Todos, de una manera u otra influimos en la vida de los demás. Algunas veces por lo que decimos o por lo que hacemos, por lo que representamos para algunas personas, por nuestras expectativas… En fin, tenemos un abanico de posibilidades de influir para bien o para mal sobre personas que normalmente están en nuestro entorno.
Sin embargo, resultaría de utilidad limitar ese papel a dar un buen ejemplo en nuestro proceder, evidentemente sin que el norte sea inspirar a otros, sino que esto sea una consecuencia de lo que sembramos en nuestro día a día.
Lamentablemente no nos limitamos a ello, sino que la mayoría, en diferentes grados de prepotencia, creemos poder ejecutar cada experiencia de la mejor manera. Lo cual vale la pena resaltar, es bastante subjetivo y suena muy positivo cuando se trata de acciones propias, no de las que hacen los demás.
Resulta mucho más útil el apoyar, el entender, el acompañar, el admirar, inclusive cuando lo están haciendo diferente a como nosotros lo haríamos, a quienes de una manera u otra se ubican dentro de nuestro círculo.
Nunca sabemos cómo van a afectar nuestras palabras a los demás, podemos estar matando un sueño, podemos hacer que alguien pierda una buena oportunidad o que se aleje de un gran amor, sin darnos cuenta o creyendo que es lo más conveniente. Así que evitemos las críticas, evitemos desanimar a quienes están haciendo algún esfuerzo en sus vidas, evitemos hacer de jueces y declarar culpables o inocentes. Hay muchos jueces naturales, mi preferido es el tiempo, él se encarga de poner a cada quien en su lugar y a través de él todo va mágicamente encajando.
Gracias al tiempo ahora reconozco con mayor facilidad que hay millones de maneras de llegar a un mismo resultado y que muchas veces lo que para mí ha sido la mejor alternativa, a posterior, tengo que aceptar, que había muchas otras mejores opciones para llegar a lo mismo o a algo mejor.
Pero para ello es necesaria la experiencia y también la humildad, el poder reconocer que las cosas no son como uno piensa y que aquella idea descabellada para nosotros, terminó por ser la mejor vía a transitar por alguien más.
Respetemos a todos, incluso cuando pensemos que alguien se equivoca, podemos intervenir de forma sutil, sin colocarnos el traje de juez o de verdugo, sino el traje de apoyo, de solidaridad, de empatía… Con él puesto, sin duda, será más aplicable el intentar manejar solo nuestra vida y respetar la de los demás, permitiendo a cada quien crecer a su manera.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
https://rincondeltibet.com/blog/p-no-puedes-vivir-dos-vidas-vive-tu-vida-y-permite-que-los-demas-vivan-la-suya-34857