Ayer la revista Science publicó un artículo titulado “¿Investigación agrícola o un nuevo sistema de armas biológicas?” en el que varios especialistas plantean sus dudas sobre un proyecto de investigación del Pentágono (1). El programa propone introducir alteraciones genéticas en campos de cultivos ya plantados, utilizando virus infecciosos que se dispersarían a través de insectos. Según los autores del artículo, estas características hacen pensar que el proyecto tiene intención de ser utilizado de forma ofensiva y, por tanto, convertirse en una posible arma biológica.
“El programa puede ser claramente percibido como un esfuerzo para desarrollar agentes biológicos con fines hostiles, lo que, de ser cierto, constituiría una violación de la Convención sobre Armas Biológicas”, aseguran los firmantes del artículo, Guy Reeves y Derek Caetano, del Instituo Max Planck de Biología Evolutiva, Silja Vöneky, del Instituto de Derecho Internacional y Ética del Derecho y Christophe Boëte, del Instituto de Ciencias de la Evolución de Montpellier.
Los científicos se refieren al programa Insect Allies, financiado por DARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del Pentágono (2). El programa ha sido definido por la agencia como un método para luchar contra las amenazas que puedan afectar “al suministro de alimentos de los Estados Unidos”, “incluidos los patógenos, la sequía, las inundaciones y las heladas”, pero especialmente aquellas “introducidas por agentes estatales o no estatales”.
Sin embargo, los investigadores aseguran que “el conocimiento que se obtendrá de este programa parece muy limitado a la hora de mejorar la agricultura estadounidense o para responder a emergencias nacionales” y advierten de que, a pesar de haber pasado ya dos años desde su inicio, “ha habido pocas explicaciones públicas de cómo se podrían aplicar los desarrollos derivados de la ejecución del plan a los beneficios agrícolas anunciados”.
El proyecto tiene como objetivo dispersar virus infecciosos genéticamente modificados que han sido diseñados para alterar el ADN de los cultivos directamente en los campos, lo que se conoce como ingeniería genética por transferencia horizontal y que difiere de la modificación genética que se realiza en laboratorio de forma controlada. “Las implicaciones regulatorias, biológicas, económicas y sociales de la dispersión de estos agentes horizontales de alteración genética en los sistemas ecológicos son profundas”, advierten los investigadores.
Pero lo que resulta especialmente preocupante para los científicos es el método utilizado para dispersar el virus, ya que DARPA obliga a utilizar insectos como medio de distribución, en lugar de hacerlo con métodos más fáciles de controlar como la fumigación. “Todos los beneficios hipotéticos para la agricultura podrían probablemente alcanzarse a través de la fumigación”, afirman los investigadores, por lo que, en su opinión, el enfoque de DARPA refleja “una intención de desarrollar un medio de dispersión con fines ofensivos”.
En el artículo, los científicos plantean un ejemplo a partir de la liberación de insectos infectados con virus modificados genéticamente en un campo de maíz. Los insectos afectarían a las plantas, que terminarían teniendo una alteración provocada por el virus.
El programa Insect Allies se inició en 2016, tiene una duración programada de 4 años y actualmente cuenta con más de 27 millones de dólares en contratos de investigación adjudicados a varios consorcios. Las plantas objetivo del programa de experimentación son el maíz y el tomate, mientras que las especies de insectos de dispersión incluyen saltamontes, moscas blancas y pulgones.
(1) http://science.sciencemag.org/cgi/doi/10.1126/science.aat7664
(2) https://www.darpa.mil/program/insect-allies
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