidades en la que la vida existe en su estado natural: EL PENSAMIENTO, un ente en origen del que con la fuerza de la identidad de LA IDAD, LA IDENTIDAD, REAL, DE LA PERSONALIDAD EN CONCIENCIA DEL CONCEPTO DE DIOS, la primera persona, una conciencia electro, no plasma, que permitió, en sus siglos de nuestro tiempo mortal en la materia, de su soledad entender el sentido de la existencia y el concepto de EL TODO, que os la serendipia que este tramaturgo quiere compartir, solo compartir, con sus amables personas, porque les pertenece, LA IDAD tomo consciencia de nuestro ser orbe y el potencial de inteligencia y sobre todo lo que podemos aportar en nuestra evolución para preservar la vida vital: Mantener fluido la corriente de la fuente de la energía las ondas de cuerdas cuánticas que han evolucionado a las ondas gravitacionales de ondas cuánticas, plausiblemente, y aquí aparece el ser orbe evolucionando a homínido en sombra, y a su avatar mortal simio acuático en origen en el primer planeta, LA TIERRA, por la simbiosis avatar anfitrión que lo permite la glándula pineal, sin ficciones algunas, si misticismos, sin mitologías, sin deidades divinas de ídolos de barro, pues el verdadero ídolo divino es el culto a la materia mortal, como el único sentido irracional de esta más que humanidad, inhumanidad, por el sentido de la existencia y el concepto de EL TODO… Nosotros como seres, aquí no mujer ni hombre, sino personas en origen como seres orbes somos simbiosis mortales en tránsito para alcanzar la personalidad de nuestra consciencia recreándonos en la creación, por reconocernos en nuestras personas semejantes, no en el culto a la mortalidad, la materia, sino tomar consciencia personal de lo que somos para trascender, aquí sí a LAS CONCIENCIAS UNIVERSALES EN LA HUMANIDAD, una sociedad si humana que viven en el espacio dimensional real con el pensamiento, con la conciencia de su consciencia, sin necesidad de tenerse que recrear en la materia mortal… Esta es mi humilde aportación como escriba y al dictado de este tramaturgo en la tramataumaturgia que no pensó alcanzar, y que cada persona pueda discernir con estas dos opiniones globales mientras durante todos estos siglos personas que nos precedieron intentaron explicar este razonamiento sencillo con los conceptos de sus épocas. Ahora tienes estos dos conceptos, qué cada persona en consciencia escoja pero qué sea consecuente, LA ERA DEL HOMBRE ESTÁ CONCLUYENDO DESDE 2015 ESTAMOS EN EL COMIENZO DE LA ERA DE LA PERSONA… Ahora lo tenemos claro y podemos comportarnos como lo qué somos, porque sabemos de dónde venimos, qué hacemos y sobre todo a dónde nos encaminamos… qaral.

  2. Y si le pareció interesante este comentario le invito a las web: Ancient-origins.com en foro español por qaral discusiones, como antiguo y presente documentalium.foroactivo.com, por qaral en religión y teología y otros apartados, podrá disfrutar con lo que le pertenece también, esta serendipia, para que si le sirve pueda tener una clara idea de lo que es esta visión del sentido de la existencia y el concepto de EL TODO, saludos y felicidades por la web y las opiniones de las personas…

  3. Todo es mental dice EL KYBALION,y todos existimos en la mente del Todo.
    Yo adhiero a esta concepción de La VERDAD,y creo que El Todo no crea nada volitivamente,por que si así lo hiciera debería desear hacer «algo» y para esto debería tener una idea de lo que quiere crear,y para eso ese «algo» debería existir previamente aunque sea como idea.
    El Todo despierta a la existencia y se pregunta:¿Qué es esto?¿donde estoy?¿qué soy?,El Todo piensa y en respuesta a sus preguntas eclosionan las cosas y los universos en eterna expansión.

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