Esta mujer utilizaba técnicas de separación se sustancias sorprendentemente avanzadas para su tiempo
Tapputi, un nombre propio que ha resistido 3200 años de historia, grabado sobre una tablilla de barro sin cocer. Una mujer cuya posición en la corte de Babilonia propició que hayamos tenido noticias suyas. Y además, la primera persona con conocimientos de química de la que tenemos constancia por escrito.
Hace 3200 años su nombre quedó grabado para la posteridad sobre una tablilla de arcilla húmeda en la antigua ciudad de Babilonia. Tapputi-Belatekallim era supervisora de palacio, pero además desarrollaba actividades cercanas a la química actual.
Junto con otra compañera, cuyo nombre no se ha conservado, Tapputi creaba perfumes para diferentes ceremonias, pero además practicaba procesos complejos de separación de sustancias que nos maravillan en un momento tan antiguo.
Usaban para ello un alambique, siendo esta la ocasión más antigua en que se habla de uno de estos aparatos en un texto escrito. Y usaban agua y aceites de flores, mirra o cálamo aromático. Usaban también plantas del género Cyperus, que engloba a especies como la chufa o el papiro, y también otras con características medicinales.
Es el ejemplo más antiguo que conocemos de una persona dedicada a la química con nombre propio. Y además, era una persona con una posición de poder dentro de la jerarquía de palacio. Sus conocimientos y el resultado de su ciencia debían resultar especialmente importantes como para destacar en una de las primeras cortes reales de las que tenemos evidencia escrita.
Junto con otra compañera, cuyo nombre no se ha conservado, Tapputi creaba perfumes para diferentes ceremonias, pero además practicaba procesos complejos de separación de sustancias que nos maravillan en un momento tan antiguo.
Usaban para ello un alambique, siendo esta la ocasión más antigua en que se habla de uno de estos aparatos en un texto escrito. Y usaban agua y aceites de flores, mirra o cálamo aromático. Usaban también plantas del género Cyperus, que engloba a especies como la chufa o el papiro, y también otras con características medicinales.
Es el ejemplo más antiguo que conocemos de una persona dedicada a la química con nombre propio. Y además, era una persona con una posición de poder dentro de la jerarquía de palacio. Sus conocimientos y el resultado de su ciencia debían resultar especialmente importantes como para destacar en una de las primeras cortes reales de las que tenemos evidencia escrita.