Como todo ser vivo, el ser humano teme naturalmente a la muerte. No puede ser de otra manera; toda la historia de eso que llamamos vida es una secuencia constante de afirmación, perseverancia y lucha, siempre en contra de un solo enemigo: la muerte, la desaparición, el inevitable regreso a la nada.
Sin embargo, la diferencia del ser humano está en su conciencia. Borges dice en alguna de sus páginas que salvo el ser humano, todos los animales son inmortales, pues ninguno sabe que va a morir. Nosotros, en ese sentido, somos mortales, a veces dolorosamente mortales. O lúcidamente mortales, pues la conciencia también es una ventaja.
Fue Platón quien afirmó que la filosofía es una preparación para la muerte, lo cual fue una manera de decir que cuando el ser humano se dio cuenta de que el momento de su muerte llegaría (“neto, puntual, exacto”, como dice Gorostiza en Muerte sin fin), aunque quizá de inicio sufrió y se resistió, eventualmente entendió que lo mejor que podía hacer era tomar conciencia de ese hecho, comprenderlo, entender por fin que la muerte es parte de la vida.
El video que compartimos a continuación es una representación elocuente e ingeniosa de la presencia constante que la muerte tiene en la existencia. Nuestro miedo atávico nos inclina a no mirarla, a creer que no está ahí, pero lo cierto es que no hay momento de nuestra vida en que no esté al acecho. La animación corrió a cargo de Justin Leduc.
https://youtu.be/n8kXhErwrMA
¿Y qué ganancia puede tener tomar conciencia de la muerte? ¿De qué sirve, se dirán algunos, enfrentar algo que inspira temor y que nos evoca ideas de dolor y sufrimiento? Estas preguntan son hasta cierto punto justificadas y sus respuestas no son ni muy obvias ni muy sencillas de ofrecer sintéticamente, pero quien piense así quizá podría reflexionar sobre algunos puntos muy específicos:
En el budismo, por ejemplo, se enseña que cuando aceptamos que la muerte es parte de la vida, justamente sufrimos menos o, mejor dicho, enfrentamos de otra manera las pérdidas que inevitablemente ocurren. Cuántas personas no hay que cuando terminan una relación, cuando muere alguno de sus padres, quizá incluso cuando pierden una mascota, dicha muerte, real o simbólica, los devasta, parece que acaba con sus vidas. ¿Sería así si se hubieran tomado el tiempo de comprender el significado de la muerte?
Otra situación: observando el efecto inconsciente que la angustia frente a la muerte desencadena en el ser humano (particularmente en los años en los que, por un lado, no comprendemos aún la vida y, por el otro, dependemos de alguien más para nuestra sobrevivencia), Sigmund Freud se dio cuenta de cómo la pulsión de muerte impide al ser humano “pasar a otra cosa” en su existencia o, dicho de otra manera, lo mantiene en la repetición de ciertos patrones que aprendió para eludir dicha angustia por la muerte.
En este sentido, la oralidad es uno de los ejemplos más fáciles de comprobar personalmente. En los primeros años de vida, el bebé llora porque siente hambre pero también porque siente que morirá si no come, si alguien más no lo alimenta. En el hambre y el llanto está la angustia por la muerte, y en el alimento que recibe se encuentra aquello que por un momento mantuvo a raya dicha angustia y a la muerte misma.
Ese patrón se instala en lo profundo de nuestro comportamiento y se queda ahí, operando inconscientemente. Con los años, aunque racionalmente sabemos que no vamos a morir en el instante mismo en que sentimos hambre, aunque podemos postergar el momento de la comida sin mayores consecuencias, la relación entre la oralidad y la angustia permanece y, si no la hemos hecho consciente, se repite.
De ahí que muchas personas coman por “ansiedad”, o fumen en situaciones en que se sienten especialmente tensas. Las adicciones suelen estar relacionadas con la oralidad, porque el elemento de la adicción le permite al sujeto sostenerse en su angustia.
¿Qué pasaría, sin embargo, si esa persona que come, fuma, bebe o pasa horas y horas frente a una pantalla mirando series o en las redes sociales, tomara conciencia de ese efecto que la angustia frente a la muerte tuvo en su formación subjetiva? ¿Quizá se daría cuenta de que es posible ir más allá, pasar a otra cosa, emplear de mejor manera su tiempo y su vida?
Como vemos, el tema no es trivial. De hecho, justo lo contrario: la meditación sobre la muerte es potencialmente decisiva para la existencia humana.
https://pijamasurf.com/2018/07/esta_animacion_refleja_el_lugar_que_la_muerte_tiene_en_nuestra_vida_video/
Me parece un poco tajante y osado afirmar que el ser humano ( y todo ser vivo ) teme naturalmente a la muerte. Ésta es una aseveración que debe ser explicada y argumentada para ser aceptada. Particularmente no lo veo tan claro.
