(España) – Una nueva ola de miedo recorre Europa y el mundo a cuenta del sarampión. Pero según la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Carmen Montón, el sarampión se considera «eliminado» en España. Es una buena noticia y se nos pide que no olvidemos la vacunación contra el mismo para que eso siga siendo así.
Resulta paradójico que mientras algunos medios de comunicación y periodistas agitan el fantasma del miedo la ministra ha calificado de «casos aislados» los últimos datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado lunes, que recogen que unas 41.000 personas se han infectado de sarampión en la UE durante el primer semestre de 2018, unas cifras que superan con creces los registros de cualquier año en la última década.
Así que en España no hay sarampión hoy (o casi porque haberlo lo hay). Sí han habido brotes años atrás y como indicaba El País, diario nada sospechoso de ser esa cosa tan subjetiva que llaman «antivacunas»: El sarampión en España surge más de la exclusión que del rechazo a vacunar.
Eso lo lleva advirtiendo desde hace mucho tiempo el médico Juan Gérvas, los brotes de sarampión, son cuestión de la exclusión social y no de la oposición de los «antivacunas» (término abstracto como explico pues ¿a quién se considera tal, a quien «olvida» aplicar una inmunización, la mitad de ellas, a quienes no aplican ninguna?).
Se habló mucho en 2010 del brote de sarampión que se produjo Granada, con apenas 50 casos (entre una comunidad con voluntaria defectuosa vacunación) y sin embargo se trató poco otro brote que hubo poco después en Sevilla, con cerca de 1.000 casos (entre pobres, gitanos y otros excluidos).
La OMS pide más vacunación contra el sarampión y entre líneas sugiere que es un problema de antivacunas. Desde grandes medios de comunicación se recoge el guante y se señala a ese colectivo, tan poco definido, como gente a los que «les gusta sentirse especiales» y que estar «contra las vacunas es un capricho de ricos».
Pero, ¿no habíamos quedado en que en España no hay problema con el sarampión y que cuando lo hay se produce sobre todo en colectivos que padecen exclusión social?; personas que no se vacunan porque no tienen ni idea de la importancia y utilidad de las vacunas.
Algunas vacunas son necesarias, como la del sarampión. Siendo necesaria, la vacuna del sarampión es mejorable, como lo es su programa de vacunación. Ignorar los defectos y problemas significa fomentar el rechazo. Para saber sobre la eficacia de la vacuna del sarampión tomemos el ejemplo de Navarra que es la comunidad autónoma con más casos de España.
Las coberturas vacunales correspondientes a 2016, según datos de Ministerio de Sanidad muestran que en Navarra es del 99,1 % para la primera dosis y del 92,8 % para la segunda dosis de la vacuna del sarampión. Es decir, coberturas casi del 100%. Pero, sin embargo, Navarra está ahora por encima de los 20 casos de sarampión por cada millón de habitantes.
Como reconocen en ese enlace en la Asociación Española de Pediatría (AEP), principal lobby de los fabricantes de vacunas:
«Se han notificado casos y brotes de alcance y duración en general limitados en poblaciones con coberturas vacunales elevadas, y afectando, en proporciones variables, a individuos vacunados y no vacunados».
Y cuando se estudian bien los brotes, casi el 50% de los afectados estaban bien vacunados, como se demostró en Canadá (Ontario) en el mayor brote hasta ahora en el norte de América. En Navarra, la AEP ofrece como dato que el 38,2 % (13 casos) de afectados por el sarampión estaba vacunados con corrección. Algo falla en la eficacia de la vacuna y lo hace mucho (dicen que aquellos vacunados sufren una enfermedad más leve, es probable).
Hay que saber que las vacunas casi nunca son 100% eficaces, aunque algunas presentan eficacias por encima del 90%. A menudo estos productos no consiguen imitar eficientemente la infección. Las vacunas, como indico, no son 100% eficaces. Intentan imitar una infección, pero nunca lo consiguen al 100%. La enfermedad en sí aumenta la generación de linfocitos en nuestro sistema inmunitario que generan además memoria de esa dolencia durante años.
En concreto, con el sarampión parece que vacunar antes de los 15 meses aumenta hasta cinco veces la posibilidad de pasar de nuevo el sarampión (siendo fuente de contagio a su vez), aunque haya recuerdo. De ahí que ese casi 40% de personas en Navarra, vacunadas, vuelvan a pasar. Lo correcto sería vacunar unas cuatro veces durante toda la vida con dos dosis en cada ocasión porque la inmunidad no es para toda la vida.
Pero parece que lo cómodo es señalar a colectivos «antivacunas». Existen variedad de posturas relacionadas con la vacunación que hacen dudar a algunas personas acerca de vacunar a sus hijos y que rechazan el término de antivacunas porque no están en contra de las vacunas como concepto. Como explican algunos sanitarios bien formados y críticos:
«Nosotros pensamos que ojalá el 100% de los niños estuvieran vacunados con dos dosis frente al sarampión, pero no pensamos que llamar idiotas a los padres y madres que tienen dudas acerca de la vacunación sea correcto -deontológica ni científicamente- ni efectivo».
En este caso del sarampión tenemos una vacunación que mayoritariamente la comunidad médica considera necesaria; una vacuna que por lo que parece es bastante segura (el riesgo cero no existe cuando tratamos sobre intervenciones sanitarias y medicamentos) pero con una eficacia muy cuestionable.
https://es.sott.net/article/61907-Eficacia-de-la-vacuna-cuestionable-La-mitad-de-las-personas-afectadas-por-el-sarampion-estaban-bien-vacunadas