La libertad no consiste, en que podemos hacer lo que queremos. Esto resulta muy halagador, pero no es cierto; podemos, es verdad, hacer algo por nosotros mismos, más no del modo que solemos pensar…
Inicialmente, en el aspecto material, no somos más que una célula. Todo lo que llegamos a ser después nos lo incorporamos del exterior. Y esto ocurre no sólo en el plano fisiológico, sino también en todos los niveles personales. De modo que toda la efectividad, todas las ideas son de algún modo producto de los materiales que nos vienen de fuera.
En realidad existen en nuestro interior unas fuerzas virtuales, que marcan ciertas preferencias, unas direcciones a nuestra estructura individual. Pero todos los elementos concretos, absolutamente todos, los extraemos del exterior.
De ahí podemos deducir la enorme influencia que tiene el ambiente en la formación, desarrollo y expresión de la personalidad.
Si bien nosotros contamos con estas fuerzas virtuales y las hemos actualizado incorporándonos tales elementos del ambiente, queda todavía por dilucidar otro factor: ante estas fuerzas y estos elementos, ¿dónde estoy yo?, ¿qué papel desempeña mi foco de referencia, mi eje personal?
Todos vivimos la experiencia de que en un momento dado, por ejemplo, nos situamos en un plano puramente instintivo, biológico, y en este preciso momento, cuando yo estoy situado en el plano biológico, las leyes que rigen para mí son únicamente las biológicas.
Cuando estoy en un nivel afectivo, para mí no existe más que amor-odio.
Y cuando me vivo sólo en un nivel mental, impera para mí el principio verdad-error.
En cada uno de estos niveles yo estoy determinado, en cada uno de ellos no puedo actuar de modo diferente de lo que es mi naturaleza en este nivel; por lo tanto, en cada uno de mis niveles no tengo libertad.
Lo que ocurre es que quizás yo sí pueda pasar de un nivel a otro, o vivir ciertos niveles desde otros más elevados. Y esta posibilidad de desplazamiento voluntario de mi foco de conciencia es lo que no me viene dado ni por la herencia ni por el ambiente.
Por la herencia se me entrega una fuerza direccional interior, por el ambiente unos materiales, y con ambos elementos cada uno edificamos nuestros niveles físico-psíquicos, pero, ¿dónde queda el yo?, ¿en qué punto de mi estructura psíquica me encuentro libre?
Cuando me sitúo en un nivel, quedo determinado por las leyes de este nivel. Por lo tanto no tengo libertad de acción en ninguno de los niveles mientras me estaciono en uno de ellos; lo que sí tengo, es libertad potencial para desplazarme de un nivel a otro, para seleccionar en qué nivel he de situarme, y, desde él, determinar mi conducta y mis estados. Pero aún esto, no siempre. Pues sólo puedo hacerlo mientras estoy despierto, atento, lúcido; cuanto más lúcido esté, mayor capacidad tendré para seleccionar el nivel en que quiero situarme.
Por el contrario, si no permanezco del todo lúcido, quedaré más o menos identificado por inercia en uno u otro de mis niveles de modo automático, y entonces tampoco tendré completa libertad.
La tercera dimensión es, pues, esta capacidad de desplazarme de un nivel a otro, que depende de la amplitud de conciencia, de la madurez interior.
Según me sitúe se seguirá una resultante y esta resultante será inevitable. En definitiva, lo que varía, dependiendo en cierto grado de mí, es el punto en que me coloco, que obedece a mi capacidad de situarme voluntariamente más arriba o más abajo.
En este sentido la libertad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino, en el hecho de seleccionar qué escala de valores utilizaré en un momento dado. Mi libertad, reside en la capacidad que tengo para no depender de unos niveles, para sustraerme a su influencia.
La libertad es, pues, la capacidad de disminuir el número de los condicionamientos que me determinan.
Cuando la persona deja de quedar automáticamente identificada con un nivel, está suficientemente despierta, lúcida, para poder desplazar su mente a otro nivel, a voluntad, y vivir desde allí; en este caso se libera de los niveles de los pisos inferiores. Y según va ascendiendo en esta capacidad de liberarse de niveles, adquiere gradualmente conciencia de mayor libertad, libertad de no hacer, libertad de emanciparse: libertad igual a liberación.
Extracto de “La Personalidad Creadora”
Antonio Blay
http://realidadesencial.blogspot.com/2018/06/en-que-consiste-nuestra-libertad.html