Hay dos momentos relevantes en la vida de todo individuo. Son aquellos en los que nos damos cuenta de :
a) Ser en el mundo. Aquí comenzamos a ser conscientes de nuestra existencia.
b) Ser para la muerte. Aquí tomamos conciencia de que nada es para siempre. Todo desaparece, incluidos nosotros.
Estos dos momentos ocurren en la vida de todos, aunque no necesariamente de forma consciente o deliberada, y marcan un antes y un después en la existencia personal.
¿ Que meditar sobre la muerte sea saludable o aconsejable ? No lo creo ni le veo la utilidad, pero tampoco es algo de lo que haya que huir.
Es decir, hay que darle la importancia que tiene, ni más ni menos.
No olvidemos que todas las creencias, paganas o no, de una u otra forma le rinden culto a la muerte, en este sistema prevalece esa condición, cuando deberíamos rendir tributo a la vida, que es el primer principio del verdadero creador o creadora, por lo tanto, tácitamente se nos transmite desde la cuna hasta la tumba el temor a la muerte, cuando en realidad no existe, es una catarsis del alma en su proceso eterno de aprendizaje y evolución hacia niveles superiores de conciencia, conciencia que le hace falta a esta humanidad enferma e involutiva.
Lo que es ÉS,lo que no es no És.
La nada no ÉS,por lo tanto nada puede salir de la nada.
Nada que És puede convertirse en nada.
“Mark Twain dijo: “Los dos días más importantes de tu vida es el día en que naces y el día en que descubres por qué.”
La muerte la dexconesión de el alma de los sentidos del cuerpo cuando este deja de funcionar. No es tan difícil de entenderlo, no se pierde una vida se la libera de otra forma de vida que trata de retenerla para que ella siga viviendo e inculcar la que esta es la única forma de vida que existe.
Cuando es al revés este planeta y este universo nacieron de donde venimos y tenemos que regresar sin ataduras de sentidos ni de cuerpos que nos confundan.
Sin dinero ni ricos para los que tengamos que perder gran parte del tiempo y ellos se peguen la gran vida aquí y sólo aquí, de aquí no salen; allí el dinero no existe y no saben hacer nada más que no sea con dinero para pegarte el timo de tu tiempo.
Lo único que existe es la luz…
Lo único que existe es el calor…
Lo único que existe es la singularidad…
Lo único que existe la es construcción…
Lo único que existe es el amor…
Lo único que existe es la vida…
Lo único que existe es la conciencia…
La oscuridad es la ausencia de la luz, por eso, solo por sí misma no existe. Uno no puede echar oscuridad sobre la luz, solo puede interponer algo para qué de alguna manera temporal y artificialmente pueda en gradiente disminuir su entidad.
El calor es en sí mismo y por sí mismo. El frío en esencia es igual a la oscuridad, ya que solo es cuando va hacia el negativo de un positivo. Por sí mismo y en sí mismo el frío no existe, ya que el frío no posee energía, es siempre en gradiente hacia su ausencia.
La expansión en sí misma y por sí misma no podría existir. Primero existe la singularidad y luego desde ahí, y solo desde su foco puede expresarse la expansión y sus variantes. Podría pensarse que la singularidad culmina definitivamente con su dispersión, pero eso no es posible, porque el coadyuvante conscientemente inteligente, el foco, no es lo que se dispersa y expande, sino solo las vibraciones consientes que emanan de él.
Primero está la entidad, la coherencia, lo construido. Solo desde ese lugar se puede tener la pretensión de destruir, descolocar, dispersar y hacer temporalmente caótico el orden. Lo único primigeniamente existente es el coadyuvante inteligente, la consciencia.
Lo único que existe es el amor. Solo se puede odiar lo que en primera instancia de alguna manera se pondero, se amo. El amor no precisa del odio para tener entidad. En verdad el odio no existe en sí mismo, solo es en desprendimiento y en gradiente decreciente e inferior al amor. El amor es el coadyuvante inteligente, y su otro rostro, que es la conciencia.
Solo existe la vida. De hecho que la muerte es dependiente y siempre solo posterior a la vida. La vida, como pasa con el amor y su gradiente inferior el odio, no es un desprendimiento de la muerte. La vida no necesita de su opuesto para tener entidad. La muerte sí.
Lo único intemporal, porque nunca no fue. Lo único inmortal, porque nunca murió, por lo mismo que nunca nació y porque siempre existió, porque es lo único que no necesita ser creado, es la conciencia… Por lo que yo entiendo cómo muerte, la inconsciencia, o lo que es lo mismo la muerte, no es.
daniel H. maderna