Por Sputnik
Los biólogos estadounidenses han presentado nuevas evidencias potenciales de que las ondas de radio utilizadas en el funcionamiento de los teléfonos celulares 2G y 3G pueden provocar cáncer de corazón, hígado y algunos otros órganos, informa el Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de EEUU.
“Las exposiciones utilizadas en los estudios no pueden compararse directamente con la exposición que experimentan los humanos al usar un teléfono celular”, subrayó John Bucher, científico principal del Programa Nacional de Toxicología (NTP, por sus siglas en inglés), citado por el diario científico EurekAlert.
“En nuestros estudios, las ratas y los ratones recibieron radiación de radiofrecuencia en todo el cuerpo. Por el contrario, las personas en su mayoría aplican el teléfono a un punto específico de su cabeza. Además, los niveles de exposición y la duración de nuestros estudios fueron mayores que los que suele experimentar la gente”, añadió.
Hace dos años, los participantes del NTP publicaron un artículo sobre los primeros resultados de los experimentos sobre los efectos de la radiación de los teléfonos móviles en el organismo de las ratas. Los resultados preliminares de estos experimentos, publicados por los medios de comunicación, fueron impactantes. Resultó que la radiación simulada del teléfono móvil producía tumores malignos: gliomas en el cerebro y neurilemomas (shwannomas) en el corazón.
Entonces, docenas de científicos criticaron el estudio y su presentación en los medios. Algunos calificaron estas declaraciones como exageradas y deliberadamente aterradoras, mientras que otros encontraron muchos problemas metodológicos en las publicaciones del NTP.
Bucher y su equipo realizaron una nueva serie de experimentos en los que participaron doscientos ratones y ratas de laboratorio, inicialmente susceptibles al desarrollo de cáncer. Vivían en una jaula especial que imitaba el funcionamiento de las antenas de los teléfonos móviles, y algunas de ellas comenzaron a exponerse a las ondas de radio todavía en el útero, mientras que otros, a una edad madura.
Los científicos han dividido estos roedores en varios grupos, cada uno de los cuales recibió una dosis diferente de radiación, comenzando con el máximo permitido para teléfonos móviles y terminando con los niveles que superaban unas 3 o 4 veces esta cifra. Algunos ratones y ratas vivieron en esas condiciones durante aproximadamente un mes, y otros, durante unos dos años.
Según los investigadores, la exposición de los animales a las ondas de radio con una frecuencia de 900 y 1.900 megahercios “mostró claramente que estas formas de radiación, codificadas en un formato móvil, son cancerígenas”. Los científicos observaron la aparición de una cantidad significativamente mayor de tumores en el cuerpo —especialmente en el corazón, el cerebro y el hígado— de estos ratones y ratas que en el grupo de control.
Por otro lado, todas las incoherencias criticadas por otros científicos siguen presentes: por alguna razón, los animales vivían más tiempo expuestos a las ondas de radio que en condiciones normales, y el número de tumores no cambiaba mucho al aumentar la dosis de radiación. Esto se notó especialmente en el estudio de la radiación 3G.
Todo esto nos hace esperar que la comunidad científica reciba con escepticismo las nuevas publicaciones del NTP al igual que las de hace dos años. Los participantes del programa tienen previsto realizar otra serie de experimentos para determinar cómo cambia la velocidad de acumulación de mutaciones en el ADN de roedores y con qué frecuencia aparecen otros rastros de cáncer.